Hay algo en la elección de 2018 que ayudaría a entender por qué hasta ahora Claudia Sheinbaum ha privilegiado las giras por todo el país a los foros en lugares cerrados.
Hace seis años, a pesar de haber salido con etiqueta de favorito por el descrédito de Peña Nieto, la campaña de éste en contra de Ricardo Anaya y la abulia de la propia candidatura priista, Andrés Manuel López Obrador se la pasó de arriba abajo en los meses de campaña.
Un corte de caja realizado por el diario Reforma el 20 de mayo de 2018 da cuenta de lo contrastante de los números entre los principales candidatos en esa elección.
En el marco del segundo debate presidencial de aquel año, el candidato de Morena ya había recorrido 27 estados, pisado 120 municipios, asistido a ocho foros y realizado 120 mítines.
En cambio Anaya, candidato de Acción Nacional, Movimiento Ciudadano y el Partido de la Revolución Democrática, registraba 19 estados visitados y 20 municipios (sí, 20); en cambio, era campeón en foros con 14. En cuanto a mítines, apenas 29.
José Antonio Meade, candidato de los partidos Revolucionario Institucional, Verde y Nueva Alianza, para entonces había ido a 24 estados, 48 municipios, 13 foros y el doble de mítines de Anaya, pero la mitad de AMLO: 58.
Claudia Sheinbaum decidió hacer campaña presidencial en los 300 distritos electorales del país, lo que supone un ritmo frenético y, por los desplazamientos, una logística que la alejará frecuentemente de la capital, o de otras ciudades donde suelen hacerse foros nacionales.
De igual forma, en 2018 se dio un fenómeno en el trazo de los recorridos de AMLO que en una de esas se está repitiendo.
La revista Nexos colgó en su blog de la redacción materiales donde se analizaba la marcha de la elección de hace seis años. En una de las entradas de ese foro en línea, se hizo un interesante reporte sobre el nivel de pobreza de los municipios visitados por los candidatos.
Para nadie será sorpresa que para media campaña, 60% de los municipios visitados por Andrés Manuel eran aquellos con pobreza mayor a 50%, mientras que Meade era exactamente lo contrario, había visitado sólo 40% de municipios con pobreza de más de 50%.
El candidato Anaya andaba por las mismas que el priista: 55% de los municipios visitados eran de los que tienen menos de 50% de pobres.
En la Semana Santa cada campaña, en su propia dinámica, ajusta a la baja, sin cancelar, su proselitismo. Pasada la antes llamada semana mayor, el ritmo se acelerará. Y el tiempo para que las candidatas y el candidato asistan a eventos plurales, entrevistas y mítines escaseará.
Hasta hoy Sheinbaum combina recorridos regionales con ruedas de prensa y reuniones con, por ejemplo en Nuevo León la semana pasada, grupos de empresarios.
El mencionado cónclave parece confirmar que la candidata de Morena no dejará de ir a encuentros o foros no partidistas. El cómo acomodar esas presentaciones en medio de las giras que se pretenden es todo un reto que vale la pena.
Las ganas que el electorado vea a quien pretende quedarse con la Presidencia son un factor nada menor en el triunfo. Pero también cuenta el intento de máxima ubicuidad de una candidatura todo terreno: ir a mítines partidistas y a foros plurales.
Como puntera, obviamente Sheinbaum es la más demandada por diferentes públicos. Igual que AMLO en 2018. Veremos cómo combina la exjefa de Gobierno todas las expectativas de quienes legítimamente buscan escucharla de viva voz.