La sucesión presidencial 2024 entró a su recta final con una ventaja de Claudia Sheinbaum que se podría acortar o emparejar en el primer mes de campaña. El tema inseguridad y violencia podría ser el fiel de la balanza, para uno u otro bando. La candidata que mejor maneje el problema tendrá casi asegurada la victoria.
Los propagandistas de Claudia Sheinbaum venden a su candidata con tal ventaja que insisten en que no es necesaria la elección, porque ya ganaron. El equipo de Xóchitl, por su parte, intenta convencer que la ventaja morenista es de solo un dígito.
La verdad se conocerá al finalizar la jornada electoral. Y si la votación está cerrada, hasta un día después. Pero la real preocupación es si la violencia arropará a los ciudadanos que acudirán a las urnas. Y si el poder presidencial utilizará a las fuerzas armadas y cuerpos de seguridad civiles para reprimir o amedrentar a la población.
Es mucho lo que está en juego.
El poder político se disputará con todo.
En ese sentido, el carácter del presidente López Obrador, controlador y explosivo, podría ser el detonante de una jornada electoral violenta. Ya hemos sido testigos de que AMLO recula hasta días después de confrontar a sus adversarios extranjeros y nacionales. Bueno, algunas veces, sobre todo cuando el interlocutor es el presidente de Estados Unidos. O de Canadá, para actualizar la radiografía. Pero además está el New York Times y sus ansias de revancha.
En sus enfrentamientos nacionales, con la prensa, por ejemplo, suele ser terco. No cambiará. Así será hasta el final. Lo mismo con algunos representantes del poder económico.
AMLO ha minimizado a sus adversarios. Si todos se juntan en un solo frente, como es muy probable que ocurrirá, tendrá perdida la elección presidencial.
Y si el bloque nacional tiene cierto apoyo gabacho, sobre todo de la temible DEA, todo sueño transformador habrá terminado. También jugará un importante papel la traición de todos los que no tomaron en cuenta, los desplazados del poder. Ellas y ellos podrían hacer mucho daño.
Obviamente el flanco por donde atacarán es el de la precepción ciudadana. Las filtraciones, ya convertidas en misiles informativos, podrían derrumbar la muralla de la 4T. Por eso esperamos una reedición de lo que ya funcionó en el pasado: AMLO es un peligro para México. Hoy uno de los puntos clave es el de Narcopresidente, que ya surtió efecto. Claro, habrá otros slogans. La ruta a seguir es atacar a AMLO, debilitarlo, sacarlo de sus casillas, hacerlo trastabillar.
Y el ejército de la 4T tendrá que confiar en su fuerza numerosa, la red de favores construida a lo largo del sexenio, pero sobre todo la supervivencia de los intereses. Si en esta ocasión derrotan a la oposición, será muy difícil que pierdan el poder en el futuro.
La lucha no será Claudia vs Xóchitl.
Será AMLO vs Xóchitl.
Por eso hay que tener siempre presente un clásico que hoy cobra vigencia: La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer