Cuando le preguntaron al presidente López Obrador por el origen de las filtraciones que señalan que el Cártel de Sinaloa financió su campaña presidencial en 2006, acusó al Departamento de Estado.
De ser así, más le vale que Donald Trump gane la Presidencia en noviembre.
Con Trump, de seguro le irá mal a México, pero tal vez a él no. Le ha servido con indiscutible lealtad.
Pero de reelegirse Biden, el expresidente López Obrador tendrá un enemigo declarado en la Casa Blanca.
Ya se la juraron, como lo intuyó acertadamente.
La enemistad de Biden se la ha ganado a pulso, porque le jugó las contras en todo.
En octubre López Obrador ya no tendrá la coraza del águila y la serpiente terciada al pecho.
Tampoco será el dueño de la llave de paso de los flujos migratorios en la frontera del norte, como lo es ahora.
Sí, AMLO tiene contra las cuerdas la reelección de Biden por el flujo desbordado de migrantes hacia el norte.
Las elecciones en Estados Unidos son en noviembre, y allá existe una antigua tradición de que las carreras presidenciales que vienen cerradas las definen las “sorpresas de octubre”.
Por eso es peligroso entrar a jugar en las elecciones del país vecino de la manera tan abierta, y con golpes bajos, como lo ha hecho nuestro Presidente.
Nuestro Presidente se equivocó al confundir la buena fe de Joe Biden con el “buen hombre” de la picaresca mexicana.
Biden no tiene un pelo de eso.
Trató de llevar una buena relación, tragó saliva amarga para no chocar con su colega del sur.
Insistió en la reforma migratoria de amplio espectro, se desgastó con adversarios y aliados en busca de legalizar a 11 millones de ilegales, mexicanos la mayoría de ellos.
Y no pudo por la oposición de los congresistas y senadores que siguen a Donald Trump.
En el ocaso de ambos periodos presidenciales, Joe Biden se siente traicionado por López Obrador.
AMLO señala a Blinken como el origen de las insinuaciones de ligas con el Cártel de Sinaloa.
De ser el caso, como pienso que es, esto apenas empieza.
La prioridad número uno en política exterior de la administración Biden es la guerra en Ucrania.
El presidente de Estados Unidos alineó a Europa en apoyo a Ucrania y sanciones a Rusia por la invasión.
Fue una labor titánica porque su antecesor, Donald Trump, dejó prácticamente rotas las relaciones con la alianza atlántica y llegó a la Casa Blanca en 2016 con la ayuda de Putin.
Con el pegamento de la diplomacia Biden pudo convencer a los aliados del Atlántico de sancionar a Rusia –su abastecedor de gas– y proveer de pertrechos militares a la agredida Ucrania.
Y resulta que el gobierno de México, el vecino, el socio, el amigo, jugó con dos caras.
En la ONU votó por la condena a la invasión, pero se negó a sumarse a las sanciones comerciales y desplegó una amistad con Moscú que no se veía desde que en ese país gobernaba Gorbachov.
Hasta un grupo de amistad con Rusia formó el partido del presidente López Obrador en el Congreso.
Putin y el embajador ruso no se han cansado de agradecer al gobierno mexicano por la amistad fortalecida.
La cadena de información del Kremlin, Russia Today (RT), prohibida en Estados Unidos, Canadá y Europa, se instala en México como en su casa.
El mayor número de espías rusos en el extranjero se encuentra en la Ciudad de México, según el Departamento de Estado.
Por si fuera poco sabotear la prioridad en política exterior de Biden, en el sur se le da oxígeno a la dictadura de Maduro con negocios oscuros en perjuicio de México y de la relación con Estados Unidos.
Además, el presidente López Obrador entra a jugar en la disputa interna por el poder en el país vecino, en el año de las elecciones presidenciales.
Hace poco más de una semana funcionarios del gobierno de Estados Unidos señalaron que las autoridades mexicanas habían dejado de colaborar en la contención de los flujos migratorios.
Sí, en año electoral allá.
Sólo en diciembre, la Patrulla Fronteriza frenó y regresó a 250 mil migrantes indocumentados en su frontera sur. Anualizado, son 3 millones de detenciones.
¿Y cuántos pasaron sin ser detenidos?
Con la frontera desbordada por olas de esa magnitud con migrantes ilegales, el gran ganador es Trump.
La lectura en Washington es que el Presidente de México ha decidido intervenir en sus elecciones, por segunda vez, en favor de Trump y contra Biden.
Tal vez no sea a propósito.
Explíquenselo al Departamento de Estado. A ver si les creen.
Incluso es posible que el embajador Ken Salazar deslinde a su gobierno de las tres publicaciones en línea con el presunto financiamiento del Cártel de Sinaloa a la campaña de AMLO.
¿Le van a creer al embajador?
Imposible.
La confianza está rota.
Qué final.
(Por cierto, el miércoles se dio a conocer la más reciente encuesta de la Universidad de Quinniapiac: Biden se recuperó y está seis puntos arriba de Trump en las preferencias electorales).