El presidente Andrés Manuel López Obrador ha encontrado en las medidas punitivas su posicionamiento hacia la crisis del fentanilo. El mandatario ha presentado esta semana ante el Congreso, junto a otras 19 reformas, un proyecto para agregar unos párrafos a la Constitución con el fin de penalizar a los consumidores de esta droga, que mata cada año a miles de personas en todo el mundo. La idea de esta iniciativa había sido adelantada a finales de enero, cuando el titular del Ejecutivo anunció en la conferencia matutina que iba a “actuar con severidad” para evitar que aumentara el consumo de esta sustancia. La reforma planteada, que tendrá que debatirse en el Congreso, donde necesitará más de dos tercios de los votos para salir adelante, incluye la prohibición de los vapeadores, los cigarrillos electrónicos, y otras “sustancias tóxicas”, como precursores químicos y drogas sintéticas en general.
Lejos quedaron los días donde Morena se proponía abrir debates polémicos, como la legalización de algunas drogas, o la amnistía a aquellos encarcelados por narcomenudeo o por hacer de mulas —el último eslabón de la cadena del narcotráfico, encargado de transportar pequeñas cantidades—. El paso de los años en este sexenio ha visto la mano de López Obrador endurecerse en este tema. La crisis del fentanilo, que acaba con la vida de más de 150 personas cada día solo en Estados Unidos, se volvió incluso un problema diplomático. El vecino del norte presionó a México para que tomara cartas en el asunto. Mientras tanto, las primeras cifras nacionales comenzaron a impactar a los expertos.
En diciembre pasado, un estudio publicado en la revista médica Harm Reduction Journal confirmó lo que los expertos llevaban tiempo augurando: el fentanilo también se consumen en el centro de México, y ya no es solo un problema de la frontera con Estados Unidos. La investigación se realizó en 2022 en un festival de música electrónica al aire libre cercano a la Ciudad de México y determinó que las muestras de cocaína o MDMA que llevaba un grupo de consumidores tenían sorpresivamente fentanilo. “Estamos atendiendo las causas, estamos hablando de fortalecer valores, y de apoyar a los jóvenes, que tengan garantizado el derecho al trabajo, al estudio, pero también, no [podemos] actuar como si se tratara de cualquier infracción”, defendió López Obrador al anunciar la iniciativa legislativa.
El proyecto de reforma pone el ojo en los consumidores, además de aquellos encargados del tráfico de las sustancias que se importan a México para producir el fentanilo. Puntualmente, lo que se quiere agregar es la prohibición de “la producción, distribución y enajenación de cigarrillos electrónicos, vapeadores y demás sistemas o dispositivos electrónicos análogos que señale la ley, así como para la producción, distribución y enajenación de sustancias tóxicas, precursores químicos y drogas sintéticas no autorizadas legalmente, como el uso ilícito del fentanilo”. Toda la industria, el comercio tanto interior como exterior, y el trabajo derivado de estos productos quedaría completamente vedado, de aprobarse la reforma.
El presidente se vio forzado a detallar que se prohibía el uso ilícito, aunque inicialmente intentó prohibir toda su utilización. Los expertos encendieron entonces las alarmas, además de una droga que se usa en la calle, el fentanilo tiene un uso médico que los especialistas señalaron como necesario. “En México, la Secretaría de la Defensa Nacional ha documentado que, a partir de 2009, se han multiplicado los laboratorios para la elaboración de drogas sintéticas como el fentanilo”, señala el documento, a pesar de que el presidente negó en varias ocasiones que en México se produjera esta droga. “La Sedena señala que los precursores químicos utilizados para la elaboración de drogas sintéticas en México ingresan por la vía marítima, desde el continente asiático, a los puertos de Lázaro Cárdenas, Michoacán; Mazatlán, Sinaloa; y Manzanillo, Colima.
Cuando presentó la iniciativa, López Obrador aseguró que en un lugar donde hay consumo de drogas, los niveles de violencia aumentan más que cuando solo hay tráfico. Para explicar su teoría, habló de dos ejemplos, los Estados de Querétaro y Guanajuato. El mandatario dijo que en el primero, si bien ha habido grandes decomisos de precursores químicos, no hay consumo, lo que mantiene bajas las cifras de violencia. Mientras que en Guanajuato, una de las entidades más violentas, el consumo de drogas es elevado, ha dicho.
“No solo destruye a las personas, sino que produce mucha violencia. ¿Cómo se controla la violencia cuando hay un consumo generalizado?”, pronunció. Esa misma teoría fue la que usó para cargar contra víctimas de la ola de violencia en Guanajuato. En diciembre, cuando una serie de matanzas en esa entidad se desataron, el presidente vinculó las masacres con un tema de adicciones, sin siquiera hacer mención a la violencia campante que ha tomado amplias regiones del país.