En las últimas horas Vladimir Putin está en el centro de las críticas de todo Occidente por la muerte de su principal opositor, Alexei Navalny, encarcelado por la justicia del régimen ruso.
En una gran muestra de mal timming por parte de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador le ha concedido una entrevista a la periodista Anna Afinogenova, ex encargada de contenidos en español de la cadena estatal rusa RT y actualmente compañera del político español Pablo Iglesias en la plataforma de contenidos La Base, donde se emitirá la entrevista con López Obrador.
Afinogenova defiende las posiciones del Kremlin de modo constante y el momento más evidente fue cuando se cansó de repetir que Putin nunca invadiría Ucrania, algo que finalmente sucedió. También defiende constantemente a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. El canal RT, donde construyó su carrera, está vetado tanto en Estados Unidos como en Unión Europea.
La entrevista con López Obrador fue gestionada por el vocero Jesús Ramírez Cuevas, que tiene amistad con Iglesias y, según dicen en Palacio Nacional, intereses comerciales conjuntos.
Ramírez e Iglesias comparten la lógica que el deber de los gobiernos no es solo dar la batalla política sino, fundamentalmente, ganar la llamada “batalla cultural”.
La estrategia es curiosa porque mientras López Obrador es asediado en la prensa de Estados Unidos con todo tipo de acusaciones y supuestos vínculos inconfesables, en lugar de responderlas ante esos medios, el mandatario analiza querellar a periodistas galardonados al mismo tiempo que concede una entrevista exclusiva a Afinogenova.
Es una asociación compleja para el Gobierno porque es habitual que en Washington se mencione que Rusia tiene múltiples agentes operando en México contra la seguridad de EU. El gesto de AMLO con la allegada al Kremlin alimenta esas versiones, especialmente si se considera lo reacio que es el presidente a conceder entrevistas.