Al Presidente se le extravió la brújula. Ya puso su dignidad por encima de la ley. No debe extrañarnos. Siempre ha sostenido que el Estado de derecho está hecho por y para los fifís.
A Andrés Manuel López Obrador le quedan poco más de siete meses en Palacio Nacional. Se va el próximo 1º de octubre, pero no como él quisiera. Termina acorralado por los escándalos de corrupción de su familia y con una etiqueta que difícilmente se va a poder quitar: #narcopresidente.
Triste final para el más popular de los mandatarios del México institucional. Su postura rompe el juramento que hizo el 1º de diciembre de 2018: “Cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan”.
* Ayer de plano rompió lanzas con lo que llama “medios manipulación” —los que le son críticos— luego de que la muy serena periodista de Univisión, Jesica Zermeño, lo cuestionara por haber hecho público el teléfono de Natalie Kitroeff, jefa de la oficina del NYT en México.
Kitroeff es la autora de un reportaje sobre el supuesto financiamiento de la campaña presidencial de López Obrador por cárteles del narcotráfico. El cuarto en medios extranjeros en menos de un mes y el primero que habla sobre la campaña de 2018.
“Si la compañera está preocupada porque se dio a conocer su teléfono, que lo cambie. Otro número y ya…”, minimizó el Presidente, sin el menor recato.
La insistencia de Zermeño sobre los riesgos que corre la periodista del NYT en un país como el nuestro, acabó por exasperarlo. Va textual parte del diálogo entre el Presidente y la periodista de Univision. Vale la pena leerlo.
López Obrador: “Ustedes se sienten bordados a mano. Como una casta divina, privilegiada. Ustedes pueden calumniar impunemente, como lo han hecho con nosotros. No se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa. Bájenle una rayita a su prepotencia”.
La reportera no quitó el dedo del renglón: ¿Y el teléfono personal…?
López Obrador: ¿Y qué pasa cuando esta periodista me está calumniando y me está acusando? Me está vinculando a mí y a mi familia con el narcotráfico sin pruebas.
Reportera: Pero el teléfono personal. Hay una ley que impide que usted dé a conocer este teléfono.
López Obrador: Sí, pero antes de eso hablo de la paja en el ojo ajeno y de la viga en el propio, porque ustedes, Univisión, Jorge Ramos, de inmediato cuestionaron eso. Pero no son capaces, en una autocrítica, de revisar el tipo de periodismo que hacen.
Reportera: Más allá de la investigación, ¿usted no cree que fue un error?
López Obrador: No, porque éste es un espacio público, nosotros estamos aquí aplicando un principio de la transparencia.
La reportera: Pero eso la pone en riesgo a ella. Más allá de usted, cualquiera le puede llamar y amenazar.
López Obrador: No pasa nada, absolutamente nada.
La reportera: Sí pasa en este país.
López Obrador: Es que también —y ustedes son los más tenaces desinformadores y manipuladores— se dice que hay un gran riesgo para los periodistas, en una asociación vinculada a grupos de interés creados; a gobiernos hegemónicos. Claro que hay compañeros que han perdido la vida, pero no hay impunidad.
La reportera: ¿Entonces no ve ningún error, volvería a presentar un teléfono privado de uno de nosotros?
López Obrador: Claro, cuando se trata de un asunto donde está de por medio la dignidad del Presidente.
La reportera: ¿Y qué hacemos con la Ley de Transparencia?
López Obrador: Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política. Yo represento a un país, a un pueblo que merece respeto. No va a venir cualquiera, porque nosotros no somos delincuentes, tenemos autoridad moral y no va a venir cualquier gente, que, porque es The New York Times, y nos va a sentar en el banquillo de los acusados.
En el Inai tomaron nota de las palabras de López Obrador. “Cualquier autoridad debe cumplir la autoridad y la ley. Absolutamente nadie puede estar por encima de ella”, escribió el consejero presidente de ese instituto, Adrián Alcalá.
Lamentó que desde la Presidencia no se advierta lo grave que puede ser la divulgación de información de cualquier persona, especialmente de una periodista.
* El Presidente ha estado en la polémica toda la semana. Hace apenas tres días reveló que cuando Arturo Zaldívar presidía la Corte “respetuosamente interveníamos” y él colaboraba. Una confesión que dejó mal parado a Zaldívar y que produjo una réplica de la ministra Norma Piña, una de las villanas favoritas de López Obrador, en el XIX Congreso Nacional de la Barra Mexicana de Colegios de Abogados, que se celebra en Querétaro. La ministra dijo:
“La independencia judicial es un pilar de la democracia; no es un privilegio de los jueces, es un derecho de los justiciables. No debemos confundir nunca la colaboración y el diálogo entre Poderes del Estado con la subordinación del Poder Judicial federal frente a otros Poderes”.
Así o más claro…