También en Washington hay conjuras contra políticos populares y destructores, con el afán de ganarles “a la mala”.
La que está en curso tiene una trama que la llevaría a superar el éxito en taquilla de cualquier película de suspenso de Hollywood.
Se trata de la mujer más famosa del mundo que monta un noviazgo ficticio con el jugador estrella de un equipo de futbol americano, campeón de su liga.
Entre ellos urden un entramado para apoyar a un candidato presidencial y desbancar a otro, en sintonía con el mayor evento deportivo de Estados Unidos, el Súper Tazón.
¿No es una joya?
A diferencia de Hollywood, la singularidad de esta trama es que es real.
Nació en las mentes febriles del staff de propaganda del trumpismo y se diseminó en redes sociales y grandes medios de comunicación que impulsan la candidatura del expresidente que quiere regresar a la Casa Blanca.
La fanaticada de Trump está desatada con nuevas teorías de la conspiración que, dicen, fueron ideadas en el establishment para descarrilar a su candidato de la puja presidencial.
En el centro de la conjura está la megaestrella pop, Taylor Swift. Su novio es el ala cerrada de los Jefes de Kansas City, Travis Kelce, que este domingo jugará el Súper Tazón contra los 49′s de San Francisco, en Las Vegas.
Y el beneficiario de la conspiración sería Joe Biden, presidente de Estados Unidos y candidato demócrata a repetir en la Casa Blanca.
¿Cuáles son las pruebas? Que la esbelta Taylor apoyó a Biden en 2020 y el corpulento novio tuvo la osadía de filmar un video para invitar a la gente a vacunarse contra el covid.
¿Las pruebas le parecen absurdas? No para el sector más radical de la ultraderecha trumpista.
Alison Steinberg, una conductora del canal archiconservador OAN (One América News Network), conjetura que se trata de un “operativo psicológico”. Es decir, una campaña masiva de lavado de cerebro para apoyar a Biden.
Vivek Ramaswamy, el fallido aspirante presidencial republicano de origen indio, presumió que el desenlace del Súper Tazón está arreglado a favor de los Jefes, para que sirva de marco a un relanzamiento de Joe Biden.
Para no quedarse atrás, el conductor de la cadena Fox News, Jesse Walters, pisó el acelerador y fue más allá. Sugirió que la joven Taylor es un “activo” secreto del Pentágono.
Swift es la mujer más famosa del mundo, por su magnetismo, su voz y sus canciones. Ella compone.
La revista Time la sacó en portada como el personaje del año 2023, y le hizo una amplia entrevista, con recuento de su vida. Por donde pasa crea auge económico, y también mucha alegría.
La Universidad de Harvard, dice Time, inauguró un curso denominado “Taylor Swift y su mundo”, que profundiza en su música, sus letras y su impacto cultural.
También la Universidad de Nueva York hizo lo propio, dos años antes, y la Universidad de Florida arrancará en marzo un curso de un trimestre sobre la discografía de la artista.
Sus discos se reproducen por miles de millones. Uno de ellos, Cruel Summer, lleva mil 600 millones de reproducciones. Shake it off, mil 400 millones.
La periodista que la entrevistó para Time, Hannah Dalley, escribió que Swift “emite tanta luz que puede resultar cegadora”.
Su último concierto en Tokio, donde se encuentra actualmente, termina unas horas antes de la aparición de su novio Kelce en el Súper Tazón de Las Vegas.
Así es que la embajada japonesa en Washington se vio en la necesidad de tranquilizar a los seguidores de Taylor Swift con un comunicado difundido en Twitter (ahora X): “A pesar del vuelo de 12 horas y la diferencia horaria de 17 horas, la embajada puede hablar ahora con confianza para decir que… debería llegar cómodamente” a tiempo para el juego de los Jefes de Kansas.
¿Estará también Japón en el complot que difunde la maquinaria de propaganda de Donald Trump?
Todo podría quedar como una anécdota de personas picadas por el bicho del fanatismo. Pero no es así, y es de cuidado.
El mensaje subyacente es obvio: la ultraderecha dirá y hará todo lo que sea necesario para arropar a Donald Trump.
Durante esta semana los republicanos descarrilaron el paquete de ayuda a Ucrania e Israel, así como el acuerdo bipartidista de migración y seguridad para la frontera con México.
También intentaron, aunque fallaron, destituir al secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas.
Las consideraciones de política exterior y de seguridad nacional, acertadas o no, fueron desechadas por los legisladores republicanos devotos de Trump, que recibieron la orden: ningún triunfo legislativo a Biden.
Por si había dudas de que los simpatizantes extremistas de Trump, con él a la cabeza, son capaces de todo, ahí está el complot de Taylor Swift, Travis Kelce, Joe Biden y el “Estado profundo” de la principal potencia del mundo.
Ya los simpatizantes de Trump fueron capaces de irrumpir ilegalmente en el Capitolio para intentar invalidar el legítimo triunfo de Biden en 2020, y buscaron a Mike Pence y Nancy Pelosi para matarlos. Hay más de cien detenidos.
La pregunta de fondo es ¿qué serán capaces de hacer si Trump pierde, otra vez, en noviembre?
¿Iniciar una guerra civil?
No lo descarte.