La agenda de Marcelo Ebrard vuelve a estar agitada. Una semana de tensiones entre el Gobierno y Estados Unidos lo han puesto nuevamente una posición de centralidad en la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum, donde por estos días varias aristas se encuentran en revisión.
El excanciller cree que Sheinbaum ya consolidó el voto morenista y anticipa que la candidata comenzará a mostrar un perfil más moderado para seducir a los sectores medios. Una primera señal vino en las últimas horas cuando Juan Ramón De la Fuente dijo que en un eventual sexenio de Sheinbaum no habrá cambios considerables a la Constitución. El exembajador ante la ONU también dijo que los equipos técnicos de la candidata ya desarrollan un plan de seguridad.
Ebrard cree que es preciso desmontar una lectura que comienza a crecer en el círculo rojo y que dice que Sheinbaum, en realidad, es más ultra que el propio López Obrador.
De ahí que en la última semana además de Ebrard comienzan a ganar centralidad Omar García Harfuch, Ricardo Monreal y el propio De la Fuente.
En paralelo, el presidente no suelta el control político. Quedó en evidencia en la última tanda de candidatos al Senado: Félix Salgado en Guerrero, Enrique Inzunza en Sinaloa o José Antonio Álvarez Lima en Tlaxcala. Toda cuadros que en el War Room de la candidata son descriptos como impresentables (cuanto menos), pero que vienen con aval de Palacio Nacional.
Ebrard, que respaldó a López Obrador en su contencioso con la DEA, cree que el presidente tiene que poner toda su energía en asegurar la gobernabilidad y contener la crisis de inseguridad que azota a vastas regiones del país. De ese modo, las elecciones quedarían delimitadas al comando electoral morenista.
El excanciller teme que una escalada de violencia termine por descarrilar las elecciones y, en paralelo, ahuyentar al público inversor lo cual merma las chances de Claudia.
Esta dirección es compleja porque el entorno presidencial alimenta permanentemente la idea de que la campaña de Claudia es errática y que el presidente debe supervisar su curso hasta el mínimo detalle.
Una idea que se nutre de ciertos escenarios locales como los de Veracruz, CDMX, Morelos o Puebla, donde los triunfos de los candidatos morenistas no son tan nítidos. O el hecho de que al menos quince elecciones del Senado lucen complicadas para las fórmulas morenistas.