López Obrador no sabe gobernar, pero ¡¿qué tal los actos de proselitismo?! Triste realidad para quien pasó dos décadas diciendo que tenía todas las soluciones y resultara que supiera solo de los vericuetos para darle la vuelta a la normatividad electoral. Eso y dividir, victimizarse, grillar. Que ni qué. Cada quien sus fortalezas…
Claudia Sheinbaum y los demás precandidatos a puestos de elección popular de la Cuarta Transformación tienen a un único jefe de campaña. Se llama Andrés Manuel y, para más señas, se apellida López Obrador.
Hace apenas unos días, entre sus últimas movidas en pos del voto fácil, avisó que lanzará una serie de reformas imposibles (también indeseables). El objetivo: que no por irrealizables se deje de hablar de ellas. Todo lo contrario, lo que se busca es que se discutan al por mayor y que los otros partidos, el PRI, el PAN, MC, el PRD, queden como unos aguafiestas. Como los que no permitieron profundizar la transformación de México… Dichas reformas la hacen de nueva cortina de humo para evitar hablar de las masacres, de los muertos, de los desaparecidos, del desabasto de medicamentos (sí, la farmacia gigante no ha servido ni para un carajo).
¿La realidad? ¿Todavía le importa a la gente? Pues bien, que en caso de ser aprobadas no habría dinero para instrumentarlas.
¿Las pensiones? Vamos, ni en los países más avanzados son del equivalente al 100% del salario. Las más robustas, las de los países nórdicos, alcanza el 70% del último sueldo del pensionado. ¡Pero qué más da!, él no tendría que afrontar los costos, los altos apalancamientos ni el latigazo que significará para todos aquellos que están en la economía informal.
Y así, mientras los candidatos —algunos— hacen mutis estas semanas de intercampañas, el lanzará una que ha denominado ‘las últimas reformas necesarias’. Cinco años pasaron y resulta ser que ahora es momento de presentarlas… Lo que es más, seleccionó la fecha del cinco de febrero para darlas a conocer. La reforma a la ley de pensiones, la reforma electoral, la reforma judicial, la reforma al salario mínimo. Un mensaje viniendo del presidente “historiador”: intenta equipararse con nuestros viejos constitucionalistas. Temo informarle que, aunque las mande en esa fecha, él no logrará que sus iniciativas pasen el tamiz de la historia.
Banderas de campaña para jalar a 23 millones de mexicanos asegurados en el IMSS a quienes les beneficiaría eso que es imposible. Porque más allá de que diga que los empresarios son los que pagarían un poco más y el resto el gobierno, sería bueno recordarle que todo peso y centavo utilizado, dado o “regalado” por el gobierno NO proviene del gobernante en turno. Es de quienes pagamos impuestos; una suerte de préstamo que tendremos que pagar los contribuyentes. Él sólo busca el voto, lo que suceda después —el desastre o, bien, desdecirse y no llevarlas a cabo— no es de su incumbencia.
Eso de no respetar la ley electoral federal se cuece aparte. ¿Los exhortos del INE? Le entran por una oreja y le salen por la otra.
Mientras tanto, Claudia Sheinbaum juega a moderarse; lástima que ese truco ya nos lo aplicó López Obrador y sabemos es falso. Aparenta ser objetiva, centrada y estudiada (¿se han fijado que ahora firma todo como doctora?), pero la realidad es que se concentra en “construir” el 2º piso del obradorismo. ¿Moderación? Eso no existe en su quehacer.
Y es que actúa a la sombra del verdadero candidato de la 4t, y él es el primero en no respetar los plazos del proceso electoral.
Los invito a que sus hijos marquen esta fecha en algún calendario y se aseguren de guardarlo. En unos años verán que tuve razón.