Este jueves 18 de enero finaliza la etapa de precampañas electorales para los comicios del 2 de junio de 2024, y los mexicanos todos tendrán un respiro antes que inicien formalmente las campañas el 1 de marzo, conociendo de cierto lo que se viene a partir de ese día.
Ni los partidos políticos ni quienes serán sus candidatas, y candidato, a la presidencia de la República, disimularon un poco su estrategia político electoral, que, basada en la ofensiva más que en la propuesta va en la tónica de las últimas elecciones: no seleccionar al mejor, sino al menos peor.
Adelantadísimos los bloques mayoritarios de partidos, por un lado, el oficial gubernamental, Morena-PT-Verde, y por el otro el de la “oposición”, PAN-PRI-PRD, desde mediados de 2023 iniciaron con el proselitismo, inventándose procesos internos de selección no de candidatos, porque eso sería ilegal, sino disfrazados de coordinadores o representantes, con lo cual aseguraron pasar por encima de la Ley y placearse por todo el país impunemente.
En junio de 2023 iniciaron sus procesos internos para elegir a quienes les representarían como paradigmas de cada uno de los movimientos. En Morena se deshicieron así de todos los varones que aspiraban a la candidatura, y para los primeros días de septiembre de ese mismo año ya ungían a Claudia Sheinbaum como su líder moral, no candidata.
Lo mismo sucedió en la alianza opositora. En junio se apuntaron más de la cuenta para aspirar ser representantes del “frente”, y a finales de agosto ya Xóchilt Gálvez los había avasallado a todos, uno por uno se fueron “bajando” ante el fuerte arranque que tuvo la hidalguense luego que el presidente Andrés Manuel López Obrador no le abriera la puerta de Palacio Nacional para que ella ejerciera su derecho de réplica.
Total, la primera semana de septiembre ya había dos clarísimas candidatas. Sheinbaum por el oficialismo y Gálvez por la oposición, a pesar que formalmente, las precampañas para elegir candidatos al interior de los partidos y coaliciones, daría comienzo hasta el 20 de noviembre de 2023. Durante seis meses, el oficialismo y la oposición violentaron la Ley con irrevocables actos de campaña, o precampaña, disfrazados de reuniones internas para seleccionar no candidatos, sino dirigentes de movimientos, corrientes y frentes.
Fueron seis meses de ver todos los días a las virtuales candidatas recorriendo el país, en actos masivos a pesar que, a partir de noviembre por lo menos, sus reuniones debían ser con militancia exclusivamente. Pero como en México siempre, la clase política, sea del partido que provenga, encuentra la manera de violar la Ley, lo hicieron.
Movimiento Ciudadano no se queda atrás. A pesar de haber sido el partido que al último postuló un precandidato, no fue tanto por comprometerse con los tiempos y el respeto a la Ley, sino porque estuvieron acariciando la idea de recoger a alguno de los desechados por el oficialismo, después de todo MC y Dante Delgado acompañaron al presidente López Obrador en sus justas electorales del pasado. Particularmente fue sabido del interés que tenían en darle la ansiada candidatura presidencial a Marcelo Ebrard el carnal del presidente y por lo tanto no heredero de su movimiento y que, por segunda ocasión, la primera en 2012, se queda sin la nominación a la silla del águila.
Este interín y el contexto de división en los bloques políticos partidistas, le sirvió a MC para hacerse campaña y que Dante Delgado, en calidad de líder moral del movimiento naranja, también estuviese de manera frecuente en medios de comunicación, conferencias, banquetazos y entrevistas, atizando la incertidumbre de la nominación a la presidencia de la República, jugando con el halo de misterio de quiénes eran el centro de la negociación. Un día trascendía que Ebrard, otro que el propio Dante, uno más que el joven Colosio, y al final de manera que se observó muy improvisada ante la falta de construcción de acuerdos, metieron al quite al gobernador de Nuevo León, Samuel García, en una movida tan mal hecha, que llevó a esa próspera entidad a la incertidumbre y una crisis gubernamental al tener, en un solo día la primera semana de noviembre, tres pretensos gobernadores: el propio Samuel García con licencia en mano, el sucesor que él esperaba dejar, y aquel que el Congreso Estatal, dominado por la oposición había designado gobernador interino.
Al final, lo que mal empezó mal acabó para el joven neolonés, quien al verse impedido para designar a su sucesor mientras él hacía campaña, y evitar a toda costa que un miembro de la oposición PRI-PAN en la entidad se hiciese cargo de la administración pública que estaba abandonado, renunció a la candidatura que nunca fue y, otra vez, MC se quedó sin candidato.
De igual forma durante ese tiempo, los estrategas de Movimiento Ciudadano realizaron campañas mediáticas para aprovechar la salida de García y especular con Dante Delgado o quien fuera su sucesor. Con Luis Donaldo Colosio Riojas fuera de la contienda, y relegado a un cargo menor ante la ambición de García que logró anotar a su esposa como aspirante a la alcaldía de Monterrey, quitándole el derecho a la reelección de Colosio, el mismo Samuel destapó, supuestamente de forma desparpajada (nada es coincidencia ni espontáneo en política) con cervezas de por medio a quien semanas antes había designado su coordinador de campaña nacional, Jorge Álvarez Maynez, pero esta vez como precandidato a la presidencia de la República por el Movimiento Naranja.
Con varias impugnaciones a su precandidatura, el zacatecano de 28 años de edad ya se hace candidato a la presidencia por MC, y el único varón en medio de dos mujeres que le llevan no solo la ventaja de haber realizado campaña fuera de tiempo y lugar, pero “legalmente”, sino también aquella en términos cuantitativos en encuestas.
Los tres, Sheinbaum, Gálvez y Maynez, ya se tiran unos a otros, aun cuando el naranja es más ninguneado ante el poder femenino de las otras candidaturas, pero los tres deberán de concluir sus precampañas este 18 de enero para darle a los mexicanos electores un respiro de la ofensiva política que impera en este 2024, por lo menos hasta el 1 de marzo, tiempo que, ojalá, sirva para la reflexión del voto en las elecciones presidenciales y legislativas del 2 de junio, donde las pobres alternativas de la sociedad versan en torno a la continuidad de un gobierno cuestionable, la corrupción de siempre y la peligrosa inexperiencia.