Otro plagio en la 4T: La tesis de la pasante Ernestina Godoy

Guillermo Sheridan*

La titular de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, Ernestina Godoy Ramos, logró graduarse como licenciada en Derecho en enero de 2004 defendiendo en la UNAM una tesis titulada La participación ciudadana en la Ciudad de México en el marco de la alternancia y la transición política bajo la asesoría del Lic. Eduardo Galindo Becerra.

Lee también El túnel del “Tren fantasma”: el gobierno de AMLO impone una vía que dañará el patrimonio de miles de sonorenses

La tesis, que se guarda en el repositorio de tesis de la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM, puede leerse desde este vínculo: http://132.248.9.195/ptb2005/00721/0329241/Index.html

 

El cargo de Fiscal General de la Ciudad de México que ostenta hoy en día la entonces pasante, es uno que, de acuerdo con la Ley Orgánica (II, 39-c) de esa fiscalía, sólo puede ser ostentado por alguien que cuente “con título y cédula de licenciado en derecho”.

¿Se cumplirá ese requisito? Me temo que no. Ernestina Godoy es si acaso pasante, pues buena parte de su tesis (a veces capítulos enteros) es copia textual de escritos académicos previos, sin las obligadas referencias y sin que se otorgue el debido crédito a sus verdaderos autores. Como es sabido, reconocer y citar con honestidad intelectual y rigor metodológico los escritos de otros es crucial para el trabajo académico. Quien no lo hace comete plagio. Me pregunto si estaremos ante uno más, obedeciendo el llamado del presidente López Obrador, de la juez Esquivel Mossa, de la candidata Claudia Sheinbaum y de la misma fiscal Godoy a denunciar la deshonestidad en cualquiera de sus formas.

He aquí algunos ejemplos de cómo la pasante Godoy prescindió de la ética académica:

A) El despojo a Mauricio Merino

La argumentación y una parte considerable de algunos capítulos de la tesis de Godoy, reproducen La participación ciudadana en democracia, un folleto que Mauricio Merino publicó en 1995 en el Instituto Federal Electoral (IFE) como el cuarto de los “Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática”, que se lee en este vínculo:

https://portalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/IFE-v2/DECEYEC/DECEYEC-CuadernosDivulgacion/2015/cuad_4.pdf

Ahora las evidencias, algunas en fotos y otras en transcripciones cabales:

  1. El capítulo IV de Godoy, “Hacia una política pública de participación ciudadana”, que tiene una extensión de 25 páginas, está íntegramente copiado del trabajo de Merino, incluyendo las citas al pie de página. Por ejemplo, la tesis de Godoy dice en las páginas 62-63:

 

 

70. Sartori, Giovanni, Elementos de Teoría Política. Alianza Editorial, Madrid, España, 1992, p. 230

 

Y dice el folleto de Merino (pp. 20-21)

En el largo periodo de la Edad Media, la representación no estaba fundida a la idea de participar en la toma de decisiones comunes –como en las antiguas ciudades griegas–, sino sometida a la voluntad final de los reyes y de los monarcas que poseían la soberanía del Estado.

En consecuencia, la representación tampoco estaba asociada a las tareas de gobierno: lo que se representaba, en todo caso, era la voluntad de ciertos grupos estamentales para obtener los favores del príncipe soberano. De modo que la sociedad no formaba parte de las decisiones, sino que acaso intentaba influir en ellas a través de sus muy variados representantes. Para decirlo en términos llanos, la representación estaba confundida con lo que ahora entenderíamos como participación: era una forma de sustituir la presencia de los intereses aislados ante la soberanía del rey, pero nunca de formar parte en las decisiones finales tomadas por el gobierno.

¿Por qué? Porque la soberanía del gobernante no provenía del pueblo, sino de la herencia. No era la voluntad popular la que había llevado a la formación del gobierno sino los ancestros del poderoso y, en última instancia, la voluntad de Dios.

En cambio, “la representación moderna refleja – como nos dice Giovanni Sartori – una transformación histórica fundamental”4:no sólo porque el concepto de soberanía se trasladó de las casas reales hacia la voluntad popular, sino porque los gobernantes y los estamentos dejaron de representarse a sí mismos para comenzar a representar los intereses mucho más amplios de una nación. Y es en este punto donde comienza a plantearse la separación y, al mismo tiempo, la convivencia entre las ideas de representación política y participación ciudadana. Si para las antiguas ciudades griegas participar y representarse eran una y la misma cosa, y para el largo periodo medieval sólo cabía la representación de Dios a través de los reyes y su voluntad personal de escuchar a veces a ciertos representantes del pueblo, para nosotros ya no cabe la idea de la representación más que ligada al gobierno: nuestros representantes son nuestros gobernantes, y sólo pueden ser nuestros gobernantes si efectivamente nos representan. Se trata de la primera idea cabalmente democrática que acuñó la humanidad y hasta la fecha sigue siendo la más importante de todas: arrebatarle el mando político, la soberanía, a un pequeño grupo de gobernantes para trasladarlo al conjunto del pueblo.

Aquella idea no distinguió clases sociales ni diferencias raciales, pero ya habían pasado los tiempos – si es que alguna vez los hubo realmente – en que el pueblo podía presentarse en una asamblea pública a tomar decisiones. La democracia que defendieron los llamados revolucionarios liberales no era una democracia acotada a las fronteras estrechas de una pequeña comunidad, sino otra destinada al gobierno de naciones enteras. De modo que fue preciso crear parlamentos para darle curso a la representación popular e instaurar métodos y procedimientos para elegir a los nuevos representantes. Y con ellos surgieron, naturalmente, nuevas dificultades: algunas se resolvieron paulatinamente durante el siglo anterior y otras, como veremos más adelante, siguen sin tener una respuesta válida para todos.

4. Sartori, Giovanni, Elementos de Teoría Política. Alianza Editorial, Madrid, 1992, p. 230

 

2. Dice la tesis “de” Godoy (p. 86):

 

Y dice el folleto de Merino (página 53):

 

3. Dice la tesis “de” Godoy (p. 57):

La participación está inevitablemente ligada a una circunstancia específica y a un conjunto de voluntades humanas: El medio político, social y económico, y los rasgos singulares de los seres humanos que deciden formar parte de una organización, constituyen los motores de la participación; el ambiente y el individuo, que forman los anclajes de la vida social. La participación atraviesa tanto por los innumerables motivos que pueden estimular o inhibir la participación ciudadana en circunstancias distintas, como por las razones estrictamente personales -psicológicas o fisicas- que empujan a un individuo a la decisión de participar. La participación es siempre, a un tiempo, un acto social, colectivo, y el producto de una decisión personal. Y no podría entenderse, en consecuencía, sin tomar en cuenta esos dos elementos complementarios; la influencía de la sociedad sobre el individuo, pero sobre todo la voluntad personal de influir en la sociedad.

Copiando el folleto de Merino, cuya página 9 decía:

La participación está inevitablemente ligada a una circunstancia específica y a un conjunto de voluntades humanas: El medio político, social y económico, y los rasgos singulares de los seres humanos que deciden formar parte de una organización, constituyen los motores de la participación; el ambiente y el individuo, que forman los anclajes de la vida social. De ahí la enorme complejidad de ese término, que atraviesa tanto por los innumerables motivos que pueden estimular o inhibir la participación ciudadana en circunstancias distintas, como por las razones estrictamente personales – psicológicas o físicas – que empujan a un individuo a la decisión de participar. La participación es siempre, a un tiempo, un acto social, colectivo, y el producto de una decisión personal. Y no podría entenderse, en consecuencia, sin tomar en cuenta esos dos elementos complementarios: la influencia de la sociedad sobre el individuo, pero sobre todo la voluntad personal de influir en la sociedad.

4. Dice la tesis “de” Godoy (p. 58):

Hay un difícil equilibrio, pues, entre las razones que animan a la gente a participar y sus posibilidades reales de hacerlo. Pero también entre el ambiente que les rodea y su voluntad de intervenir de manera activa en ciertos asuntos públicos.

Es prácticamente imposible la particípación idéntica de todos los individuos que forman las sociedades de nuestros días. De aquí el primer dilema que nos plantea la participación: no todos quieren participar, aunque puedan, y no todos pueden hacerlo aunque quieran.

Lo que decía antes el folleto de Merino (p. 11):

Hay un difícil equilibrio, pues, entre las razones que animan a la gente a participar y sus posibilidades reales de hacerlo. Pero también entre el ambiente que les rodea y su voluntad de intervenir de manera activa en ciertos asuntos públicos. […] también es prácticamente imposible la participación idéntica de todos los individuos que forman las sociedades de nuestros días. […] De aquí el primer dilema que plantea el término: no todos quieren participar, aunque puedan, y no todos pueden hacerlo aunque quieran.

5. Dice la tesis “de” Godoy (p. 85):

No obstante, el tema que nos ocupa se encuentra a medio camino entre las razones de cada individuo y la vida política entre los deseos personales y las restricciones y los estímulos que ofrece la sociedad. Pero además lo hemos abordado desde una perspectiva democrática, lo que supone que la soberanía entregada a los pueblos les impone también ciertas obligaciones. Aquella idea de la responsabilidad que atañe a los gobiernos de los regímenes democráticos atraviesa también, inexorablemente, por el comportamiento de los ciudadanos.

Mientras que el folleto de Merino decía (p. 52):

No obstante, el tema que nos ocupa se encuentra a medio camino entre las razones de cada individuo y la vida política: entre los deseos personales y las restricciones y los estímulos que ofrece la sociedad. Pero además lo hemos abordado desde una perspectiva democrática, lo que supone que la soberanía entregada a los pueblos les impone también ciertas obligaciones. Aquella idea de la responsabilidad que atañe a los gobiernos de los regímenes democráticos atraviesa también, inexorablemente, por el comportamiento de los ciudadanos.

Y así sucesivamente…

El nombre de Mauricio Merino no aparece nunca, ni en el texto ni en las notas a pie de página ni en la bibliografía de la tesis que Godoy presenta como suya. Una sola vez hay una referencia a pie de página a un texto de Merino (p. 60), pero la autora prefiere adjudicárselo, quién sabe por qué, a Jesús Silva-Herzog Márquez (que en 1996 había publicado en la misma serie su folleto Esferas de la democracia).

B) El despojo a Jean-Claude Thoenig

En otros capítulos de la tesis ocurre lo mismo. Por ejemplo, en el capítulo III, “Marco teórico conceptual de la participación ciudadana”, el despojado (a veces textualmente; a veces glosado) es el académico francés Jean-Claude Thoenig, cuyo artículo “Política pública y acción pública” (1988) apareció en español en la revista del CIDE Gestión y política (número 1, volumen 6, primer semestre de 1997), que puede leerse en este vínculo

http://www.gestionypoliticapublica.cide.edu/num_anteriores/Vol.VI._No.I_1ersem/TJ_Vol.6_No.I_1sem.pdf del que se toma esta foto:

1. En “su” tesis escribe Godoy (p. 53):

El concepto de “política pública” corre el riesgo de portar consigo un postulado de estatocentralismo: el aparato del Estado, la esfera instituida de los poderes –legislativo, ejecutivo y judicial–, son en definitiva los amos del destino publico y, más aún, es el colectivo del devenir social; el estatocentralismo admite que la política es preexistente y, al hacerlo no logra poner radicalmente en tela de juicio su naturaleza, su legitimidad, sus formas y mutaciones.

El término “público” se refiere a los políticos y administradores que toman las decisiones, y de quienes se quiere tener la seguridad de su capacidad administrativa.

El enfoque a través de la política pública se interesa también en dos cuestiones y elabora en consecuencia los instrumentos analíticos para abordarlas. Una de ellas es el de las modalidades de la intervención pública…

Mientres Thoenig escribe en su artículo (pp. 22-24)

El enfoque que recurre al concepto de política pública corre el riesgo de portar consigo un postulado de estatocentralismo. […] la esfera instituida de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, […] son en definitiva los amos del destino público y, más aún, colectivo, del  devenir social. El estatocentralismo admite que la política es preexistente y, al hacerlo, no logra poner radicalmente en tela de juicio su naturaleza, legitimidad, formas ni mutaciones. […]

El término público se refiere a los políticos y administradores que toman las decisiones y de quienes se quiere tener la seguridad de su capacidad administrativa. […]

El enfoque a través de la política pública se interesa también en dos cuestiones y elabora en consecuencia los instrumentos analíticos para abordarlas. Una de ellas es la de las modalidades de la intervención pública…

2. En la tesis dizque de Godoy se lee (p.53-54)

El enfoque a través de la política pública se interesa también en dos cuestiones y elabora en consecuencia los instrumentos analíticos para abordarlas. Una de ellas es el de las modalidades de la intervención pública, dicho enfoque clasifica los tipos de política pública y se sintetizan en la bien conocida tipología elaborada por Theodor Lowi y Robert Salisbury60; en la que exponen cuatro categorías: reglamentaria, distributiva, redistributiva y constitutiva-, se divide en función del grado de coerción que el Estado ejerce sobre los sujetos. La otra cuestión se refiere al inventario de actividades que despliega el poder público para ocuparse de sus programas y Charles Jones propone un sistema de interpretación que permite descomponer analíticamente el trabajo político y administrativo en cinco categorías: la inclusión en la agenda, la elaboración y legitimación de soluciones, la aplicación, la evaluación y la terminación.

60. Aguilar, Luis F. El Estudio de las Políticas Públicas. Volumen 1. Porrúa, México, 2000, pp. 65-68.

(Curiosamente, la nota 60 de Godoy remite al libro de Luis Aguilar, cuyo texto remite a su vez, como debe ser, a Thoenig. Godoy prefirió evitar el nombre del autor original.)

En el artículo de Thoenig (foto de la p. 24) se lee:

 

3. En la tesis “de” Godoy se lee (p. 54):

El estatocentralismo da preferencia al estudio de la toma de decisiones, de la puesta en práctica y de la evaluación. En otras palabras, existe el riesgo de que la autoridad pública sea el único o el principal actor de una sociedad que pueda etiquetar y, por ende, abandonar los problemas colectivos, construir la categoría de lo que es público y lo que pertenece a lo privado.

La ciencia política, en efecto, fue históricamente el impulso de creación del enfoque de la política pública, mucho más que la sociología. Una de las principales razones de ello se relaciona con el modo de cuestionamiento que la constituye, en su núcleo fundamental, en cuanto comunidad científica; esto es, se interesa en las condiciones que hace posible, legítima y eficaz la acción pública. Su problema es el poder público; la sociedad y su medio  ambiente.

Lo que es copia del artículo de Thoenig (p. 26)

El estatocentralismo da preferencia al estudio de la toma de decisiones, de la puesta en práctica y de la evaluación. […] En otras palabras, existe el riesgo de que la autoridad pública sea el único o el principal actor de una sociedad que pueda etiquetar y, por ende, abordar los problemas colectivos, construir la categoría de lo que es público y lo que pertenece a lo privado. […]

La ciencia política, en efecto, fue históricamente el impulso de creación del enfoque de la política pública, mucho más que la sociología, en todo caso. […] Una de las principales razones de ello se relaciona con el modo de cuestionamiento que la constituye, en su núcleo fundamental, en cuanto comunidad científica; esto es, se interesa en las condiciones que hacen posible, legítima y eficaz la acción pública. Su problema es el poder público; la sociedad, su medio  ambiente.

4. En la tesis “de” Godoy se lee (p. 54)

El Estado no se reduce a un escenario de juegos de poder e influencia, formalizado por instituciones y procedimientos; produce contenidos cuya sustancia tiene repercusiones en la sociedad; responde o no a los problemas: estructura o no las arenas de poder e influencia, mediante las decisiones que adopta y la manera en que administra, las respuestas a los problemas.

La política pública es otra manera de hacer política. Puesto que es el atributo de la autoridad estatal, la política está estatalmente centrada.

Párrafo que viene del artículo de Thoenig (p. 26):

El Estado no se reduce a un escenario de juegos de poder e influencia formalizado por instituciones y procedimientos: produce contenidos cuya sustancia tiene repercusiones en la sociedad; responde o no a los problemas: estructura o no las arenas de poder e influencia mediante las decisiones que adopta y la manera en que administra las respuestas a los problemas.      […]

La política pública es otra manera de hacer política . Puesto que es el atributo de la autoridad estatal, la política está estatalmente centrada.

Y así sucesivamente (la única diferencia, como es obvio, es que en el texto de Thoenig se emplean adecuadamente los signos de puntuación).

Y como en el caso de Mauricio Merino, cabe señalar que el nombre de Jean-Claude Thoenig no aparece en la tesis de Godoy, ni en el texto ni en las notas al pie de la página ni en la bibliografía.

Conclusión:

Tal es el caso de la tesis que presentó la pasante Ernestina Godoy Ramos, que le permitió hacerse del título y la cédula de licenciada en derecho.

En alguno de sus múltiples discursos a la ciudadanía, y a los comités encargados de la ratificación que le permitirá continuar como fiscal cuatro años más, la pasante Godoy conmina a las autoridades de la CDMX a ver en ella a la persona adecuada para “garantizar el acceso a la justicia, para combatir el crimen contra la impunidad y proteger a las víctimas”. Pero ¿cómo va a cumplir con tan elevadas metas, alguien que ha hecho todo lo contrario? ¿Por qué habría que creerle a quien ha cometido ilícitos que no los cometerá ya más? ¿No habría que suponer que quien ha mostrado su desdén a las leyes y reglamentos podría  desdeñarlos una vez más?

Calculo, luego de las citadas evidencias, que hay motivos para apreciar que la tesis de Godoy no protege a las víctimas sino que las condena a serlo; no “garantiza su acceso a la justicia”, sino que se los impide; no “combate el crimen contra la impunidad”, sino que lo fortalece, pues hay evidencia de que ignora los derechos humanos de los verdaderos autores de lo que llama su tesis, y de que se ha apropiado  indebidamente de su propiedad intelectual. Esto, podrían opinar algunos, pone en entredicho la validez de su examen profesional y de su título académico.

A menos, claro, que resulte que la tesis de Godoy, aunque fechada en 2004, haya sido escrita antes de 1988 y de 1995, cuando fechan sus escritos Merino y Thoenig y que, por tanto, la plagiada sea ella.

Y en México ya hay antecedentes de que tales desfases no son extraños…

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