Ni como negarlo. Marko Cortés trabaja para la 4t (no sé si también cobre ahí). Ha quedado claro después de sus hechos; sus dichos solo lo rubricaron. La pregunta que queda ahora es: ¿cómo sacarlo del PAN?
El “pacto mafioso” del Revolucionario Institucional – Acción Nacional señalado por López Obrador ni es mafioso ni limitativo de esos dos partidos (Morena y aliados son peores) ni —afortunadamente— abarca a toda la clase política. Pero sí en parte justifica la queja de muchos de nosotros, ciudadanos, en el sentido de que no pocos individuos utilizan la política como moneda de cambio. Vaya, para repartirse el botín, en lugar de pensar en la ciudadanía y en el país.
Por cuanto a Acción Nacional en lo particular, desbordan estulticia. Con sus propuestas y sus procederes, tal vez en el corto plazo consiguen plazas y/o beneficios para unos cuantos, pero cada vez son menos los espacios y las probabilidades de crecer y, con ello, en el mediano plazo ya no podrán ni siquiera “plantearse” la repartición de plazas. No tendrán nada.
Marko Cortés debería entender la diferencia entre acuerdos electorales, gobiernos de alianza y repartición de puestos, prebendas y concesiones. Una cosa es que se opte por los mejores perfiles para contender por una plaza de elección popular de acuerdo a los partidos que conforman la coalición y otra muy distinta es repartirse notarías y puestos en la administración pública.
Marko Cortés está jugando con la alianza opositora, con las esperanzas de muchos mexicanos, y con la democracia misma. Ese señor ha perdido la brújula de la ética —si es que alguna vez la tuvo—, y de paso hay necedad en no entender lo que hizo y todavía ufanarse de que “él transparenta todo”.
Hartos estamos de la incapacidad que tiene toda la clase política nacional de entender que la política es para servir a la gente y no para servirse. Sean contratos a familiares (León Manuel Bartlett en el IMSS o primos e hijos de López Obrador en PEMEX y en el Tren Maya), y una larga lista que cada día crece más y más, incluso a partir de revelaciones de correligionarios (funcionarios, Sanjuana Martínez, Marcelo Ebrard).
Ahora resulta que Xóchitl Gálvez y otros respetables candidatos opositores, además de enfrentar la maquinaria del poder y una elección de Estado, ¿también tienen que enfrentar a Vicente Fox y a Marko Cortés?
El desaguisado que mostró este último (el cual existía desde que lo firmó) al hacerlo del dominio público estalla en las aspiraciones del frente y en especial de la campaña de Xóchitl. Su compañero de aventura política, es más, uno de los líderes de partido que cobija su candidatura, acaba de mostrar la peor de las propuestas y dinamitó al menos en Coahuila la alianza. ¿Deslindar a la pre candidata de toda responsabilidad subsana el daño? Por supuesto que no. A pesar de que Gálvez efectivamente no tiene nada que ver.
Mucho más tendrá ahora que laborar Xóchitl para recuperar la confianza en el partido, para mostrar que ella no tuvo nada que ver en ello, que ni siquiera estaba en el radar como posible candidata en ese entonces. Tendrá también que recalcar que ella ni permite ese tipo de “acuerdos”, ni se hacen en estas elecciones. Pero lo más importante —además de ser candidata y procurar su triunfo— es que se plantea un nuevo desafío para la hidalguense: recuperar el control del PAN, llevarlo a sus raíces y fundaciones.
¿Cómo lo hará? No lo sé; tal vez con el regreso de Felipe Calderón, de Margarita Zavala y de muchos panistas que en realidad aspiran a un mejor México (por lo menos a un albiazul algo más limpio). Mas lo que sí queda claro es que ahora se verá forzada a hacer algo al respecto.
Quiero verme —pero, sobre todo, sentirme— positiva, así que voy a sugerirle algo a la candidata de Fuerza y Corazón por México: esta es una oportunidad que le llega sin quererlo para que propicie la reforma del sistema de partidos desde adentro. Más allá de su función de candidata opositora, más allá de que gane o pierda ella en lo particular, puede aprovechar para darle un verdadero vuelco al PAN, y ya entrados en gastos, al PRI, al PRD y a la otra ralea de impresentables. Tal vez así, después de todo, el inútil de Marko Cortés termine siéndole útil a México…