Ya definió sus cuatro temas de campaña y de gobierno la candidata presidencial de la oposición: seguridad, salud, campo y educación.
Habrá que esperar los puntos clave de la campaña de la abanderada del oficialismo, pero el adelanto de Xóchitl en la reciente entrevista con Carlos Loret apunta a preocupaciones esenciales.
Preocupaciones para los que se preocupan, pues un alto porcentaje de población en edad de votar no relaciona sus problemas y aspiraciones con las políticas públicas.
Las preguntas al electorado de alguna manera las esbozó Xóchitl en la entrevista referida: ¿quiero seguir con un gobierno que no me da medicinas? ¿Quiero seguir con un gobierno que le da abrazos a los delincuentes? ¿Quiero seguir con un gobierno que abandonó al campo?
Así planteadas, cualquier estudiante de primer semestre de publicidad o comunicación se las echaría abajo, pero los temas ahí están.
La seguridad es la principal preocupación ciudadana porque hay un desastre inaguantable. Todos conocemos los esfuerzos del gobierno por tapar las masacres y la extorsión generalizada.
A la luz pública están (algunas) las alianzas de las autoridades de Morena con los cárteles en diferentes estados, y la resistencia del gobierno federal para señalar y actuar contra los grandes grupos criminales.
La violencia e inseguridad que se vive en el país no es culpa de Calderón ni de Peña Nieto, tampoco del ‘neoliberalismo’. Eso es un pretexto para encubrir la ineptitud o la complicidad. O ambas cosas.
Con Morena en el gobierno no hay manera de empezar a resolver el problema, sólo se caerá más profundo.
Salud es otra inquietud fundada de la población, porque no se invirtió en ampliar los servicios de atención médica y se destruyó lo que había.
Pena da ver a gente que hace filas afuera de consultorios en farmacias privadas.
¿Y los hospitales públicos? Saturados, sin medicamentos, ni gasas, ni higiene porque el gobierno federal ahorra para pagar la refinería y el trenecito. Los médicos fueron tratados como delincuentes, enfermeras y paramédicos pagaban de su bolsa algunos materiales de curación.
En lugar de pacificar regiones azotadas por grupos criminales para que médicos mexicanos tuvieran condiciones mínimas y atender a la gente sin correr mayores peligros, optaron por contratar mano de obra médica esclava que no puede negarse a ir donde la mandan.
Salud es la gran deuda de la candidata presidencial del oficialismo, porque la Ciudad de México fue de las entidades con peor desempeño contra el covid en todo el país.
La científica se sometió al interés político de su jefe y se doblegó ante un charlatán sin escrúpulos, al precio de la vida de decenas de miles de sus gobernados.
El campo es muestra de la demagogia morenista: sin maíz no hay país, autosuficiencia plena, producir lo que se consume.
Insultaron a los campesinos productores de maíz cuando le pidieron al gobierno que cumpliera la promesa de comprar la tonelada por encima del costo de la siembra, para volver a sembrar.
La realidad es que México, ahora, importa más granos que nunca en su historia: 37 millones 400 mil toneladas de granos y oleaginosas a noviembre del año pasado.
Maíz, 18 millones 200 mil toneladas importadas, para consumo animal y humano (en este último éramos autosuficientes y había excedentes para exportar), de enero a noviembre del año pasado.
Educación, el cuarto tema. Dice Gálvez que se perdieron 10 años en la educación de la infancia en este sexenio.
A falta de confirmar la cifra exacta, lo irrefutable es que, por primera vez, desde la Revolución, cayó la matrícula escolar en el país.
No tiene remedio, ni con Xóchitl ni con Sheinbaum, el desastre educativo que provocó el actual gobierno. Le devolvió a los sindicatos el control de la educación, a cambio de estructura electoral (SNTE) y capacidad de movilización (CNTE).
Ahí no hay arreglo de fondo posible, sólo paliativos.
Cuando uno ve en los estados a niños que piden caridad a los turistas o transeúntes del lugar, no puede dejar de pensar en el daño que se les causó al destruir la reforma educativa y las escuelas de tiempo completo.
Esos niños sólo van a superar la pobreza con alimentación y buena educación. Con limosna no, ni de los turistas ni del gobierno.
Ahí están los temas de Xóchitl Gálvez. Esperemos los de Claudia Sheinbaum.