Como que las cosas andan un poco de cabeza en este país: La frase presidencial de un señor vestido de mujer acaparó la atención de todo mexicano que pretende estar informado, mientras el país se desangra por la violencia y nadie tiene una estrategia para mitigar sus efectos y daños colaterales.
Lo peligroso de este asunto, quitando lo anecdotario, es que nos estamos acostumbramos a la violencia. No es nuevo, pero en el actual régimen se comprometieron a pacificar el país en el corto plazo. Nada, ni en un mes, en un año, ni en cinco años. Por ahí anda en entredicho la palabra del gobernador de Sonora.
Ya no es un chiste decir que “El Fresa” es gobernador de Guerrero.
Pero resulta que los chistes se multiplican a lo largo y ancho de un México que es consumido por la brutalidad de hombres armados que construyen un gobierno alterno a punta de un arsenal de armas de todo tipo.
Ahhhhhh cómo cambian los tiempos.
Antes, convivencia.
Hoy, violencia.
Y como no hay resistencias, a seguirle que es mole de olla.
Lo curioso es que el tema violencia es desplazado por un encabezado jalador: AMLO le dice ‘señor vestido de mujer’ a la diputada Salma Luévano; lo critican por transfóbico.
Obviamente, nadie chistó contra el presidente. Desaparecieron los defensores del movimiento. Impuestos e impuestas a la furia, los activistas callaron.
Las palabras de AMLO son iguales a las utilizadas por Gabriel Quadri al referirse a la diputada trans Salma Luévano, de Morena. Y el mundo se le vino encima. Nomás faltó que lo acusaran ante la Santa Inquisición.
Sí, la misma persona del beso de AMLO.
¿Entonces?
¿Qué no todos son medidos por el mismo rasero?
Ahhhhhhh, disculpen, el miedo no anda en burros.
Todo se perdona, menos quedar fuera del presupuesto.
Y, claro, de las próximas listas a puestos de elección popular.
Nada más hipócrita que la política.
Que cada vez está más corriente.
Algún día cambiarán las cosas… cuando le caiga el 20 a esa fuerza desarticulada y adormecida llamada clase media.