El cierre de precampaña de Xóchitl Gálvez trajo un alivio a su comando electoral que en breve fijará su ubicación a las inmediaciones de Polanco, en la CDMX. Resaltan la consistencia del discurso, la buena convocatoria de público y el gesto de unidad entre los partidos del frente opositor que, esperan, alcance para dejar atrás el conflicto entre Marko Cortés y Alejandro Moreno Cárdenas de la semana pasada.
Cerca de la candidata todavía no hay demasiada claridad sobre cuál fue el detonante real de la embestida del dirigente panista contra Alito por el reparto de posiciones en Coahuila. Solo hay malestar por el momento elegido por Marko para volver a dar una muestra evidente de su capacidad y jerarquía. En paralelo, en el costado ciudadano del frente, protagonizado por Claudio X. González, manejan la tesis de que Marko estalló por algún tipo de acuerdo que Alito tuvo con el Gobierno en los últimos días.
Como fuera, Xóchitl vuelve a dar señales de optimismo. Cree que su candidatura tiene una base cada vez más sólida en los estados del norte del país, que la asistencia a sus actos es orgánica y no acarreada y que la distancia real con Claudia Sheinbaum es de, como máximo, 15 puntos.
El obstáculo todavía a superar, deslizan, es la percepción que existe de Xóchitl en el empresariado y entre los dueños de los medios de comunicación. En esos ámbitos mínimos está muy fuerte el discurso de que la elección ya está definida y que Claudia Sheinbaum será la próxima presidente.
Esto fue muy evidente, por ejemplo, en la reunión que tuvo la candidata de Morena con empresarios estadounidenses ayer lunes. En diversas mesas del encuentro se reiteraban, una y otra vez, preguntas y pronósticos sobre el próximo gobierno como si la elección presidencial fuera un simple trámite. De hecho, un ejecutivo del fondo Black Rock mencionó que la candidata debería seguir el estilo de Andrés Manuel López Obrador en 2018, cuando anunció todo su gabinete con varios meses de antelación.
Otro detalle no menor, y muy mencionado en redes sociales, fue la omisión absoluta de la prensa capitalina al cierre de precampaña de Xóchitl en las ediciones de ayer lunes. En el ámbito mediático no se ataca a la candidata del Frente pero las apuestas también están con el oficialismo.
Debe decirse: a pesar de ciertos arranques de corte nacionalista, el empresariado no está incomodo con la economía de la 4T. Y el cálculo más frecuente es que Sheinbaum no se va a radicalizar, sino que, por el contrario, evitará los niveles de conflictividad del presidente.
A esto se agrega la capacidad de coerción y disciplinamiento que tiene el actual Gobierno. Se conoce que empresarios muy allegados a la campaña de Xóchitl recibieron mensajes inquietantes y algunos no fueron tan reservados, como es el caso de Agustín Coppel y los señalamientos que recibe en Sinaloa por ciertos negocios con gobiernos del PRI que habrían implicado un daño al erario de dicha entidad.
Una presión que irá en aumento a medida que se acerque la elección y que el Gobierno se asuma incomodo por temas tóxicos como los negocios de la familia presidencial con proveedores del Tren Maya, escándalo sobre el cual el presidente evita cualquier explicación más que arremeter contra el animador Carlos Loret de Mola. En Palacio creen que la filtración viene de ese mundo mínimo donde el repunte de Xóchitl no se termina de asimilar.