Con el cuento de que la doctora es moderada y en la Presidencia lo será más, empresarios y dirigentes sociales cobijan embelesados la candidatura de Claudia Sheinbaum.
Es el hechizo de las campañas, que encanta a los que mantienen un idilio permanente con el autoengaño.
Pero cuando suenen las campanadas de las 12 de la noche del 30 de septiembre, la carroza volverá a ser una calabaza.
A diferencia del populista López Obrador, que en ocasiones es más neoliberal que Milton Friedman y en otras es estatista como Luis Echeverría, Sheinbaum tiene una ideología menos confusa.
Su adversario es la propiedad privada.
Ella puede decir, y seguramente es sincera, que su enemigo es la pobreza. Pero hay muchas maneras de combatirla, y la suya es con la hoz y el martillo.
¿O ya dejó de ser marxista?
Aquí es donde los amigos del autoengaño se maravillan con la carroza, que pasada la elección volverá a ser calabaza.
“Una vez que tenga la banda presidencial se va a moderar”. “Ningún presidente se deja mangonear, una vez que ocupa la silla”.
Es lo que se dice y dejemos la respuesta al tiempo, si es que gana. Vamos a los hechos.
¿De dónde sacan que Claudia Sheinbaum es moderada? O ¿qué incentivos tendrá para moderarse?
Aunque quiera, y haya dado un vuelco mágico en su ideología, no se podrá moderar porque –de ganar– llegará atada y bien atada.
La candidatura al gobierno de la Ciudad de México cerró cualquier rendija de esperanza para el ejercicio de una Presidencia autónoma.
Sheinbaum apoyó la candidatura de Omar García Harfuch, que ganó la encuesta a Clara Brugada con 40.5 puntos contra 26.7. Y la candidata fue la alcaldesa de Iztapalapa.
Argumentan, de manera dolosa, que el exsecretario de Seguridad quedó fuera por una cuestión de género, pues la candidatura correspondía a una mujer. Si eso fuera verdad, ¿por qué no se lo dijeron antes? ¿Por qué hubo hombres en la encuesta?
El candidato de Sheinbaum quedó fuera por decisión de López Obrador. Ahí se acabó la posibilidad de autonomía.
La Ciudad de México es una posición de poder. Tiene un presupuesto multimillonario. Y es un espacio para hacer política, formar grupos, deshacer otros, apoyar con recursos económicos y humanos a candidatos en los estados.
Ese poder se lo quitaron a García Harfuch, es decir a Claudia Sheinbaum. Lo conservará AMLO, en caso de que su candidata a la CDMX gane la elección constitucional.
De ganar, Clara Brugada sabe que llega al cargo gracias a López Obrador y a pesar de Claudia Sheinbaum.
Quien va a tener la relación con la clientela morenista y el control sobre ella será Brugada y no García Harfuch.
A Omar García lo pueden hacer senador, secretario de Seguridad Ciudadana federal, secretario de Gobernación, o las tres cosas juntas y no tendrá la fuerza propia que otorgan los recursos y el espacio para hacer política que significa el gobierno de la capital del país.
Sheinbaum está atada y bien atada.
Debe cumplir con la tarea que le dejó su jefe, que seguirá teniendo el mando a través de los gobernadores y de los grupos delictivos que han sido cobijados en el presente sexenio.
¿No le gusta a la doctora? Ahí viene la revocación de mandato.
Además, ella se manifiesta gustosa de seguir con la destrucción de las instituciones democráticas y los pilares del Estado de derecho.
¿Qué les hace pensar otra cosa?
¿Se ha comprometido con el respeto a la división de poderes?
¿Con el restablecimiento de la seguridad y la erradicación de las bandas criminales?
¿Con la rendición de cuentas en el gasto público que hoy está encriptado como secreto por 10 o 15 años?
¿Con el regreso del Ejército a sus funciones constitucionales y sacarlo de los negocios?
Desde luego que no. Y no es porque esté en campaña. O que sin el apoyo de AMLO y de los radicales de Morena no ganaría.
Ella es de ese grupo. Por eso la eligieron candidata.
Viene el segundo piso del andamiaje autoritario, que es el ideológico.
Lo que sigue es consolidar la destrucción de la democracia liberal y apuntar a la propiedad privada como la causante de la pobreza.
Más Estado y menos ciudadanía.
¿Eso quieren? Eso tendrán.
Sigan maravillados con la carroza de la doctora.