Un reciente descubrimiento en Álamos, Sonora, ha sacado a la luz un narcolaboratorio de grandes dimensiones, considerado el más grande encontrado durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador. Este laboratorio, asegurado por las fuerzas federales, contenía 60 toneladas de precursores químicos y una extensa infraestructura para la producción de sustancias ilegales.
Este hallazgo refleja una realidad preocupante: la persistencia de fábricas clandestinas de drogas químicas en regiones como Sinaloa y Sonora, áreas preferidas por los cárteles para estas operaciones ilícitas. El Cártel de Sinaloa, en particular, ha sido identificado como el principal responsable de la instalación de estas fábricas en la región.
La alta demanda de metanfetamina y fentanilo en Estados Unidos ha impulsado a los criminales a establecer operaciones de producción en territorios como Sonora, aprovechando sus vastas extensiones deshabitadas. Este fenómeno ha llevado a un aumento en la producción y tráfico de estas drogas peligrosas.
Además del laboratorio de Álamos, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) desmanteló otro laboratorio en Quiriego, cerca de Álamos, y uno más en Guaymas. Estos descubrimientos subrayan el creciente problema de los narcolaboratorios en la región y su impacto en la seguridad y salud pública.
La situación se agrava con la discrepancia entre la posición oficial del gobierno mexicano y la evidencia existente. El presidente López Obrador ha negado reiteradamente la producción de drogas químicas en México, contradiciendo las pruebas contundentes de la existencia de estos laboratorios. Además, se reporta que menos del 5% de los laboratorios incautados estaban activos en el momento de su aseguramiento, lo que plantea dudas sobre la efectividad de las estrategias gubernamentales contra el narcotráfico.
Con información de Tribuna.