La clase política cierra el año como lo inició: Con demagogia, mentiras y traiciones. La corrupción es un valor agregado. Pero descansemos la vista en la traición, tan de moda en estos momentos, sobre todo en el PRI.
A lo largo y ancho del país se ha registrado un fenómeno cíclico, que a nadie o muy pocos sorprende: El transfuguismo político.
O sea los desleales que abandonan al partido político que les dio posiciones de poder para emigrar a otro en busca de protección. Los políticos le llaman blindaje. El ciudadano común simplemente lo ve como prostitución política.
Y todos felices.
Pero el que traiciona una vez traiciona siempre.
Así, vemos a grupos de priistas cambiando de bando con toda la naturalidad del mundo, con las manos en la cintura. Son tantos los tránsfugas que hacen pensar mal al tipo más apartidista e importamadrista del sistema político mexicano. Es como si estuvieran alentados o coordinados por la misma dirigencia nacional del PRI.
¿Alito Moreno traiciona a su candidata presidencial, Xóchitl Gálvez?
Pueque.
Xóchitl ha ofendido algunas veces a Alito.
Públicamente.
Para que todos se enteren.
Después se disculpa.
Pero las malquerencias florecen y se ramifican.
Los tránsfugas puede ser la respuesta de Alito a las ofensas de Xóchitl. Y, claro, como buena aventurera vende caro su amor. Bueno, todo queda en un PRIMOR de romance. O un romance consolidado en el PRIMOR.
La emigración de priistas podría ser un buen tema de reflexión para Xóchitl en este fin de año.
Y la forma de contrarrestarla.
Claro, si finalmente llega a la candidatura presidencial.