Territorio sin ley. Otro más. Ciudadanos abandonados a su suerte; la autoridad hace acto de presencia una vez que la sangre se ha derramado y las balaceras han terminado.
Lo que se esperaba: pobladores defendiéndose del cobro de extorsiones, tomando la justicia en propia mano. Este fin de semana, en Texcaltitlán, Estado de México, 14 fallecidos.
Ausente la autoridad que debería velar por la seguridad de la ciudadanía —primera responsabilidad de todo gobierno—. Esta, en actitud triunfal, a pocos kilómetros de la matanza; un presidente que en tono de burla se ufanaba “van bien las cosas; vamos bien, de buenas”… Raro: ni los familiares de los muertos ni los miles de mexiquenses que viven sojuzgados por el crimen organizado y por la autoridad opinan igual. Ellos pagan impuestos, pero también “cobro de piso”. Una extorsión R E S U L T A D O de que la autoridad no puede ni quiere defenderlos.
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Los delincuentes han exprimido a los pobladores hasta el punto de que la sociedad se ha rebelado. El video que circula por las redes no deja nada a la imaginación. Somos testigos de una nueva versión de la “ley del Talión” donde, para no morir, se mata. La Guardia Nacional, que se supone moderna, monopolio de la seguridad pública, llega tarde. El armamento, ese al que criminales tienen acceso, repelido con palas y machetes a manos de ciudadanos.
Delfina Gómez, gobernadora, agradeciendo a la SSyPC federal, a la Sedena, a la Guardia Nacional, a la Marina, a la Fiscalía de la entidad y “a todos por los apoyos que nos han dado sobre los hechos lamentables de Texcaltitlán. Todos unidos fortaleceremos la seguridad y la paz que tanto anhelamos los mexiquenses”. ¿Agradecerles por hacer —y mal— lo que es su obligación?
Ella acaba de inaugurarse como gobernadora, es cierto. Mas dado que se supone conoce que de 2019 al presente año las denuncias por extorsión en la entidad se incrementaron en un 67% (datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública), se esperaría que más allá de que toda la fuerza pública llegue después de una matanza como esta, hubiese presentado ya —y comenzado a poner en marcha— un plan integral de seguridad para el Estado de México… Máxime cuando se calcula que al menos 25 municipios del Edomex se encuentran en poder de la Familia Michoacana (narcomenudeo, extorsión y cobro de piso a agricultores, comerciantes, productores, antros, fábricas, sector turístico y hasta a gobiernos locales). Este grupo criminal tiene también el control de los precios del huevo, pollo, tortilla, refrescos, cervezas, gasolina y gas LP. No lo digo yo, lo acepta la misma autoridad…
En pocas palabras, Delfina siendo gobernadora cobra pero NO gobierna en al menos 25 municipios de la entidad; en el 20% de los 125 municipios que integran el Estado de México…
Se les advirtió, ella misma habiendo sido señalada por bandida e incompetente. ¿Les cobrará diezmo a los delincuentes que controlan el 20% de su estado?
Y López Obrador, estando “bien y de buenas”, se atrevió a comparar esta atrocidad con la crisis relacionada con el consumo de fentanilo en Estados Unidos, a la cual atribuyó la pérdida de valores: “Aquí debemos tener muy pocos fallecidos por sobredosis de droga, muy pocos, nada que ver con los 100 mil jóvenes que pierden la vida en Estados Unidos. ¿Y por qué no hay ese consumo? Por nuestras tradiciones, nuestras costumbres.” Pues no tendremos esos niveles de muertes por sobredosis, pero ¿qué tal los más de 173,000 homicidios de manera violenta en lo que va de su sexenio? ¿También resultado de nuestras tradiciones y nuestras costumbres?
La politiquería de Delfina, la cobardía de López Obrador, los abrazos que no se atreven a enfrentar al crimen organizado y velar por la seguridad de los ciudadanos es lo que ha permitido que el incremento en la criminalidad continúe.
La misma cobardía adicionada de una buena dosis de hipocresía que seguramente hoy dará el pésame por la muerte de la mamá de El Chapo Guzmán, pero que continuará guardando silencio por los miles de desaparecidos. La socarrona sonrisa que ya no puede ocultar que el país pierde su recurso más valioso: la gente.
Giro de la Perinola
En un país abatido por la violencia, Salinas Pliego considera buena idea que los ciudadanos puedan tener armas para defenderse; escala la idea de los guaruras que él y otros poderosos tienen a un “nivel Elektra”… ¿Pero cómo saber si el que adquiere un arma no es precisamente el criminal? ¿Queremos, encima, matanzas tipo las de Estados Unidos? ¿Un impuesto adicional sobre los otros que ya pagamos (él, Ricardo Salinas, no)? ¿Hablamos ya, así sin más, de la rendición absoluta de la responsabilidad del Estado?