En el tablero electoral podrían registrarse dos jugadas de estrategia pura: Cuauhtémoc Blanco sería un buen jugador de relevo en la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano, para seguir a tono con la política de banalidad que ya dio resultado. Y otro relevo sería el de Ricardo Anaya por Xóchitl Gálvez.
¿Descabelladas ambas opciones?
Pueque.
Pero en esos frentes necesitan relevos y por lo pronto no hay mucho de dónde escoger.
En el caso de Cuau, que siempre ha jugado en la alineación de Palacio Nacional, se vería hasta natural que fuera comprado por MC. El mercado futbolístico es muy parecido al político. Los jugadores se venden al mejor postor para anotar goles o evitarlos. Y si emocionan al respetable, ganancia asegurada.
Y en esencia no hay mucha diferencia entre Samuel García y Cuauhtémoc Blanco. Le saben llegar al populacho. Cuau está por terminar su gestión como gobernador de Morelos. Por lo tanto está listo para entrar a la cancha y culminar el trabajo que dejó pendiente Samuel García.
En el otro terreno de juego nomás no se ve cómo puede levantar la desfondada precampaña de Xóchitl Gálvez, quien insiste en captar la atención del voto joven cuando está rodeada por colaboradores de la tercera edad que la mueven a su antojo. Al menos esa es la percepción que se refleja en números negativos.
Y como el tiempo se acaba, los estrategas de la oposición estarían analizando las posibilidades de sustituir a Xóchitl por Ricardo Anaya, quien en el anterior juego mordió el polvo ante AMLO. Sería una especie de revancha largamente acariciada.
Anaya podría conectar con los 26 millones de jóvenes que esperan un candidato que cumpla con sus expectativas. En Claudia y Xóchitl no sienten empatía. Así que hay que buscar opciones antes que MC les gane el mandado.
El único pero es la situación legal de Anaya, exiliado en Estados Unidos desde el inicio del actual sexenio. Buena chamba esperaría a los abogados si los detentadores del poder se inclinan por esta opción de revancha. Y el PAN tendría a uno de los suyos. Ya ven que a Xóchitl la ven más de izquierda que de derecha.
Ricardo Anaya está acusado de recibir un soborno de 6 millones 800 mil pesos por votar a favor de la aprobación de la Reforma Energética impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto. Es parte de los daños colaterales del escándalo Odebrecht y Emilio Lozoya.
Bueno, suponemos que Cuau y Ricky Riquín esperan ese regalito de Santa. Anaya ya tiene en la bolsa una senaduría pero aún no tiene fuero. Mientras, el ex futbolista también espera su fuero al dejar la gubernatura.
En asuntos locales tenemos que levantó bastante polvareda la declaración de Wendy Briceño, secretaria de SEDESSON, quien denunció que el actual dirigente estatal del PRI y sobrino consentido de Manlio Fabio Beltrones, Rogelio Díaz Brown, el anterior titular en esa secretaría, entregaba 500 mil pesos mensuales a la organización Dar Más para Sonora, presidida por Yolanda Escalante, esposa de Ricardo Mazón, bajo el pretexto de capacitaciones para dispersar programas sociales.
Buena palanca de Wendy para meterse de lleno al reparto de candidaturas, que van desde la presidencia municipal de Hermosillo a una senaduría.
Obviamente esa acusación debió tener el aval de Alfonso Durazo, enemigo jurado de todo lo que huela a Beltrones.
Por eso se pondrá bueno el agarre Durazo-Beltrones en el próximo proceso electoral. Claro, vendrán más jugadas, muchas más. Esta fue de calentamiento. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.