El escalofrío que recorre la espina dorsal de México y de buena parte del mundo occidental, es visto por diversos pensadores como el ocaso de la sociedad liberal y democrática que llegó en los años 90 y ahora se despide.
Destaco, en esta última columna del año, dos libros valiosos cuya lectura recomiendo: La luz que se apaga, de los profesores Ivan Krastev y Stephen Holmes (Debate), y El arte de ser humanos, del pensador holandés Rob Riemen (Taurus), que hace algunos años impartió clases en México.
Ese consenso liberal de los 90, dicen Krastev y Holmes, tenía que ver con “los derechos legales y constitucionales individuales, como la libertad de prensa, el derecho a votar a los gobernantes en elecciones periódicas”.
Liberalismo “asociado a los ideales de igualdad de oportunidades, libertad de movimiento y de tránsito entre fronteras, derecho al disenso, acceso a la justicia y responsabilidad del gobierno ante las demandas públicas”.
Y ahora nos encontramos ante la ofensiva de la regresión que, “para justificar el desmantelamiento de la prensa independiente y de la autonomía del sistema judicial, así como los burdos ataques a disidentes y críticos, enarbolan la necesidad de defender a la nación frente a los enemigos internos ‘de espíritu foráneo’”. (Que estudiaron posgrados en universidades extranjeras, se oye decir en México).
Un capítulo de El Arte de ser humanos consiste en una carta del autor, Rob Riemen, a quienes fueron sus alumnos en México, en la que sin catastrofismos señala nuestro futuro si se profundiza la polarización y el encono:
“En 1941, (Erich Fromm) demuestra de manera convincente, en su libro El miedo a la libertad, que no sólo la guerra provoca miedo, sino que también ocurre a la inversa: el miedo causa guerras. Los autócratas gobiernan como mesías falsos, y dado que nunca se puede edificar una sociedad justa y armoniosa con demagogia, propaganda y mentiras, una guerra civil es inevitable. Hablando de ‘falsos mesías’, para mí su presidente López Obrador es un ejemplo arquetípico de esa especie”.
Más adelante cita a uno de los filósofos que admira, Erich Vögelin: “Es signo de una incomprensión fatal de las fuerzas históricas creer que un puñado de hombres puede destruir una civilización antes de que ésta haya cometido suicidio”.
Habla, pues, de la responsabilidad de la sociedad. Páginas atrás cita a Freud en ese mismo tenor:
“¿Creen realmente que un puñado de ambiciosos y farsantes inmorales habrían logrado desencadenar todos esos malos espíritus si los millones de seguidores no fueran sus cómplices?”.
Los profesores Kastrev y Holmes dedican buena parte del libro al fenómeno Trump como símbolo de esa “luz que se apaga, la democracia liberal, y señalan:
“… en el nombre de la lealtad a la propia facción partidista, nos lleva a una de las transformaciones más drásticas que Trump ha causado en la vida pública estadounidense: ha convertido la república de ciudadanos en una república de fans. Unos fans embelesados, cuya facultad de crítica ha sido suprimida…”.
Añaden: “Para él (Trump), alguien leal no es quien le da su apoyo cuando tiene razón, incluso con los vientos políticos en contra, sino en quien lo apoya incluso cuando está equivocado, sea cual sea el precio”.
Los fans del líder mesiánico, apuntan, “renuncian a la oportunidad de habitar en un mundo en común, junto a ciudadanos que no piensan igual. En consecuencia, lo que hacen es destruir la posibilidad de ofrecer y aceptar concesiones mutuas para ajustar las diferencias políticas de un modo pacífico”.
Dedican un amplio espacio al fenómeno de la popularidad de estos líderes, y lo enfocan en el autócrata ruso, pero muy bien al caso del Presidente de México:
“En Rusia, la ‘popularidad’ es consecuencia y no causa del poder que se detenta”. Así, “la ausencia prefabricada de alternativas plausibles hace que la ‘popularidad’ de Putin sea imposible de medir en términos absolutos”.
Hemos entrado a vivir en el mundo de la mentira de los ilusionistas de la política, dice el profesor Riemen:
“Ahora, 40 años después (del advenimiento casi universal de las democracias liberales), es otra época: es 2020. En muchos países los demagogos, los políticos mentirosos por excelencia, han conquistado el poder de manera democrática: Trump en Estados Unidos, Orban en Hungría, Ortega en Nicaragua, Maduro en Venezuela, y López Obrador, su Presidente, también pertenece a esa categoría”.
Para el tiempo en que vivimos, me quedo con la línea que subrayé del libro de Riemen, que es un verso del poeta austriaco Rainer María de Rielke:
“¿Quién habla de victorias? El resistir lo es todo”.