Bastó una llamada de mister Joe Biden para que México tomara medidas para intentar frenar el flujo migratorio por su frontera sur. Lo que se habló en esa conversación nunca lo sabremos pero cualquiera puede deducir que se apretaron tuercas para que la maquinaria siga funcionando.
Así ha sido en este sexenio la siempre compleja relación con el poderoso vecino del norte, que consiste básicamente en apretar el cuello y luego aflojar, volver a apretar y volver a aflojar. Y repetir la estrategia hasta que al Tío Sam se le agote la paciencia. Claro, las facilidades para indocumentados es parte central de la operación.
En una de esas la táctica deja de funcionar y se ponen trabas a la relación comercial, pero de a deveras, no como los mini cierres al sistema ferroviario. Si se aprietan tuercas a esa maquinaria México sufrirá como nunca antes y entonces sí sabrá lo que es amar a Dios en tierra ajena. AMLO ha minimizado a mister Biden en tiempos difíciles, sobre todo lo relacionados con la violencia en México y la constante tentación de declarar a los cárteles como organizaciones terroristas. Y con ello la casi autorización de combatir en suelo mexicano.
Pero lo más interesante es lo que los gabachos pueden hacer por debajo de la mesa, en las llamadas operaciones clandestinas. Como de tipo político, por ejemplo. Se nota el hartazgo de los primos. Y aquí no es como el hartazgo de campesinos mexicanos por extorsiones del crimen organizado.
Bueno, habría que recordar que son años electorales, tanto para Estados Unidos como para México.
Y en esa cancha se pueden jugar muchas travesuras.
Si acaso como anticipo vienen filtraciones de la Casa Blanca, entonces sí deberían preocuparse AMLO, sucesora y un buen número de colaboradores, empezando con Manuel Bartlett y sus pendientes con la justicia norteamericana.
Para afinar lo que ya se habría acordado viene el número dos de Estados Unidos, el secretario de Estado Antony Blinken, el próximo 27 de diciembre. Estará acompañado de la encargada de seguridad, el secretario de Seguridad Interior y quizá alguien más que por el momento estaría fuera del radar y de la agenda oficial.
Hay que ver en qué plan viene la plana mayor gabacha.
En plan amistoso, no creo.
Más bien en plan de advertencia final.
Obviamente las repercusiones serán de acuerdo al nivel de belicosidad.
Y se repetirá la clásica frase: Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos.
Tan cerca que se pueden quemar… en plena sucesión.