Buenos Aires.- Quizá la única coincidencia en la situación política de México y Argentina se encuentra en la ingenuidad de los que apoyaron a López Obrador con la idea de que en la Presidencia iba a cambiar, y los que aquí votaron por Milei con esa misma fantasía.
La esencia de las personas no cambia con el poder. El prudente es prudente. El que es malo es malo y el que está loco está loco.
Con una diferencia –entre muchísimas otras–: los electores de aquí no tenían otra alternativa para castigar al gobierno. En México sí.
Argentina no es de ultraderecha. Sucedió que en la boleta no estaba lo ideal, sino únicamente lo posible. Era Milei.
Sus ideas económicas pueden ser muy buenas, o muy malas, da igual. No es un asunto de políticas de izquierda o de derecha.
El punto clave está en la cabeza del próximo presidente de Argentina.
En una entrevista de televisión Javier Milei dijo: “A veces cuando la gente pide al Estado presente, yo digo que es lo mismo que pedir a un pedófilo en un jardín de infantes”.
-No, no, no. ¿Lo crees tanto? No, no, no, la comparación es muy fuerte –le reprochan sus entrevistadores.
Milei: “No, es muy suave. Porque sería con todos los nenitos encadenados y bañados en vaselina”.
No fue una mala broma, sino una analogía. Yo lo vi. No me lo contaron. Guardo el video.
Eso es lo que hay en la mente de Javier Milei.
¿Merecía el apoyo de dos expresidentes de México (uno de ellos muy apreciado)?
Algunas de sus ideas pueden ser buenas, o compartibles: vender todas las empresas del Estado, respeto a la propiedad privada, apertura comercial, libre mercado.
La duda importante está en otra parte.
Hubo campaña sucia contra Milei, sobre todo en la última parte de la campaña, con lo de que subirían los precios del transporte público y el fin de los programas sociales de la noche a la mañana.
Esto otro no es campaña negra. Ni su comunicación con el perro (Conan) muerto.
Los gritos de odio son usuales en los extremistas, pero la analogía del Estado con el pedófilo y sus detalles no es un asunto trivial.
Victoria Villarruel, que será la vicepresidenta de Argentina con Javier Milei, es defensora de los dictadores de este país, en particular de Jorge Rafael Videla.
Niega que haya habido crímenes y desapariciones en esos gobiernos, y pide que haya castigo contra quienes, en su momento, combatieron a los militares golpistas.
No me lo contaron, vi –y conservo– el video cuando Ana Fernández pide a los pasajeros del subte (Metro) en la estación Plaza de Mayo:
“Les pido disculpas, estoy un poco nerviosa, es la primera vez que hago esto. Yo nací en Suecia cuando acá en Argentina había una dictadura. Mi mamá tenía 16 años cuando la secuestraron, embarazada de mí, fue a un campo de concentración donde la despojaron de todo, hasta de su nombre, y le pusieron un número”.
“Fue brutalmente torturada y cumplió 17 años en ese campo de concentración”.
“Mi abuela salió a buscarla, se encontró con otras madres, que hoy se conocen como Madres de la Plaza de Mayo. Mi abuela, junto otras dos madres y dos monjas francesas también fueron secuestradas, las llevaron a la ESMA y las arrojaron con vida al mar”.
“En la ESMA, donde estaba el Tigre Acosta, un genocida que hoy pide que voten a (por) Milei”.
“Mi madre se refugió en Suecia y volvimos cuando volvió la democracia”.
“No quiero violencia para mis hijos, amo a este país, quiero vivir acá, que todos podamos vivir aquí, con nuestras diferencias, diciendo nuestras diferencias sin miedo a que nos secuestren, a que nos torturen, a que nos arrojen con vida al mar. Como decía el Tigre Acosta, que se refería a las dos monjas que arrojó al mar, como las monjas voladoras”.
“Eso nunca más. Una vicepresidenta que dice que su deporte favorito es hacer bullying y pegarle a los zurdos, nunca más. Por favor, no voten a Milei”.
Reproduje íntegro lo dicho por Ana Fernández en el Metro de Buenos Aires porque la conozco y me consta que es verdad todo lo expresado. Es hija de nuestro colega y amigo Jorge Fernández Menéndez (Excélsior y ADN 40).
Entonces ¿condenamos la indolencia –y el negacionismo– de AMLO ante las madres de los desaparecidos y asesinados en México, y festejamos que Milei y Villarruel asuman el poder en Argentina?
Puede que sea falta de información. O, en el peor de los casos, que el humanismo cristiano de algunos sea tan falso como el de López Obrador.
Lo que sucedió en Argentina el domingo fue producto de la devastación populista de los Kirchner y del latrocino hecho en nombre de la “justicia social”.
No aceptaron los argentinos un quinto gobierno kirchnerista.
Incluso Milei, su despegue y su candidatura, fue obra de los que todavía gobiernan este país. Con palabras del muy destacado analista argentino de La Nación, Jorge Fernández Diez –uno de los hombres más felices por el fin del kirchnerismo–:
Massa “guio a Milei desde el inicio para que éste pudiera hacer pie en la política real, le garantizó cobertura mediática, le sugirió nombres para sus listas y le cuidó el voto en las primarias para destruir a la oposición más razonable”.
En efecto, así fue. Milei era el rival más débil. De haber llevado a otro candidato (a), la oposición no habría sacado 57 por ciento de los votos, sino 70 por ciento.
¿Qué tiene que ver todo eso con la situación política de México?
Nada. Sólo que un buen número de argentinos que votaron contra el kirchnerismo hoy esperan que con la responsabilidad presidencial Milei cambie. Pero la esencia no cambia. Ni aquí ni allá.
(Fin de la cobertura desde Buenos Aires. Nos volvemos a encontrar el próximo martes, en este espacio, desde el último rincón del mundo).