Si el presidente Andrés Manuel López Obrador hubiera enfocado sus esfuerzos en el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) desde el inicio de su sexenio, México sería hoy el país más codiciado por la inversión extranjera; un auténtico imán para el nearshoring. La vocación industrial y comercial de esta megaobra ya estaría conectando al país con el mercado de Asia y con la Costa Este de Estados Unidos y sería una competencia directa del saturado Canal de Panamá. AMLO habría hecho algo que imaginó Porfirio Díaz y que casi todos sus sucesores quisieron poner en marcha, sin éxito.
Pero el Presidente dejó al último este megaproyecto para darle prioridad a sus otras obras: el Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA), la Refinería de Dos Bocas (Olmeca) y el Tren Maya, todos con sobrecostos del doble o el triple de su presupuesto original, con gastos opacos y sin poder funcionar a un nivel óptimo, o por lo menos sin seguir perdiendo dinero. Además, el Transístmico es el proyecto donde no están metidas las manos del Ejército ni del atribulado Petróleos Mexicanos, que va a requerir “cirugía mayor” el próximo sexenio.
El llamado CIIT tiene un gran potencial de desarrollo económico y por eso interesa a los inversionistas nacionales y extranjeros. El único elemento que comparte con los otros proyectos insignia del sexenio es que va a quedar en manos del mismo desarrollador: el empresario José Miguel Bejos, propietario de la filial mexicana de la portuguesa Mota-Engil, quien fue uno de los grandes constructores del sexenio de Enrique Peña Nieto, lo es ahora con López Obrador y muy probablemente lo sea en el próximo gobierno si Claudia Sheinbaum se convierte en presidenta, pues es muy cercano a ella y a su equipo.
Si bien la Secretaría de Marina asumió a finales del año pasado el control del proyecto, la mayoría será inversión privada. La dependencia que tiene a su cargo el almirante Rafael Ojeda fungirá únicamente como guía y supervisor. Se calculan unos 200 mil millones de pesos para un proyecto que incluye 10 polos de desarrollo, parques industriales, una vía férrea que unirá los puertos de Salina Cruz, en Oaxaca, y Coatzacoalcos, en Veracruz, pero que también desde este último punto conectará con el puerto de Dos Bocas, Tabasco, y luego con el Tren Maya en Palenque, Chiapas. Su enfoque, además de económico, busca resolver varios de los problemas sociales y políticos que tiene el país.
La instalación de una franja de desarrollo y de contención en el sur del país, con la generación de los más de 500 mil empleos estimados, además de mejorar la situación económica de las poblaciones de estos estados, servirá para retener a los migrantes que parten de Centroamérica en busca de mejores condiciones de vida.
El asunto sería prácticamente un regalo para la administración de Joe Biden, que hizo crisis en su cuatrienio con los incrementos exponenciales de los flujos migratorios impulsados también por la pandemia de Covid-19. Además, Estados Unidos ve con buenos ojos la inversión en el CIIT del fondo danés Copenhague Infrastructure Partners (CIP), por 10 mil millones de dólares, para la instalación de la planta de hidrógeno verde, esto por el impacto que tendrá este complejo en la producción de combustibles limpios y por los resultados y proyectos que podrá presentar la región Norteamérica en la cumbre de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28).
El presidente López Obrador, acostumbrado a presumir sus logros únicamente con sus públicos internos, informó del tema en una carta enviada a Biden en agosto pasado.
No sólo Estados Unidos está interesado en el Corredor que, antes de que finalice esta década, podría estar transportando el 10% de los contenedores que cruzan por el Canal de Panamá. Europa y Asia también tienen sus ojos puestos en el proyecto, como se expuso en la reciente reunión que López Obrador sostuvo con el presidente de China, Xi Jinping. También es muestra de ese interés la inversión del fondo europeo CIP, cuyo flujo de capitales en una sola instalación, a ubicarse en el polo de desarrollo de Ixtepec, Oaxaca, va a igualar los montos totales que el gobierno mexicano esperaba tener como inyección pública y privada en todo el Istmo de Tehuantepec.
Hasta ahora de los 10 polos o parques industriales que se instalarán en la zona del CIIT, cinco ya se licitaron y tienen asignado desarrollador. Es ahí donde la 4T dejó una vez más su sello y entregó los tres contratos más importantes –Coatzacoalcos I, Coatzacoalcos II y Salina Cruz– a la constructora del sexenio: Mota Engil de José Miguel Bejos, el empresario que al inicio del sexenio compró un equipo de béisbol (los Pericos de Puebla) y se convirtió en un gran contratista de Pemex y de la CFE, así como del Tren Maya y del parque de diversiones Aztlán.
Posdata
El presidente López Obrador falló en su primer intento por ocupar el asiento de ministro que dejó Arturo Zaldívar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La terna de mujeres que propuso no alcanzó los votos necesarios en el Senado para su aprobación en el Pleno. Se votó en dos ocasiones y en ninguna alcanzó la mayoría calificada.
Llamó la atención que, previo a la votación, dos senadores de Morena muy relevantes aseguraban en corto que sí la iban a sacar. Pero no fue así. De esta forma, el Presidente tendrá que enviar otra terna, aunque puede dejar a dos de las propuestas que ya hizo. Todo parece indicar que se quedará Bertha Alcalde, quien fue por mucho la más votada, y quizá se empeñe en mantener a su consejera Jurídica, María Estela Ríos. La sorpresa podría ser la fiscal Ernestina Godoy, quien pese a que ha intentado mover cielo, mar y tierra, no ha logrado reunir los votos para que la ratifiquen por otro periodo al frente de la Fiscalía capitalina. Si es así, los senadores de oposición probablemente se terminarán decantando por la menos mala: Bertha Alcalde.