Cómo diría un clásico: “Fuera máscaras”. Ayer, para sorpresa de nadie, se conoció que el ministro y expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, dejó el Poder Judicial para trabajar por el proyecto de la autodenominada Cuarta Transformación. Aunque don Arturo fechó su renuncia ayer, es evidente que la decisión estaba tomada, pues la virtual aspirante presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, difundió una fotografía para anunciar que Zaldívar y ella se habían reunido y “acordaron trabajar juntos para transformar el país”, y en la imagen doña Claudia aparece con la ropa que usó durante los actos públicos que realizó el lunes. Para nadie es un secreto que el ministro Zaldívar ha tenido una buena relación y coincidencia de posturas con el presidente López Obrador y su gobierno. Pero, lo que sí queda por saber, desde qué trinchera trabajará para el proyecto de Sheinbaum, el antecedente inmediato, es el de la ministra Olga Sánchez Cordero, quien apoyó la campaña de López Obrador y fue designada secretaria de Gobernación, además de obtener una senaduría por Morena. Habrá que ver qué le depara el destino a Arturo Zaldívar, a quien en más de una ocasión lo han candidateado para fiscal general de la República.
Beto, como le llaman en Palacio Nacional a Alberto Becerra Mendoza, exmiembro de la ayudantía del presidente López Obrador, y nuevo director del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep) estuvo de regreso ayer en el recinto presidencial. Nos aseguran que acudió para revisar el tema de los apoyos económicos para los deportistas que ganaron medallas en los pasados Juegos Panamericanos de Santiago, pues, en voz del Presidente, debido a que se ganaron más de 50 medallas, “no nos alcanza”, y encomendó la misión de buscar más dinero a su exayudante y cumplir con su promesa de premiar a los medallistas, aunque al Instituto y al gobierno les vaya “a doler el codo”. Así, tomarán un piquito de lo robado para premiar a los atletas.
Nos cuentan que en Morena hay preocupación por el caso del alcalde con licencia de Fresnillo, Zacatecas, Saúl Monreal Ávila, quien, a pesar de que su municipio ocupa el primer lugar nacional en la percepción de inseguridad por parte de sus habitantes y tiene altos niveles de homicidios y secuestros, insiste en querer ser senador de la República. El problema, nos aseguran, es que la pelea por el Congreso será tan dura que se ha establecido que los perfiles, tanto de aspirantes a senadores como de diputados, deberán ser los más competitivos, con mejor imagen, y con excelentes resultados, para evitar derrotas. Bajo esos criterios, nos dicen, los resultados de don Saúl lo ponen fuera de la contienda, aunque aceptan que les resulta difícil decir que no a otro Monreal.
Nos comentan que el análisis y discusión sobre quién dirigirá el rumbo de la UNAM dentro de los próximos cuatro años, ha sido uno de los más extensos de la Junta de Gobierno. Nos hacen ver que en anteriores procesos sucesorios se ha elegido rector tras discusiones hasta de seis horas. Pero en esta ocasión, la designación ya ha demorado dos días. Como le dimos a conocer, la decisión se centra en una lista corta de cuatro personas, dos mujeres y dos hombres. Todos están pendientes del momento en que en Ciudad Universitaria salga humo blanco, o rosa, anunciando que la máxima casa de estudios tiene titular de la rectoría.