Buenos Aires.- Luego de 20 años de fracasos populistas y el breve paréntesis de un gobierno conservador fallido, la abrumadora mayoría de los argentinos decidió poner en manos de un populista de ultraderecha los destinos de su nación.
El resultado del domingo no fue producto de la propaganda ni del manejo de redes sociales, tampoco nació del miedo ni de la reflexión.
La aplastante victoria de Javier Milei fue un rugido de repudio a la política clientelar, demagógica, corrupta y desastrosa para la economía que protagonizaron Néstor Kirchner, su esposa Cristina y los acólitos de esa capilla.
Fue una decisión temeraria la que tomó el electorado al entregar la Presidencia de Argentina a un populista de derecha sin experiencia de gestión de gobierno, sin umbral de tolerancia ni aptitudes para conciliar. Un fanático.
En México, Xóchitl Gálvez, Felipe Calderón y Vicente Fox se equivocaron al promover a Milei o festejar su victoria como un evento esperanzador. Ya hablaremos de ello.
Aquí en Argentina, lo que sea es mejor que lo vivido en este siglo, dicen. Y hay razones de sobra para creerlo: inflación de 140 por ciento anual, sin crecimiento económico, aumento de la pobreza, inseguridad, contratos a manos llenas a los empresarios elegidos por el kirchnerismo, billetes artificiales hechos en China (literal) para repartirlo y garantizar la permanencia del populismo de izquierda en el poder.
“Al carajo todos” dijeron los argentinos, aunque con Milei también vayan ellos en un viaje a lo desconocido que comienza el próximo 10 de diciembre.
Al diablo mandaron los votantes argentinos a los publicistas brasileños que jugaron con el miedo de la gente a que el transporte público subiría hasta las nubes en caso de ganar Milei, y le dieron un triunfo histórico, semejante al obtenido por Juan Domingo Perón cuando regresó del exilio.
Que suba, que llueva, truene o venga el diluvio, pero no se premió una gestión catastrófica del gobierno kirchnerista ni de su ministro de Economía, Sergio Massa, que aumentó la deuda a 400 mil millones de dólares, duplicó la balanza negativa del Banco Central y aumentó la inflación como nadie en poco más de un año de gestión.
La magnitud de la derrota del populismo de izquierda no tiene precedentes en este país, pues el candidato Sergio Massa perdió en 21 de las 24 provincias de esta república federal.
En la provincia de Buenos Aires, donde el aspirante oficialista esperaba compensar las pérdidas en el resto del territorio, ganó por apenas un punto porcentual.
Ahí está el corazón de la política social clientelar del kirchnerismo y en el equipo de Massa calculaban ganar por una diferencia de 80 a 20. La diferencia fue 50.7 contra 49.2.
Eso significa que muchos de los que reciben los apoyos económicos que otorga el gobierno (con billetes sin respaldo en nada) no votaron por el abanderado del gobierno.
Cristina Fernández de Kirchner, la “madrecita de los pobres”, fue enterrada el domingo, cuando perdió hasta en su tierra (Santa Cruz) por un abrumador 42 para Massa y 58 a Milei. Adiós señora K.
Ayer suspendió un viaje a Italia, donde estaba invitada a dar una conferencia. El próximo 10 debe entregar la Vicepresidencia de Argentina a Victoria Villarruel (militante de ultraderecha que reivindica a los dictadores que ensangrentaron este país, en particular al general Jorge Rafael Videla).
El 11 del próximo mes Cristina Kirchner quedará en manos de la justicia, que la condenó a seis años de cárcel. Ese día se le acaba el fuero.
Colosal es el pendulazo argentino, y de pronóstico reservado lo que ocurra los siguientes meses y semanas.
Excesivo fue el desastre populista como para perdonarle al ministro de Economía Sergio Massa haber gastado unos 10 mil millones de dólares en su candidatura, con medidas irresponsables que contuvieron el desenlace apocalíptico de su gestión gubernamental.
Vimos a Massa ganar con amplitud el debate ante Javier Milei hace poco más de una semana. Lo hizo pedazos. Barrió el piso con él.
La respuesta del electorado, sin embargo, fue ponerse del lado del vencido.
El candidato de La Libertad Avanza no pudo ni supo decirle a Massa en el debate que quien debía responder por el desastre nacional no era él, sino Massa. En sus casas, frente al televisor, la mayoría de los argentinos contestó por Milei.
La mayoría de los argentinos se vengó del populismo depredador del kirchnerismo este domingo.
Ya ganó Milei, ¿qué sigue?
Anunció cambios drásticos, inmediatos, sin tibieza ni gradualismo.
Si eso es verdad y lo intenta al estilo volcánico de Milei, sin autocontención ni prudencia, lo que sigue es la confrontación callejera.