En gobierno, como en el beisbol, los pitchers son fundamentales para ganar el juego. El manager envía primero a los abridores, que vienen siendo como los planeadores. Luego entra el relevo intermedio, los ejecutores. Y terminan el partido los siempre valorados cerradores, los que tapan huecos para evitar problemas futuros.
En el caso de Sonora los abridores no funcionaron.
Se supone que no tardan los ejecutores para ver si el juego se compone. Pero si llegan y nada ejecutan, el partido seguirá en desventaja y lo peor, igual de desabrido. El respetable está aburrido, por falta de jugadas buenas que brinden emoción.
Para que aparezcan los cerradores falta mucho tiempo. Pero su labor siempre será muy importante.
Con esto tenemos que el actual régimen permanece en una zona gris. Cuando es nota nacional es por información relacionada con la violencia o por obras polémicas y opacas, como el tren fantasma de Imuris, la versión sonorense del Tren Maya.
Claro, el color gris predomina en la imagen del gobernador Alfonso Durazo. No hay una obra consentida, insignia, como en el terreno federal, donde abundan. Obviamente es por falta de lana. Sonora aporta y bastante para construir obras que en nada nos beneficiarán. Y poco nos devuelven. Apenas lo suficiente para que siga girando la rueda de gobierno.
Pero con poco se puede manejar una buena imagen.
Obviamente para esto se requiere talento, creatividad y una buena dosis de audacia.
Tantos millones destinados a la propaganda y lastimosamente han sido tirados a la basura.
Las y los encargados de esta tarea, los abridores, han fallado.
Si no entran los relevos, el juego se complicará aún más.
Y mientras el manager no decida hacer los cambios en Sonora, seguiremos con la diversión nacional aportada por los comediantes de moda, los políticos.
El siempre serio y chambeador Nuevo León está convertido en un botín de los políticos, que ven al rico estado como de su propiedad. ¿Y la ciudadanía? Es un cero a la izquierda en esta rebatiña que incluso cuenta como ingrediente especial a un gobernador-precandidato a presidente de la República. El prototipo de la nueva política recurre a las viejas mañas de esta actividad, como el intentar reventar sesiones de un congreso. Sí, como los sindicatos mafiosos. De seguir por esta ruta, Samuel García se quedará como el perro de las dos tortas.
Y con su aportación de cultura democrática no podía faltar el relevo de un ministro de la Suprema Corte que nace de una ilegalidad, como la renuncia de Arturo Zaldívar a un año de finalizar su encargo para que el presidente ponga a una incondicional al momento de su retiro. Está en su derecho de cuidar su espalda. Pero a pesar de todas las jugadas que haga lo espera un peligroso séptimo año, gane o pierda su candidata. En este punto decepciona la aparente reculada del senador suplente Alejandro Rojas Díaz Durán, quien había ofrecido interponer un amparo para obligar a Zaldívar a volver a su cargo de ministro. Definitivamente Ebrard ya es un cartucho quemado. Decepciona, también, que los opositores no hayan recurrido a esta medida legal. Bueno, podría ser que ya todo está arreglado entre supuestos liberales y conservadores.
Este convulso escenario nacional debiera poner a reflexionar a Alfonso Durazo sobre la tormenta que lo espera en 2024. Difícilmente contará con las facilidades y apoyos que lo hicieron gobernador, haiga sido como haiga sido. Y a como se ven las cosas los adversarios mandarán a lo mejorcito que tienen en su arsenal. Sus soldaditos de plomo no generan miedo. Vaya, ni respeto. El partido podría ponerse emocionante a la mitad del juego. Y por ello se esperarían a unos buenos cerradores si quieren evitar sobresaltos al terminar las hostilidades.
Como diría el clásico: Esto no se acaba hasta que se acaba.