Cuando Arturo Zaldívar era presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y su mandato estaba a punto de terminar, tenía un plan. La idea era impulsar al ministro Alfredo Gutiérrez Ortíz Mena como sucesor, pero no les resultó. La ministra Norma Piña los rebasó por la derecha al lograr acuerdos con quienes la veían como un salvavidas de la independencia del Poder Judicial que se tambaleaba frente a los ataques del presidente López Obrador.
El mal cálculo llevó a Arturo Zaldívar a hacer consultas con sus cercanos y concluyeron que lo que venía para él no pintaba bien. Su lugar en la Corte se reducía a la irrelevancia en las votaciones, a la sumisión del grupo de quienes agachaban la cabeza y obedecían ante las órdenes de Palacio Nacional, como la ministras Loretta Ortíz y Yasmin Esquivel. Eso no significaba que hubiera unidad entre ellos tres. En diálogos de confianza, Zaldívar platicaba que la ministra plagiaria sospechaba que él había filtrado parte de la información clave que llevó al escándalo que la rodea por sus tesis de licenciatura y doctorado.
Con ese escenario en mente, Arturo Zaldívar decidió solidificar su relación con Claudia Sheinbaum que, aunque era buena e institucional, no era constante. A los pocos días de que la exjefa de gobierno ganó la encuesta de Morena, ambos tuvieron una primera reunión. Ella le pidió ayuda para buscarle rumbo a la reforma al Poder Judicial en caso de lograr el famoso plan C de López Obrador, que consiste en obtener carro completo en las elecciones de 2024. Si bien Zaldívar no estaba de acuerdo en todo el discurso oficialista contra el Poder Judicial, sí estaba a favor de una reforma para acotar los alcances del mismo.
Pasaron las semanas y la relación de Zaldívar con la ministra presidenta Norma Piña no mejoró. En el círculo jurídico respetable, la carrera del ministro estaba destinada a acabar de manera indigna. En el panorama eso fue parte de lo que lo convenció para presentar su renuncia y buscar una oportunidad junto a la corcholata favorita.
Una semana y media antes de renunciar, Zaldívar volvió a tocar la puerta de Claudia Sheinbaum para buscar asilo. Ella le dijo que sí, pero que el asunto también tenía que estar planchado con el Presidente. Al final es el mandamás aunque haya entregado el supuesto bastón de mando. López Obrador dijo que sí y Sheinbaum le solicitó a la bancada morenista en el Senado que la aprobación de la renuncia salga rápido.
Según las mismas fuentes que relataron esta historia, Claudia Sheinbaum sí desea que Arturo Zaldívar tenga un papel frontal dentro de su equipo y ven dos opciones a futuro en caso de ganar la presidencia. La primera es que el ministro ocupe el puesto de la consejería jurídica para regresarle el valor perdido a esa oficina. La segunda, aunque más complicada por las limitaciones constitucionales, es que llegue a la Fiscalía General de la República como encargado de despacho.
Esta incorporación al equipo de Sheinbaum, más el colapso de la candidatura de Omar García Harfuch al gobierno de la Ciudad de México, deja muy mal parado a un polémico personaje. Julio Scherer Ibarra vio en esta semana dos derrotas. Se unió un ministro que incluso fue a acusarlo de corrupción a Palacio Nacional, a pesar de que presumían amistad. Y cayó el candidato predilecto de sus amigos para la capital del país.
Stent:
Ha habido acercamientos entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard que se sostienen de un delgado hilo de negociaciones. Juan Ramón de la Fuente es el encargado.