El 21 de junio de 2003 un error de la defensa del León permitió el tercer tanto del Irapuato que liquidaba la final de la Segunda División del futbol mexicano. Era la noche de un sábado -el final de una semana que incluyó la toma del Estadio Sergio León Chávez por hombres armados presuntamente enviados por Carlos Ahumada, el de los video escándalos y dueño del Club León-, que terminó con la victoria para los “freseros”, cuyo dueño no era otro que “El Futbolista”, integrante del Cártel de Sinaloa y cercano a Joaquín El Chapo Guzmán y Arturo Beltrán Leyva.
Se rumoró que Ahumada y “El Futbolista”, que llevaba por nombre Tirso Martínez, ya habían pactado la venta del Irapuato al entonces dueño del León. Pero el partido se tenía que jugar y los jugadores debían dejarse ganar; algo a lo que se negaron y que habría motivado el descenso de un helicóptero hasta la cancha del estado del Irapuato para resguardar el inmueble de sus nuevos dueños.
El nombre de Tirso Martínez Sánchez salió a reducir en todos los medios nacionales cuando se presentó a declarar en el “Juicio del Siglo” contra su exjefe, el Chapo Guzmán; algo que replicó años después frente al mismo juez (Brian Cogan), pero diferente jurado y diferente acusado, Genaro García Luna.
Previo a la final de ascenso del futbol mexicano, “Los hijos de la mermelada” con ayuda de las autoridades lograron recuperar el estadio del Irapuato y permitir que la final -que termino 3-1- se jugara en casa; los hombres armados salieron huyendo en una camioneta color verde y respecto al helicóptero, se dijo que éste nunca aterrizó en la cancha.
Tirso Martínez Sánchez declaró en el 2018 que las ganancias que obtuvo en el narcotráfico lo invirtió en la compra de equipos de fútbol
No era futbolista, pero sí era un gran apasionado del juego; por eso y por los negocios que se pueden hacer bajo el cobijo del deporte, Martínez Sánchez confesó haber comprado a cuatro equipos de futbol mientras servía al Cártel de Sinaloa y al Cártel de Juárez, bajo las órdenes del Chapo Guzmán, Arturo Beltrán Leyva y Amado Carrillo Fuentes.
Irapuato, Querétaro, La Piedad y Venados de Yucatán eran los equipos del capo oriundo de Guadalajara que trabajó con ambos cárteles desde 1995 hasta 2003 -dos años después de la primer fuga del Chapo Guzmán- y que en 2006 al descubrirse sus nexos con el narco tuvo que venderlos a la Federación Mexicana de Futbol por 14 millones de dólares.
Sus vínculos con el narco no eran menores, pues era compadre de Amado Carrillo Fuentes y de Arturo Beltrán Leyva; además de considerársele como el nexo con los colombianos Víctor y Miguel Mejía Munera, para quienes lavaba dinero desde la presidencia de al menos cuatro equipos del futbol mexicano.
Según sus declaraciones en el juicio del Chapo Guzmán, cuando la Federación Mexicana de Futbol descubrió quien era le ofreció 10 millones de dólares para comprarle a sus cuatro equipos, algo a lo que accedió para mantener el perfil bajo que le permitió generar cerca de 70 millones gracias al tráfico de cocaína a Chicago, Los Ángeles y Nueva York.
En 2014 la justicia alcanzó al “Futbolista” en la ciudad de León, Guanajuato, y un año más tarde lo extraditaron a Estados Unidos donde fue condenado a siete años de prisión por distribuir “miles de toneladas” de cocaína entre el año 2000 y 2003.
Esa noche de junio de 2003 la ciudad de Irapuato se llenó de celebraciones que casi de inmediato se apagaron; pues para el siguiente año la Federación decidió recortar de 20 a 18 el número de equipos de la Primera División.
En ese entonces se dijo que se debió a cambios administrativos y falta de pagos por los que se tomó la decisión de desafiliar al Querétaro e Irapuato; aunque después se puso que la causa detrás era el nombre de Tirso Martínez, “El Futbolista”, el compadre de Amado Carrillo y Arturo Beltrán Leyva; el hombre que le dio millones de ganancias al Chapo Guzmán y al Cártel de Sinaloa con negocios al cobijo del futbol mexicano.