Su discurso no necesariamente coincide con la realidad. Se habla de una coalición pero esta no termina por ponerse de acuerdo, ni articularse o comportarse como alianza. Se dice que exploran candidaturas de unidad, pero se busca satisfacer cuotas de partidos.
Y si bien —hay que admitirlo— la política es un constante momento de tensión que pone a prueba incluso las relaciones más sólidas, lo que podemos observar en el Frente Amplio por México supera lo aceptable.
Si se tiene en la ‘otra esquina’ al partido en el poder, al cual le sobran tiempo y recursos para capitalizar los errores, no son tolerables deslices como el de Xóchitl Gálvez equiparando a Manuel Bartlett con Alejandro Moreno. Y si bien la candidata pidió disculpas e intentó explicar que lo que dijo no era lo que había querido decir (vaya, al menos no lo negó), provoca la pregunta: ¿qué se puede esperar de un equipo de campaña donde se piensa eso de uno y de otro? ¿En torno a qué proyecto y/o convicciones no tienen dudas?
¿El error de Xóchitl fue momentáneo y circunscrito a un evento o refleja un profundo desinterés de trabajar con el PRI?
Más allá de aclaraciones, deberán ella, su equipo, los aspirantes de oposición, los partidos inmiscuidos en el Frente y actores varios, sentar una estrategia común. Ya no hay tiempo que perder.
El proceso de designación de las candidaturas a la titularidad del Ejecutivo local en las nueve entidades que se disputarán en el 2024 hace evidente la desorganización, la falta de claridad y la ausencia de proyecto. Y es que independientemente de que la 4t lleva amplia ventaja en la materia, existe en el FAM una indefinición fundamental: ¿se privilegiarán candidatos de unidad o a cada instituto político se le dará una determinada cuota de las candidaturas en disputa? La pregunta es fundamental pues llevará a aspirantes y a desenlaces mucho muy distintos dependiendo de la respuesta.
Lo anterior me lleva a destacar un elemento todavía más central. Se insiste en hablar de ‘la oposición’ como un ente omnipresente, formado y definido, cuando que en realidad el Frente sigue sin estar garantizado a nivel local (en ninguno de los nueve estados), no se diga a nivel de contienda por las senadurías, diputaciones o presidencias municipales.
De las primeras señales de alerta —me temo está muy lejos de ser la última— es el nombramiento de Santiago Taboada como candidato del PAN a la jefatura de gobierno de la CDMX. Por momentos pareciera que al Revolucionario Institucional (y a su pre contendiente más sonado, Adrián Ruvalcaba) nada les han permitido decir al respecto. Lo mismo por cuanto al PRD.
No voy a complicar la descripción analizando además lo que significa que la selección del candidato del PAN fue producto de que tres mujeres cedieran su espacio…. Basta decir que mucho se ha criticado el cómo en Morena bajaron a Omar García Harfuch para dar oportunidad a Clara Brugada. Así, adicionalmente al oficio y las definiciones, una dosis mayor de coherencia se requiere por parte de los contrarios al régimen.
Mal empiezan las precampañas del lado opositor sin candidatos locales o suponiendo que bastará con “colgarse” del conocimiento que se tiene de Xóchitl (que de por sí, fuera de las redes sociales, sigue siendo escaso) para hacer proselitismo.
Es menester que el Frente experimente con fórmulas que le lleven a una sumatoria. Estas se construyen a partir de actores que tienen base y presencia a nivel local. No veo a los dirigentes partidistas adestrándose en la sierra y a la caza de ese tipo de figuras.
Por lo demás, hacen mal críticos y partidos de oposición en enfocarse y depender de las posibles fallas de Morena para colocarse y crecer entre la gente. Juzgar y confiarse de qué tienen la CDMX en la bolsa, por ejemplo, ahora que la 4t ha designado a Clara Brugada como su candidata, es la ruta al desastre.
Llamar a la unidad y a la conciliación es absolutamente necesario, pero ciertamente no basta. No hay nada peor que, quien siendo dueño de la verdad, resulte uno vencido por la soberbia. Y así les puede pasar a los del Frente Amplio por México.