Vaya polémica la que armó el gobernador Alfonso Durazo con su “cancelación”, que no es lo mismo que expropiación, de la presa Abelardo L. Rodríguez, en Hermosillo, para construir casas de lujo en los terrenos del embalse. Lo que refleja la autoridad en este caso es que la prioridad son desarrollos inmobiliarios, no la seguridad, opciones de agua, medio ambiente o simplemente áreas de esparcimiento de las que carece la capital del Estado.
Aquí, realmente, se está apresando una presa. O lo que es lo mismo: Atrapar a un prisionero, un preso o una presa.
En sentido justo de la cacería. Las presas, obviamente, son los hermosillenses.
Aquí todo está de cabeza.
Lo normal es expropiar terrenos para construir una presa.
Ahora la moda se orienta a confiscar para vender terrenos a particulares para construcción de residencias.
A manera de contexto recordamos que Durazo fue a Ciudad Obregón para hablar en un foro sobre agua y cambio en patrones de cultivos. Claro, aprovechó la ocasión para difundir su proyecto de “cancelación” de la casi octogenaria presa hermosillense. Los cajemenses traen pleito con los capitalinos desde la construcción del Acueducto Independencia, ya que les quitó agua de la presa El Novillo, que conecta con la Abelardo L. Rodríguez.
Allí Durazo explicó que ya terminó la vida útil de la presa ALR. Que ya nada aporta. Mmmhhhh, hasta donde sabemos aún alimenta a la planta potabilizadora de la paramunicipal Agua de Hermosillo, claro, cuando el embalse tiene agua o bien ponen a funcionar el popote en el subsuelo.
En este año, quizá el de menos lluvias en Hermosillo, Durazo mostró el pastel: Un proyecto inmobiliario de más de cinco mil millones de pesos (el costo final del Acueducto Independencia) y construir tres presas “arriba”. Obviamente sería largo el período de indefensión que tendría ese proyecto inmobiliario mientras se construyen las nuevas presas. La siempre sabia naturaleza repite una y otra vez que no se debe construir sobre cauces. La presa ALR recibe el cauce del río San Miguel y arroyos.
El asunto no es nuevo. En anteriores gobiernos estatales se intentó urbanizar los codiciados terrenos de la presa. No se logró. La intentona quedó en un fraccionamiento en las inmediaciones del embalse. Ahora van por construir en todo el vaso de la presa, en el embalse, aunque las casas se levanten sobre terreno fangoso. Bueno, podríamos ver una nueva Tenochtitlán.
Ignoramos si el actual régimen logrará su cometido. Si lo hace será a sangre y fuego, a un alto costo social. Se lo recordarán al gobernador en la primera crisis por falta de agua potable, algo muy recurrente en la capital del estado. Y algo fundamental: Agua es vida… y votos.