El acuerdo de paridad de género aprobado este martes por el pleno del Instituto Nacional Electoral (INE) obliga a los partidos políticos y coaliciones a intentar darle forma a un rompecabezas de candidaturas para cumplir con la premisa de impulsar a cinco mujeres y cuatro hombres en las gubernaturas que se disputarán en el 2024.
Junto con esto, la autoridad electoral solicitó respetar el principio de alternancia y las condiciones de competitividad de los partidos en cada estado, a fin de que ambos géneros tengan las mismas posibilidades de ganar.
Se anticipa que los partidos políticos impugnen el acuerdo ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), aunque hacerlo sería políticamente incorrecto.
Morena y su dirigencia ya anunciaron que respetarán la decisión de los consejeros, mientras que la oposición, con mayor influencia sobre los magistrados de ese Tribunal, también dio indicios de que terminarán aceptando los lineamientos, aunque para ellos represente una mayor complicación la distribución de candidaturas entre los partidos que conforman el llamado Frente Amplio por México.
En este escenario, tanto el partido oficial como los opositores se quiebran la cabeza para armar una lista de candidatas y candidatos que deberá ser aprobada por la autoridad electoral, todavía sin una decisión tomada sobra las plazas a las que se enviará un género u otro.
De entrada, cumplir con el principio de alternancia será prácticamente imposible para todos los participantes. Morena postuló en 2018 a ocho candidatos hombre y sólo una mujer, por lo que abanderar a un género diferente al que los representó de manera previa en cada estado prácticamente está descartado.
En un acercamiento máximo al cumplimiento de criterios, los cálculos indican que la postulación de Claudia Sheinbaum hace seis años permitirá que ella misma abandere a su exsecretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, para competir bajo los colores de Morena por la Jefatura de Gobierno en la capital del país, mientras que la alianza puede decidir entre ambos géneros porque en 2018 compitieron con Mikel Arriola por el PRI y con Alejandra Barrales por el PAN y el PRD. Y todo parece también que en la oposición empiezan a definirse por el perfil masculino del alcalde con licencia de la Benito Juárez, Santiago Taboada.
En ambos casos faltarían por colocar a cinco mujeres y tres hombres, en un contexto en que los dirigentes de Morena tienen la encomienda de pelear por la mayoría de votos incluso en las plazas en las que no tienen la preferencia. Lo necesitan para asegurar la mayoría en el Congreso y concretar las reformas constitucionales que les heredará el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Así, la lógica y los criterios dictan enviar a candidatas mujeres a estados donde la marca Morena espera votaciones altas: Chiapas, con Sasil de León; Veracruz con Rocío Nahle; Puebla con Olivia Salomón o Claudia Rivera; Tabasco con Mónica Fernández o Yolanda Osuna, y Morelos con Margarita González o Sandra Anaya. Los tres restantes hombres morenistas irían a Jalisco, Guanajuato y Yucatán, y serían Carlos Lomelí, Ricardo Scheffield y Huacho Díaz.
La oposición también deberá barajear sus nombres con apego a los lineamientos de la autoridad electoral, por lo que se menciona entre sus integrantes que llevaría mujeres en Guanajuato, con Alejandra Gutiérrez o Libia Dennise García; Tabasco, con Soraya Pérez o Martiza Mallaly Jiménez; Veracruz, con Patricia Lobeira; en Jalisco, con Laura Haro, y Chiapas, con Sofía Becerra Ruiz. En Puebla el Frente Amplio por México mandaría a Eduardo Rivera; a Morelos a José Luis Urióstegui, y a Yucatán a Renán Barrera. Los momios todavía pueden cambiar, por las negociaciones, alianzas y confrontaciones, pero los nombres expuestos aquí son los más adelantados en sus respectivas carreras.
Posdata 1
El alcalde interino de Iztapalapa, Raúl Basulto Luviano, por fin salió públicamente a hablar sobre el conflicto de interés que arrastra con las empresas constructoras que ha contratado la administración de su exjefa y actual aspirante a la candidatura de Morena en la CDMX, Clara Brugada. Ayer en un mensaje en redes sociales confirmó lo que publicamos el lunes: su relación accionaria con la empresa Fuego Nuevo Ingeniería y Arquitectura, aunque textualmente él prefirió calificarse como fundador.
Durante la administración de Brugada en la Delegación Iztapalapa, por allá del 2012, Raúl Basulto Luviano se desempeñaba como Coordinador de Construcción y, según su currículum público, era encargado de administrar los recursos públicos asignados a las diferentes obras del territorio. Con esos antecedentes, se enroló en 2013 con la empresa Constructora Trueno SA de CV (beneficiada con millonarios contratos del gobierno de Brugada) apenas unas semanas después de dejar su cargo público, y meses después se hizo accionista de una empresa nueva que, de inmediato, recibió adjudicaciones directas de la Delegación Iztapalapa; por lo menos hay cuatro registros.
Basulto Luviano es la piedra angular de un grupo de experredistas y ahora morenistas que controlan la asignación de obras en la alcaldía Iztapalapa desde 2009, en el que participan también, ya sea de manera accionaria o mediante relación laboral.
Van dos días seguidos en los que los funcionarios de la alcaldía Iztapalapa intentan desmentir lo publicado en esta columna el lunes pasado, a pesar de que se han hecho públicas las pruebas y es evidente, por lo menos, un conflicto de interés.
Posdata 2
Así como le sucedió a la entonces candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, quien en marzo del 2012 planeó tomar protesta como candidata presidencial en un evento en el Estadio Azul de la Ciudad de México que no logró llenar, ahora le sucedió a la candidata virtual de Morena, Claudia Sheinbaum, quien este martes no pudo abarrotar ese recinto, el cual más bien se quedó a una quinta parte de su capacidad, por lo que la “excorcholata” decidió no presentarse al mitin.
En el partido que preside Mario Delgado a nivel nacional, y Sebastián Ramírez a nivel capitalino, hubo preocupación, enojo y regaños por la mala organización. La bajísima afluencia de simpatizantes cayó como balde de agua fría, pues fue una de las pruebas de la capacidad de movilización de la ex jefa de Gobierno de la CDMX.