El Fondo Monetario Internacional afirmó el martes que el ritmo de la recuperación económica mundial se está ralentizando. La advertencia se produjo cuando una nueva guerra en Medio Oriente amenazaba con trastornar una economía mundial que ya se tambaleaba tras varios años de crisis superpuestas.
El estallido de los combates entre Israel y Hamás durante el fin de semana, que podrían sembrar el caos en toda la región, refleja lo difícil que se ha vuelto proteger a las economías de las conmociones mundiales, que cada vez son más frecuentes e impredecibles. El conflicto ha ensombrecido la reunión de los principales responsables de política económica en Marruecos, durante los encuentros anuales del FMI y el Banco Mundial.
Los funcionarios, que tenían previsto lidiar con los efectos económicos persistentes de la pandemia y la guerra de Rusia en Ucrania, se enfrentan ahora a una nueva crisis.
“Las economías se encuentran en un estado delicado”, comentó Ajay Banga, presidente del Banco Mundial, en una entrevista al margen de las reuniones anuales. “Tener una guerra no ayuda mucho a los bancos centrales, que por fin están intentando encontrar el camino hacia un soft landing”, dijo. Banga se refería a los esfuerzos de los responsables políticos de Occidente en su intento de enfriar una inflación rápida sin desencadenar una recesión.
Banga dijo que, hasta ahora, el impacto de los ataques de Medio Oriente en la economía mundial es más limitado que el de la guerra en Ucrania. Ese conflicto disparó inicialmente los precios del petróleo y los alimentos, lo que hizo tambalear a los mercados mundiales, dado el papel de Rusia como principal productor de energía y el estatus de Ucrania como gran exportador de grano y fertilizantes.
“Pero si esto se extendiera de alguna manera, entonces se volvería peligroso”, añadió Banga, diciendo que tal desarrollo daría lugar a “una crisis de proporciones inimaginables”.
Los mercados del petróleo ya están nerviosos. Lucrezia Reichlin, profesora de la London Business School y ex directora general de investigación del Banco Central Europeo, dijo que “la cuestión principal es qué va a pasar con los precios de la energía”.
A Reichlin le preocupa que otro repunte de los precios del petróleo presione a la Reserva Federal y a otros bancos centrales para que sigan subiendo los tipos de interés, que, según ella, han subido demasiado y demasiado rápido.
En cuanto a los precios de la energía, Reichlin dijo, “tenemos dos frentes, Rusia y ahora el Medio Oriente”.
Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI, dijo que es demasiado pronto para evaluar si el reciente aumento de los precios del petróleo se mantendrá. En caso afirmativo, los estudios muestran que un aumento del 10 por ciento en los precios del petróleo supondría un lastre para la economía mundial, al reducir la producción en un 0,15 por ciento y aumentar la inflación en un 0,4 por ciento el año próximo.
En su último informe Perspectivas de la economía mundial, el FMI subraya la fragilidad de la recuperación. Mantiene su proyección de crecimiento mundial para este año en 3 por ciento y rebaja ligeramente su previsión para 2024 al 2,9 por ciento. Aunque el FMI mejoró sus proyecciones de producción en Estados Unidos para este año, rebajó las de la eurozona y China, al tiempo que advertía del empeoramiento de las dificultades en el sector inmobiliario de ese país.
“Vemos una economía mundial que cojea y que aún no es capaz de correr”, afirmó Gourinchas. A mediano plazo, “el panorama es más sombrío”, añadió, citando una serie de riesgos, entre los que se incluye la probabilidad de que se produzcan más catástrofes naturales de gran magnitud causadas por el cambio climático.
La economía europea, en particular, está atrapada en medio de las crecientes tensiones mundiales. Desde que Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, los gobiernos europeos se han esforzado frenéticamente por liberarse de su excesiva dependencia del gas natural ruso.
Lo han conseguido en gran medida recurriendo, en parte, a proveedores de Medio Oriente.
Durante el fin de semana, la Unión Europea expresó rápidamente su solidaridad con Israel y condenó el ataque sorpresa de Hamás, que controla Gaza.
Algunos proveedores de petróleo pueden tener una opinión diferente. Argelia, por ejemplo, que ha aumentado sus exportaciones de gas natural a Italia, criticó a Israel por responder con ataques aéreos sobre Gaza.
Incluso antes de los acontecimientos del fin de semana, la transición energética ya había pasado factura a las economías europeas. En los 20 países que utilizan el euro, el FMI predice que el crecimiento se ralentizará hasta solo el 0,7 por ciento este año, frente al 3,3 por ciento de 2022. Alemania, la mayor economía europea, se contraerá un 0,5 por ciento.
Los elevados tipos de interés, la persistente inflación y las repercusiones de la espiral de los precios de la energía también ralentizarán el crecimiento en Reino Unido, que pasará del 4,1 por ciento en 2022 al 0,5 por ciento este año.
África subsahariana también se ve afectada por la ralentización. Se prevé que el crecimiento se contraiga este año un 3,3 por ciento, aunque las perspectivas para el próximo año son más halagüeñas, cuando se prevé un crecimiento del 4 por ciento.
Una abrumadora deuda se cierne sobre muchas de estas naciones. La deuda media asciende ahora al 60 por ciento de la producción total de la región; es el doble que hace una década. El aumento de los tipos de interés ha contribuido a disparar los costes de amortización.
Esta nueva generación de crisis de la deuda soberana se desarrolla en un mundo que se enfrenta a una reevaluación de las cadenas de suministro mundiales, además de a las crecientes rivalidades geopolíticas. A las complejidades se añaden las estimaciones de que en la próxima década se necesitarán billones de dólares en nueva financiación para mitigar el devastador cambio climático en los países en desarrollo.
Uno de los mayores interrogantes a los que se enfrentan los responsables políticos es qué impacto tendrá la aletargada economía china en el resto del mundo. El Fondo Monetario Internacional ha rebajado sus perspectivas de crecimiento para China en dos ocasiones este año y el martes declaró que la confianza de los consumidores es “tenue” y que la producción industrial se está debilitando. Advirtió de que los países que forman parte de la cadena de suministro industrial asiática podrían verse expuestos a esta pérdida de impulso.
En una entrevista durante su vuelo a las reuniones, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo que cree que China tiene las herramientas para hacer frente a un “complejo conjunto de desafíos económicos” y que no espera que su desaceleración sea una carga para la economía estadounidense.
“Creo que se enfrentan a retos importantes que tienen que abordar”, dijo Yellen. “No he visto ni espero un contagio hacia nosotros”.