La guerra desatada en Tierra Santa, donde se mata en nombre de Dios por ambos bandos, debiera ser el espejo en el que se miren los políticos mexicanos, sobre todo los que hablan de diálogo y paz pero en su quehacer diario promueven su muy particular cruzada para pelear y aplastar al enemigo.
En lugar de misiles lanzan palabras encendidas.
En vez de balas disparan ofensas.
Y promueven el odio para que los débiles de mente se conviertan en potenciales asesinos.
Así está la política en México.
No hay mucha diferencia con Tierra Santa… uffff vaya paradoja de nombre.
Lástima, es mucha gente noble para tan pocos políticos pobres de espíritu, solidaridad y humanismo.
¿La anterior línea se refiere a México o a esa pequeña porción de terreno llamada Franja de Gaza?
Por supuesto que a ambos.
Porque ese grupo guerrillero llamado Hamás es un partido político.
La definición completa es una organización política y militar. Por sus siglas es un Movimiento de Resistencia Islámica.
Su ideología le fascina a muchos miembros de otro movimiento, Morena, que incluso han utilizado sus escaños en el Congreso Mexicano para lanzar consignas en favor de Hamás y su lucha armada.
Esa ideología, obviamente, es rechazada por la mayoría de los mexicanos. Y en la mitad de sus correligionarios, a los que llaman moderados. Los duros, el área radical, son los que están con Claudia Sheinbaum. Son los partidarios de Hamás.
Bueno, así es la política.
Así en la tierra como en el cielo.