Las expectativas que han generado las medidas del gobierno mexicano en torno al famoso “nearshoring”, concretamente las deducciones de impuestos, se verían reducidas a niveles bajos, casi mínimos, si antes no desaparecen los añejos vicios de la tramitología burocrática, que alimenta a la corrupción, pero sobre todo ofrecer certeza jurídica y una larga lista de necesidades que incluyen seguridad, puertos, carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, telecomunicaciones, 5G. O sea invertir en infraestructura y logística.
Energías limpias, tema que tiene enfrentados a México con sus socios comerciales, es tema prioritario para que los planes funcionen en el futuro por venir.
Obviamente deben desterrar viejas prácticas corruptas que inmovilizan productos que vienen de otras regiones del extranjero y la más recurrente: Pedir dinero para agilizar trámites burocráticos.
“Con dinero baila el perro” es una frase que ya conocerán los nuevos inversionistas que contemplan reubicar sus inversiones a México.
La versión oficial en este tema, anunciada con bombo y platillo, son incentivos fiscales que contemplan deducciones de impuestos que varían del 56 al 89 % en inversiones realizadas en este año y en 2024. Además se garantizará una deducción adicional del 25 % durante tres años para gastos de capacitación de trabajadores.
Todo esto en el contexto de relocalización de cadenas de valor o “nearshoring”.
Aaahhhh, ya no se atacará al sector privado, se generará certeza jurídica, respetando los tratados y acuerdos comerciales. Se olvidará esa idea de que el Estado debe estar siempre por encima del mercado y de pasadita se mejorará la seguridad, se respetarán las leyes de protección a la propiedad intelectual y se abaratará la creación de nuevos empleos.
Es un nuevo escenario ideal. Ya no hay pleitos con empresas y gobiernos de Estados Unidos y Canadá que se sienten traicionados por el gobierno mexicano por incumplir acuerdos enmarcados en el Tratado de Libre Comercio.
No pues ya estamos listos para irrumpir con fuerza en el Primer Mundo.
O ¿alguien lo duda?
Todo sea por la economía globalizada, las próximas elecciones y aceptar que se navegaba con rumbo equivocado.
Agachar la cabeza y recular es un mensaje de concordia: Parece que soplan nuevos vientos.