El debate del miércoles entre siete aspirantes republicanos a la candidatura presidencial fue un ejercicio inútil, salvo para México: confirmó que el “socio del sur” será el flanco a golpear para vencer a Biden.
Un ejercicio inútil porque al encuentro en Simi Valley, California, no acudió el puntero absoluto de la competencia, Donald Trump.
Con las preferencias tan marcadas en favor del expresidente, desperdiciar dos horas de la vida en ver un debate sin él es como comprar boletos para un partido del Inter de Miami en el que no jugará Messi.
Trump tiene 58 por ciento de respaldo entre los republicanos, DeSantis lleva 15 por ciento, el empresario de origen indio Vivek Ramaswamy nueve puntos y la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikky Haley, siete por ciento. Los demás no pintan.
Ni todos aliados alcanzarían a Trump, que no perdió su tiempo en California y se fue a hacer campaña contra Biden entre los huelguistas de la industria automotriz en Detroit para ganar el estado de Michigan (que perdió en 2020).
Para México sí fue importante el debate por la agresividad mostrada hacia nuestro país de parte de los aspirantes a la candidatura presidencial, que revela el tono de lo que será la campaña el próximo año.
Ahora la promesa republicana no es construir el muro y que lo pague México, sino el envío de tropas como abiertamente lo ha planteado el puntero (Trump).
O a la manera de Ron DeSantis (el que está en segundo lugar) en el debate del miércoles: declarar emergencia nacional y poner a los cárteles mexicanos en calidad de organizaciones terroristas, lo que da derecho a ese país (según ellos) a invadir para capturar o destruir sus refugios.
La exgobernadora Nikki Haley apuntó contra Biden “por dejar que más de 6 millones de personas crucen la frontera” y por “permitir que el fentanilo mate a más estadounidenses que las guerras de Irak, Afganistán y Vietnam… México no es un buen socio”.
Ese ánimo anti-México es difícil de contrarrestar luego de las imágenes de cárteles mexicanos que desfilan en camionetas con gente armada y uniformada, vitoreada por miembros de las comunidades en la frontera con Guatemala.
Causa inquietud en la población estadounidense observar columnas de cientos o miles de migrantes que cruzan ilegalmente hacia su país.
Todo ese panorama, que genera un mal ánimo hacia México y los mexicanos, estará en el centro del debate en Estados Unidos el próximo año.
Lo que tenga que ver con México será tóxico para quien lo defienda, o se piense que lo defiende.
Ayer, en el inicio del proceso que pretende enjuiciar a Joe Biden, el presidente del Comité de Medios y Procedimientos de la Cámara de Representantes, Jason Smuth, acusó al hijo del mandatario, Hunter Biden, de “utilizar la posición de su padre (cuando era vicepresidente) para ganarse el favor del multimillonario mexicano Miguel Alemán, incluido el hecho de que Joe Biden los recibiera en la Casa Blanca en febrero de 2014″.
Agregó que “luego, en 2015, (Joseph Biden) los recibió en la residencia del vicepresidente, junto con el multimillonario mexicano Carlos Slim. Después, en 2016, usó (un avión de) la Fuerza Aérea para transportar a Hunter Biden y su socio comercial a la Ciudad de México”.
En realidad, ni Hunter ni Joe Biden necesitaban “ganarse el favor” de Alemán. Se trata de Miguel Alemán Magnani, quien fue compañero de la universidad y gran amigo de Beau Biden, muerto de cáncer cerebral en 2015 cuando su padre era vicepresidente.
La cuestión es que hay que mencionar a México para enlodar.
El juicio a Biden no tiene asidero ni destino. Es una nimiedad comparada con lo que hay encima del (casi) candidato republicano Donald Trump, que se recrudecerá en la recta final de la elección.
Detrás de la pirotecnia electoral estadounidense hay dos hechos concretos: el desprestigio de México y la competencia es Biden-Trump.
Viejo, sin carisma, se pierde y tartamudea, pero Biden cuenta con tres ventajas para la batalla decisiva:
-Tiene mejor reputación que Trump en el manejo de política exterior, en especial la relación con China y Rusia, y su actuación ante la guerra en Ucrania.
-Cuenta con el apoyo de las minorías latina y negra, que serán clave en el desenlace de tres de los estados “campo de batalla”. Arizona y Nevada (latinos), y Georgia (negros). Si Biden los gana, ganará otra vez la Presidencia.
-Es visto como más serio, honesto y responsable que Trump.