En un gesto sin precedentes, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, decidió no invitar a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia y titular del Poder Judicial, Norma Piña, a los festejos conmemorativos de las gestas independentistas de México, que se llevan a cabo del 13 al 16 de septiembre. Esta decisión también se extendió a la representación del Congreso federal, rompiendo con una tradición que simboliza el equilibrio entre los tres Poderes de la Unión.
López Obrador, al ser cuestionado sobre la ausencia de la representante del Poder Judicial en la ceremonia del 13 de septiembre, reconoció abiertamente las tensiones existentes. Afirmó que no mantiene buenas relaciones con el Poder Judicial, acusándolos de actuar en contra de su Gobierno y de proteger a delincuentes. Según el mandatario, muchos jueces representan a la “oligarquía” y a la “delincuencia de cuello blanco”.
El presidente ha sostenido una fuerte pugna con la ministra Piña, sucesora de Arturo Zaldívar, quien era cercano al mandatario. Las tensiones han escalado al punto de que López Obrador ha propuesto una reforma constitucional para destituir a los ministros de la Corte y permitir que los nuevos integrantes sean elegidos por voto directo de los ciudadanos.
Este distanciamiento entre el Ejecutivo y el Judicial se ha hecho evidente en las recientes celebraciones patrias. Mientras en años anteriores se observaba una pluralidad de funcionarios en el balcón de Palacio Nacional, este año, el presidente ha asegurado un sitio privilegiado solo para él y su gabinete, dejando de lado a otros representantes de los poderes del Estado.