Los mensajes que ha mandado el subsecretario Hugo López-Gatell de que buscará la candidatura de Morena para jefe de Gobierno de la Ciudad de México, son una petición de auxilio al Presidente.
El responsable de la muerte de cientos de miles de mexicanos por el mal manejo de la pandemia de covid, lo que quiere es fuero.
De los 800 mil muertos por covid en el país, medio millón perdió la vida por culpa directa del encargado de combatir la pandemia.
La cifra sale de comparar el promedio de la mortalidad en exceso en el mundo y la que hubo en México. Trescientos mil eran inevitables y 500 mil corresponden a López-Gatell.
Al culpable de ese crimen masivo le urge tener fuero por seis años, sea quien sea la próxima presidenta.
En caso de sacrificar a algún funcionario de la administración saliente, la presidenta Sheinbaum tiene en López-Gatell a un candidato insuperable en merecimientos.
No sería un acto de venganza ni de ruptura con su antecesor, sino de justicia a secas.
La presidenta Gálvez, aunque quiera entablar una buena relación con Morena y de esa manera sacar al país del círculo vicioso de enfrentamientos y polarización, no podrá evitar que López-Gatell sea procesado.
Sabe el subsecretario que no le darán la candidatura a jefe de Gobierno de la capital del país porque no es alguien que sume votos, sino todo lo contrario.
La alternativa que busca el subsecretario es una senaduría plurinominal para protegerse de Sheinbaum y de Gálvez, con el fuero que brinda la Constitución a los legisladores y altos funcionarios del Poder Ejecutivo.
Su soberbia insolente con las súplicas de padres de niños sin medicinas y su desprecio por las vidas que se perdieron debido a su negligencia, supera cualquier fraude económico cometido en ésta y en cualquier administración pasada.
La cantidad de años de vida que truncó el subsecretario no tiene comparación con errores económicos y tirar el dinero público en caprichos, infraestructura mal planeada, elefantes blancos u ocurrencias varias.
Hubo más muertos por la mala conducción de la pandemia que por la pandemia misma. A un año de terminar el sexenio, López-Gatell manda mensajes de que quiere un cargo de representación popular.
En lugar de fuero, Morena debería darle un brazalete electrónico.
Tiene que rendir cuentas ante la opinión pública y los tribunales, sin la protección política que por ahora le brinda el poder presidencial.
López-Gatell tiene el afecto del Presidente, que siguió sus fatídicos consejos a pesar de la evidencia. Cuenta con el respaldo del ala radical de Morena, a la que pertenece, y que elabora el plan de Gobierno para su candidata. Eso no significa nada.
Sheinbaum chocó con López-Gatell desde el inicio de la pandemia. Ante los primeros casos que se presentaron en la ciudad, ella reaccionó como científica y dictó una serie de restricciones para romper las cadenas de contagio.
López-Gatell hizo lo que al Presidente le hubiera gustado que sucediera: le dijo que no había tal letalidad con el covid, ni que era contagioso, ni que mataría a una cantidad imprevisible de mexicanos si no tomaban las medidas de emergencia que ya tomaban en el resto del mundo.
El Presidente no es un científico, pero López-Gatell, sí. Debió haberle advertido la gravedad de la crisis que ya teníamos encima, y optó por seguirle la corriente hasta la indignidad: “El Presidente no es una fuerza de contagio, sino una fuerza moral”.
Lo dijo en marzo, cuando el Presidente seguía en giras y reuniones. Para ese entonces, en Alemania se aplicaban millones de pruebas gratuitas y se mapeaban las ciudades para aislar lo más posible los contagios.
Animado por la zalamería del encargado de combatir la pandemia, el Presidente invitó a la población a salir a las calles y a consumir en los mercados. Anunció que el covid nos haría los mandados. Que la economía estaba firme y no había de qué preocuparse.
Esa misma semana la Organización Mundial de la Salud declaró emergencia general. López-Gatell desestimó la alerta de la ONU.
Ángela Merkel dirigió, por primera y única vez, un mensaje a su nación para advertir a los alemanes que el covid era la mayor amenaza desde la II Guerra Mundial.
López-Gatell, entonces, desaconsejó el uso del cubrebocas.
Claudia Sheinbaum tuvo que doblar los brazos ante el triunfo de López-Gatell en el oído presidencial.
Medio millón de muertos por su negligencia.
Ahora que ya se van sus protectores, quiere fuero para rehuir a la cita con la justicia.