Movimiento Ciudadano (MC) ha construido una cuidadosa imagen de partido en la tradición de la socialdemocracia: progresista, paritario, ecologista, incluyente; abierto a la competencia económica, sin rendirse al mercado; promotor del Estado, sin estatismo; colocado al centro, no por indecisión, sino porque es el sitio vacío entre los unos y los otros; la “tercera vía” que en su momento fue el sueño de la política de la posguerra. En el tablero político mexicano, MC ha consolidado su posición de verso suelto entre los dos grandes bloques que han formado los partidos tradicionales: de un lado, el bloque oficialista, integrado por Morena, el Partido del Trabajo y el Partido Verde; del otro, la oposición —el PAN, PRI y PRD—, reunida en el Frente Amplio por México. Solo MC no ha sucumbido a la fuerza gravitatoria de la polarización.
El partido naranja ha hecho de su negativa a aliarse un valor identitario y un incentivo de campaña, de cara a las elecciones de 2024. Pero esa misma política ha provocado una rebelión interna que ha fisurado la narrativa de MC como partido autosuficiente y valedero de sí mismo. La confrontación ha escalado esta semana entre el veterano dirigente de la formación, Dante Delgado, y el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Este último ha hecho duros cuestionamientos al líder del partido, precisamente, por no aceptar unirse a la alianza del Frente Amplio por México, que ha cerrado filas en torno a la candidatura de Xóchitl Gálvez. Delgado, que es dirigente desde hace 24 años, ha rechazado tajantemente que la formación se integre a esa coalición, especialmente por la presencia del PRI, el partido más antiguo de México y también uno de los más desprestigiados entre los votantes.
Jalisco es el principal bastión electoral de MC, seguido de Nuevo León y Ciudad de México. Además de controlar el Ejecutivo estatal en Jalisco, el partido naranja es la primera fuerza en el Congreso (tiene 16 de 38 diputados) y gobierna en 51 de 125 municipios. Además, los votantes de Jalisco le han dado al partido 13 diputados federales y dos senadores de la República. En ningún otro Estado tiene tal representación. Esa fuerza ha dado lugar a la conformación del Grupo Jalisco, una corriente de influencia al interior del partido encabezada por el gobernador Alfaro, jefe político de MC en su Estado.
El mandatario ha hecho valer ese poder ante Delgado en una secuencia de varios actos. La semana pasada, Alfaro abrió la puerta a su posible salida del partido. “No tengo interés de participar en un proyecto que ya no entiendo, que se construye de manera unilateral y que simple y sencillamente nos quiere someter a todos a la voluntad de quienes coordinan el partido a nivel nacional”, dijo en un primer momento. Luego, el gobernador divulgó un desplegado para mostrar el respaldo de numerosos líderes de la formación en Jalisco a su causa. Y esta semana, dijo sin tapujos que él y sus bases podrían marcharse del partido y buscar acomodo en una formación estatal. Como para demostrar la dimensión de su peso político, los diputados federales leales a Alfaro se ausentaron de la reunión plenaria del grupo parlamentario.
Un dirigente del Frente Amplio por México ha asegurado a EL PAÍS que la coalición opositora ha estado en negociaciones con el gobernador para recibirlo de brazos abiertos, si rompe con MC. Este periódico intentó contactar al mandatario a través de la oficina de comunicación social de Jalisco para corroborar esta versión, pero la solicitud no fue atendida. Los líderes del Frente han intentado antes llevar a la coalición a MC. Ante su decidida negativa a unirse, esos líderes han pasado a los ataques y han tachado al partido naranja de “esquirol” y lo han acusado de ayudar a Morena por dividir el voto opositor. Para el Frente, la prueba de que esta posición es útil al oficialismo se dio cuando, estos días, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, salió a la defensa de MC ante las presiones de que ha sido objeto para aliarse a la “mafia del poder”.
Dante Delgado, que en el pasado fue aliado de López Obrador, no ha cedido ante los amagos de Alfaro ni del Frente. Esta semana, en un duro posicionamiento, el dirigente refrendó la misma postura de ir en solitario en 2024, es decir, ni con Morena ni con la coalición opositora (y especialmente con esta). “No existe una sola razón para sumarnos a una alianza de impresentables y condenada al fracaso. No vamos a unirnos a los partidos que causaron la tragedia en la que está hundido el país. México luchó durante décadas para sacar al PRIAN, nosotros no les ayudaremos a regresar. La alianza de la vieja política está condenada al fracaso”, señalaba el comunicado.
Jorge Álvarez Máynez, coordinador de MC en la Cámara de Diputados, ha asegurado que el PRI y el PAN, partidos que ya han ejercido la presidencia de México, han traspasado a Xóchitl Gálvez sus negativos ante la ciudadanía. “Es un error estratégico del Frente haberse anticipado, no hay un lugar del mundo en el que las elecciones se decidan 10 meses antes [de la votación], la gente ni siquiera está en un ánimo electoral”, ha afirmado en entrevista. “El efecto de las campañas en el Frente es atroz. Hace tres meses, los negativos del PRI eran del 50% de la población y hoy son del 56%; es la gente que dice que nunca votaría por ese partido, esa es una pregunta a la que nosotros le damos mucho valor, porque es el odio, no es solo rechazo, es odio, es un nivel de aversión grande”.
Movimiento Ciudadano apostará nuevamente a su moderado, pero sostenido, crecimiento electoral. Según cifras del propio partido, entre los comicios de 2009 y los de 2021, MC ha sido la única formación —además de Morena— que ha incrementado sus votos en las elecciones de diputados federales. En 2022, cuando se renovaron seis gubernaturas, el partido naranja cuatruplicó los sufragios que obtuvo un sexenio atrás. Además, en Nuevo León está a cargo del Ejecutivo, con Samuel García, y de la capital, Monterrey, con Luis Donaldo Colosio. Delgado ha depositado la esperanza de ganar la presidencial con alguno de estos dos perfiles. A Alfaro, que en su momento alzó la mano para abanderar al partido, ya no lo menciona.