Hace tres semanas, un juez del Estado de México rechazó un recurso presentado por los abogados de Ovidio Guzmán, lo que allanó el camino para su extradición a Estados Unidos. Según fuentes cercanas a Palacio Nacional, detrás de esta decisión hubo un intenso cabildeo encabezado por Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República. Gertz ha sostenido que la extradición de Guzmán es esencial para la relación bilateral con Estados Unidos y ha enfatizado su importancia en múltiples ocasiones.
El trasfondo de esta extradición parece tener tintes políticos. Se sugiere que la decisión de extraditar a Ovidio Guzmán coincide con la designación de Claudia Sheinbaum como candidata presidencial. El equipo de Sheinbaum ya está estableciendo conexiones en Washington, y se percibió que sería problemático para la Casa Blanca la liberación de Emma Coronel, esposa de “El Chapo”, y la permanencia de Ovidio en México al mismo tiempo.
Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, ha jugado un papel clave en este proceso, actuando como intermediario y enfatizando que la administración de Biden no busca la intervención militar en México para combatir el narcotráfico. En el entorno de Sheinbaum, se percibe que la extradición de Ovidio es un gesto hacia Washington y una señal clara de que México está comprometido en la lucha contra el narcotráfico, especialmente en el contexto del problema del fentanilo.
Con esta acción, se busca contrarrestar la idea de que Marcelo Ebrard era el candidato preferido de Washington para la 4T. La extradición de Ovidio se presenta como el inicio de una colaboración que podría tener implicaciones profundas en la relación bilateral.