Con la paciencia de un experto cazador y, sobre todo con frialdad y cálculo político, Marcelo Ebrard tendió su emboscada. Todos cayeron. Incluso Alfonso Durazo, que desde hace rato comparte su tiempo entre ser gobernador de Sonora y presidente del Consejo Nacional de Morena.
En su juego, Ebrard fue abierto. Nadie puede decirse sorprendido o engañado. No hubo necesidad de infiltrados o espías. Simplemente el ex canciller fue astuto. Ya abrió la puerta que lo pondrá en la antesala de la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano.
Al final funcionó la estrategia de Dante Delgado, quien aguantó metralla de la buena. Ahora mostrará su carta fuerte, a la espera del regreso al redil de los opositores, liderados por el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro.
Finalmente, Claudia Sheinbaum fue la elegida, tal y como tenía previsto desde el inicio del sexenio el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero Marcelo Ebrard ensució el proceso, lo manchó y se retiró de la contienda horas antes del anuncio formal. Todo lo tenía calculado. Calumnia, que algo quedará, dice el clásico.
Y embarrar fue la estrategia central de Ebrard.
Ahora, Morena queda sin prestigio. Pierden Mario Delgado, y Alfonso Durazo. Desde ahora se prevé su salida de los cargos partidistas.
El toque de gracia fue evidente: Morena fue incapaz de contar en forma aseada un poco más de 12 mil papeletas de encuestas. Ahora deberán pensarlo muy bien antes de criticar al INE.
Y, sobre todo, a sus rivales de la esquina contraria, que en su proceso no hicieron tanto ridículo.
Ebrard ya quemó sus naves. Su ruta no tiene retorno. Faltaría por saber a cuántos de sus ex aliados, sobre todo del Verde, donde tiene gran influencia, se llevará a su nueva aventura. Obviamente no ganará la presidencia. Pero podría hacer perder a Claudia Sheinbaum, que sería su principal objetivo. Claro, ya sabe que le buscarán sacar a todos sus muertitos del closet. Su pecado de la línea 12 del Metro lo acecha. Quizá esos muertos los compartirá con Claudia y Miguel Angel Mancera.
Como para ir soltando el cuerpo, Ebrard ya adelantó su futura relación con Claudia: “No nos vamos a someter a esa señora”, subrayó en entrevista.
También sostuvo la ruptura con Morena. “No vamos a tolerar a una dirigencia que nos haga esto”, sentenció horas antes de conocerse el resultado final de las encuestas. En esa pasarela, Claudia llegó con su discurso y su vestido guinda. Todo estaba escrito. Marcelo no podía prestarse al montaje. Y tomó su camino.
Y el remate de la emboscada, no podía fallar. Ebrard puntualizó, como no dejando lugar a dudas: “Están diciendo que si voy a romper con Morena, pero yo no rompí nada, fueron ellos”.
Por lo pronto Ebrard se lleva la pieza mayor. Le fue bien en la cacería. La emboscada funcionó a la perfección.