Como un hábil prestidigitador Alfonso Durazo hizo desaparecer su segundo informe de gobierno. O al menos es la percepción de los sonorenses, para los que pasó de noche ese importante acto que antes se difundía por todos los rincones del Estado.
Las razones se ignoran, al menos para el suscrito.
Había poco qué informar o de plano no había lana para pagar la propaganda de lo realizado en el último año de gobierno.
Usted, caro lector, puede quedarse con la opción de su preferencia.
Por lo pronto, en la mente de los sonorenses prevalecen recuerdos e imágenes de las obras ejecutadas en los recientes sexenios, como los puentes, el acueducto Independencia o el hospital de especialidades
Claro, son las obras de gran calado que vienen a la memoria.
Hoy esa memoria luce desierta.
Por su activismo partidista, Durazo deja en segundo término gestionar recursos para llevar bienestar a los sonorenses, los supuestos mandantes que están por encima del mandatario.
Aquí lo escribimos hace tiempo: Los tiempos no pintaban bien para Sonora por las grandes obras que entonces emprendía el presidente López Obrador. Habrá pocos recursos, adelantamos entonces. Y el futuro nos alcanzó. No hubo dinero para obras. Y no habrá, al menos, en los dos próximos años. Para el 2024 ya están comprometidos los recursos para pagar las obras insignia. Y todo hace suponer que absorberán buenas cantidades de lana en 2025.
Ante este panorama se deben buscar alternativas de desarrollo.
Pero no se ven por ningún lado. O al menos nosotros no las vemos.
Quizá este desalentador panorama motivó a aparecer juntos en un acto público a Guillermo Padrés y Ernesto Gándara, como para mandar un mensaje de aliento a sus seguidores y decir: Estamos políticamente vivos y preparándonos para el futuro. Por lo pronto podríamos esperar su participación en la campaña presidencial de Xóchitl Gálvez.
Mmmmhhhh… no deja de ser una mancuerna interesante la de Padres y Gándara. Y como ya son aliados PRI y PAN, partidos que hoy lucen entregados al régimen en turno, podríamos ver pronto un cambio en el control real de ambas fuerzas políticas. Es especulación, conste. No hay indicios de esa posibilidad.
Claro, la fuerza real es la de Durazo.
Pero sin operadores eficaces y eficientes esa fuerza tenderá a disminuir.
Ni hablar: El legado colosista no existe en Sonora.
En 1989, cuando llegó como secretario particular de Luis Donaldo Colosio, entonces flamante dirigente nacional del PRI, difícilmente Alfonso Durazo imaginó que llegaría a ser gobernador de Sonora.
Pero eso que llaman destino lo puso como gobernador.
Hoy solo le queda un camino a Durazo: Olvidarse de la sucesión presidencial y enfocarse a su Estado. Dar un golpe de timón y retomar los ideales colosistas.