Este jueves, la flamante gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, se reunió con la cúpula de la iniciativa privada del Estado de México, o por lo menos con quienes impulsaron, explícita o implícitamente, su candidatura y ascenso al Poder Ejecutivo mexiquense.
La “maestra”, como todos se refieren a ella, llegó enfundada en un traje sastre blanco y una mascada en tonos verdes, escoltada por su excoordinador de campaña y también flamante secretario de Gobierno, Horacio Duarte, quien le ayudó a concretar la reunión con los empresarios, pues desde antes y durante la campaña fue él quien hizo esos vínculos con una parte de la iniciativa privada mexiquense.
El acuerdo final lo cerró el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Francisco Cervantes, quien, como buen texcocano, coordinó la visita de los tres representantes del Grupo Texcoco a la tierra que gobernó el Grupo Atlacomulco durante más de 80 años.
El discurso de la nueva gobernadora fue breve, de unos 15 minutos, en el que les habló claro a los dueños del dinero: “Lo único que les puedo pedir es que generen empleos”, les dijo. “No va a haber moches ni extorsiones de funcionarios de mi gobierno; quien quiera invertir no va a tener que pagar un peso”.
“Ustedes, el sector empresarial jugarán un papel fundamental, porque estoy convencida que si a ustedes les va bien, claro que a los mexiquenses nos irá mejor, porque queremos un estado de bienestar, en donde todas y todos se beneficien”, añadió.
Esas palabras fueron lo más relevante del discurso de Delfina Gómez. Llamó la atención el frío saludo entre Horacio Duarte e Higinio Martínez, representantes del Grupo Texcoco quienes se pelearon por el liderazgo de esa franquicia política y por los afectos de Palacio Nacional y de la “maestra” Delfina Gómez. Aunque después del evento se quedaron platicando un tiempo, fue evidente el hielo que pusieron de por medio cuando se saludaron a la llegada al fraccionamiento Bosque Real Country Club de Huixquilucan, donde se llevó a cabo el desayuno.
Otro apunte interesante de Horacio e Higinio es que la “maestra” Delfina se refirió con el mismo respeto a los dos, aunque el primero será quien tome mayor relevancia en su gabinete, como secretario de Gobierno, y el segundo su coordinador de Gabinete. La lucha de poderes entre ambos no ha terminado.
De parte de los empresarios estuvieron Max El Mann, de Fibra Uno; el anfitrión, Marcos Salame, creador de Bosque Real; Jorge Melgarejo, de Grupo Omega, y Jorge Alvarez Hoth, de Alcance Financiera. También políticos y directivos como Roberto Campa, Óscar González Yáñez y los mandamases de Huixquilucan: el diputado Enrique Vargas y su esposa Romina Contreras, alcaldesa de la demarcación.
Una de las flamantes funcionarias del gabinete de Delfina Gómez más aplaudida fue la nueva titular de Desarrollo Económico, Laura González Hernández, expresidenta del CCE local.
El que se vio muy mal fue el diputado José Antonio García, de Huixquilucan, quien era detractor de Delfina Gómez y hace unos meses pactó su salida del PAN para sumarse a Morena. Ahora se desvive en elogios hacia la “maestra” porque busca, de la mano de Horacio Duarte, ser el próximo alcalde de Huixquilucan.
Hablando del gabinete de Delfina Gómez, Andrés Manuel López Beltrán y su grupo político les ganó la partida a los acolmillados miembros del Grupo Texcoco, y se quedaron finalmente con el control de la que será quizá la dependencia más importante de la primera administración morenista en el Estado de México. Con el nombramiento de Paulina Moreno García como secretaria de Finanzas, el hijo del Presidente tendrá el control de recursos anuales que rebasan los 355 mil millones de pesos.
Como hemos relatado en esta columna, Moreno García forma parte de los “nuevos” funcionarios que han ganado terreno en la administración cuartotransformista de la mano del conocido Andy; aquellos que han alcanzado las más altas posiciones de poder en el SAT, la Secretaría de Gobernación, la Ayudantía de la Presidencia, la Secretaría de Hacienda y la Secretaría de Educación, por mencionar solo algunas dependencias.
La economista egresada del CIDE se había desempeñado previamente como titular de Administración y Finanzas de Nafin, desde donde se identificó su participación en un esquema de contratos a sobreprecio, a través de una muy extraña arrendadora.
El vehículo inmobiliario utilizado para esos fines era el denominado Plaza Insurgentes Sur SA de CV, una compañía privada encargada de proporcionar a la institución que encabeza Luis Antonio Ramírez servicios de arrendamiento y administración de inmuebles y de mobiliario, la misma que opera sus dos edificios del conjunto de Plaza Inn, en los que también hay oficinas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Plaza Insurgentes Sur ha recibido durante la presente administración recursos por más de mil millones de pesos que se destinaron a la cobertura de millonarios contratos con sobreprecio incluso de hasta 30%, los cuales resultan prácticamente imposibles de auditar por tratarse de transacciones entre particulares.
Entre las beneficiarias de esas transacciones están las firmas Solulimp, que prestaba servicios de limpieza, y Graviton, encargada de la instalación de cámaras de circuito cerrado en Nafin. De ambas operaciones se ha dado ya cuenta en este espacio sin que hasta el momento la financiera aclare los recursos que destina a la operación de su inmobiliaria.
Junto con Moreno García controlaban las contrataciones María Ibarra Hernández, identificada como directora de Plaza Insurgentes Sur. Ambas son amigas del exdirector de Nafin, Juan Pablo de Botton, quien ahora despacha como subsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda y es heredero del colegio en el que estudiaron los hijos del jefe del Ejecutivo: la preparatoria Logos.