Hasta ahora el único camino para salir de pobre es la educación, y el gobierno le ha puesto los sellos de clausurado.
Y es la única manera de ser una nación independiente, como lo demuestran Estados Unidos, Japón, China, India, Corea del Sur, Suecia…
¿Cómo quiere Morena que los niños tengan una vida mejor, si les cierra la puerta de la educación?
Está la ruta del narco, o los programas sociales que mantienen a los beneficiados como dependientes permanentes del gobierno en turno, y de que éste tenga recursos.
López Obrador siempre ha sido un destructor, y en su sexenio se ha ensañado particularmente con los niños. Más específico aún: contra los niños pobres.
-Apenas llegó a la Presidencia cerró el programa de Estancias Infantiles que daba atención a 330 mil niños, hijos de madres trabajadoras. Eran cuidados por profesionales y recibían alimentación sana.
Los mandó a quedarse con la tía o los abuelitos, sin poder desarrollarse en la convivencia con otros niños y comiendo lo que les den.
-Cerró el programa Escuelas de Tiempo Completo, donde los niños de escasos recursos, con énfasis en zonas rurales e indígenas, recibían desayuno y comida con los nutrientes adecuados.
La idea era expandir el programa para que todos los niños pasen más tiempo en la escuela, con maestros preparados y alimentación balanceada para garantizar su sano desarrollo.
Pero López Obrador consideró que eso era neoliberal, y la consecuencia del cierre de Escuelas de Tiempo Completo ha sido niños que desayunan tortilla con sal, o tortilla y frijoles, o tortilla con chile.
Es triste imaginar el presente y el futuro de millones de niños que llegan mal alimentados al salón de clases y regresan temprano a sus casas donde no están sus padres porque trabajan. O porque los abandonaron (éstos casos suman millones).
-Echó abajo la reforma educativa del presidente Peña Nieto, votada y elogiada hasta por el actual presidente de Morena, Mario Delgado, que después operó el deseo de su jefe, El Destructor, y la demolió.
Con la reforma se hacían obligatorios los concursos de oposición para una plaza. Se capacitaba a maestros, que eran evaluados con regularidad. Se sacó al sindicato de la toma de decisiones académicas. Se creó una comisión de evaluación docente. En las normales de maestros se introducía el inglés de forma intensiva y obligatoria para que los nuevos profesores fueran bilingües.
-AMLO anuló los libros de texto. Fueron sustituidos por otros que diluyen la enseñanza de matemáticas, lectura y escritura, y se da prioridad a los “saberes colectivos” sobre el aprendizaje individual, con énfasis en apología del delito.
En el Congreso, el bloque gobernante sostiene que las matemáticas siguen presentes, pero de mejor manera. Así lo explicó en tribuna la senadora Graciela Gaytán, del Partido Verde, maestra normalista:
“Que le digan, por ejemplo: el Sol brilla de día, en lugar que le digan ¿cuál es la estrella que ustedes tienen ubicada en el espacio? Que tenga más significado. ¿Cuál es la estrella más cercana a la Tierra? Por ejemplo: ¿cuántas regiones tenemos en el país de nosotros? Ahí van incluidas las matemáticas y va incluido el español. Esta educación va englobada”.
En esas manos quedan 24 millones de niños mexicanos.
Con ese tipo de contenidos educativos aprenderán matemáticas para luego salir a ganarse la vida, sin bases mínimas, en un mundo de comprensión de mensajes, de algoritmos e inteligencia artificial.
El resultado de la destrucción educativa hecha por el presidente López Obrador será la perpetuación de la desigualdad: los egresados de escuelas públicas no tendrán futuro. Los que salgan de escuelas privadas, sí.
Los contenidos de los libros de texto obligatorios, hechos en secreto, contra la ley, y distribuidos contra un mandato judicial, no son socialistas ni marxistas. Son peores.
Me lo explicó un amigo que estuvo en confección e instrumentación de la reforma educativa del sexenio pasado:
“Es la caída. Es la primera vez en la historia moderna que un gobierno hace abiertamente un plan de estudios en contra de la Ilustración”.
“La educación socialista del general Cárdenas nunca planteó un programa contra la Ilustración y la ciencia”.
“Estamos ante una aberración antiintelectual que se suma a la entrega de la carrera profesional de los docentes a los líderes sindicales. Es el oscurantismo”.
“Después de esto no hay vuelta atrás. Tendrá que ser un trabajo de años para revertir esta regresión irracional y antiintelectual.
“Lo tendremos que hacer, de lo contrario México no tendrá futuro como nación independiente”.
En efecto, así es.