Comenzó con un enfrentamiento la madrugada del domingo en la calle Gutiérrez Zamora de Poza Rica, Veracruz. Siguió con una persecución a lo largo de varias calles, en la que sicarios lograron refugiarse, finalmente, en una casa de seguridad: un domicilio de la colonia Óscar Torres Pancardo.
Ahí los estaba esperando la imagen más reciente del México macabro.
En ese y un segundo domicilio, policías encontraron, dentro de hieleras y refrigeradores, un número indeterminado de cuerpos desmembrados y congelados.
Se dijo primero que eran 34. El gobierno de Cuitláhuac García advirtió más tarde que “solo” eran 13. La cifra subió después a 19.
Estaban cortados y envueltos. Metidos en hieleras, frigoríficos y contenedores.
Se informó que había también tres personas privadas de la libertad.
Cuitláhuac García informó que su gobierno ya tenía claro “por qué tenían las hieleras con restos humanos y las acciones que pretendían llevar a cabo”.
“Pero los paramos en seco”, celebró. Y agregó que dicha información no se haría pública.
El último día de 2022, a unos kilómetros de Poza Rica se registró el hallazgo de bolsas negras con los trozos de un cuerpo y una hielera con una cabeza humana.
Esos restos también estaban congelados. Los dejaron con una manta en la que se lanzaban acusaciones contra policías y funcionarios.
Eran los restos del comandante de la policía municipal José Luis Quinto, al que un comando había secuestrado a las puertas de un Soriana, mientras subía a su camioneta las compras para la cena de Navidad.
Quinto estuvo desaparecido ocho días.
Un video subido más tarde por los sicarios que lo asesinaron lo presentó hincado, con las manos atadas, confesando la protección que él, agentes estatales y un alcalde, brindaban al crimen organizado. Al día siguiente, cinco policías municipales de Espinal, a donde el comandante estaba adscrito, renunciaron por miedo a su cargo.
Eso fue el 31 de diciembre. Entre el 1 y el 2 de enero, comandos atacaron distintos bares de Poza Rica y Coatzintla. Dejaron ocho muertos y varios heridos.
En la narcomanta abandonada junto a sus restos, se acusaba a la policía de entregarle a un jefe de plaza, El R-15, “a los detenidos amarrados para después matarlos”.
El R-15, se informó, fue acribillado más tarde al lado de su familia.
Desde el año 2017 un brazo criminal conocido como el Grupo Sombra arribó al norte veracruzano. Según reportes de inteligencia está formado por desertores y antiguos integrantes del Cártel del Golfo que quedaron en libertad, se reagruparon, y llegaron a la zona de Tuxpan y Poza Rica para combatir al Cártel del Noreste.
El Grupo Sombra se dio a conocer a través de un video en el que una mujer supuestamente ligada a los Zetas —“la comandante Paty”—fue decapitada viva.
Según un mapa criminal dado a conocer hace unas semanas por AC Consultores, Poza Rica es una zona en la que el Cártel del Golfo, los Zetas Vieja Escuela y el Grupo Sombra operan el narcomenudeo, el robo a transporte, el secuestro, la extorsión, el cobro de piso y el tráfico ilegal de hidrocarburos.
En 2017 el gobierno de Veracruz ofreció una recompensa de un millón de pesos a quien ofreciera informes que llevaran a la detención de los integrantes de ese grupo.
Un año más tarde, integrantes del Grupo Sombra regalaban ropa a los damnificados por las lluvias torrenciales, y en años posteriores siguieron entregando despensas navideñas: “No están solos, estamos con ustedes”.
En todos estos años el paisaje veracruzano se ha llenado de bolsas de plástico negro con cuerpos desmembrados. Hoy sabemos que no todos los muertos son abandonados en lugares públicos: que además de ser arrojados en calles, carreteras, predios, baldíos, así como a las fosas clandestinas que inundan el estado (en una de estas fueron encontrados 298 cuerpos), algunos otros permanecen congelados con designios que solo el gobernador conoce, pero que no va a informar.
Afortunadamente, según dice, los paró en seco. Afortunadamente, informó, en el estado de Veracruz “hay tranquilidad”.