Esta semana Marcelo Ebrard cimbró a la clase política de la 4T, al denunciar que el proceso interno de Morena ha estado plagado de irregularidades y hasta de delitos electorales que involucran el uso abierto y descarado de recursos públicos al utilizar, según el dicho del aspirante morenista, brigadas de la Secretaría del Bienestar y recursos del gobierno de la CDMX en la promoción de una de las participantes en la elección interna del partido gobernante. Lo interesante, además de la estrategia que Ebrard puso en marcha con esas estridentes denuncias, fueron las respuestas al excanciller por parte de sus contrincantes, de la dirigencia nacional morenista y del jefe político, el presidente López Obrador.
Desde la negación del desvío de recursos públicos y el acarreo a sus eventos que hizo Claudia Sheinbaum, quien pretendió no alterarse ni engancharse con la declaración de guerra que le lanzó Ebrard, hasta la falta de respeto que reclamó Adán Augusto porque lo desaparezcan de la competencia o el respaldo tibio que le dio Ricardo Monreal a su aliado el excanciller, para concluir con las puyas y airados reclamos del diputado Fernández Noroña. Pero la respuesta más interesante y la que más buscaba Marcelo, fue la del presidente López Obrador que pasó primero de calificar de falsas las acusaciones contra su gobierno de “falsas”, a lanzar una frase dirigida a su extitular de Relaciones Exteriores: “En este movimiento no caben los ambiciosos vulgares”, algo que ya le había dicho AMLO a Monreal cuando rompió públicamente con él y lo congeló, literalmente, por 2 años.
Aunque analistas, observadores y medios interpretaron el lance de Marcelo como una “amenaza de ruptura” y la posibilidad de que dejara Morena para buscar cabida en Movimiento Ciudadano, en el círculo más cercano de Ebrard explican que su candidato no va a romper con la 4T ni buscará la postulación al 2024 por otras fuerzas políticas, ni siquiera negociar posiciones políticas para el próximo sexenio. El objetivo de haber sacudido a la clase gobernante con sus denuncias, según explican sus estrategas, era tratar de frenar una manipulación abierta y descarada de las encuestas que levantará Morena para elegir a su candidato y frenar cualquier intento de la nomenklatura morenista, que ha estado apoyando y financiado a Sheinbaum en contra de las reglas, de meter las manos y sesgar el resultado de la encuesta movilizando sus estructuras y recursos millonarios para ello.
Marcelo cree que si la encuesta es limpia y no hay manipulación, el resultado tenderá a cerrarse entre él y Claudia, con lo que tendría aún posibilidad de pelear la candidatura si no se copta o coacciona a quienes levantarán la encuesta y a los que participarán en ella. Y en cuanto a su denuncia de uso de recursos y brigadistas del Bienestar y de la CDMX, el equipo marcelista le entregó al presidente del Consejo Nacional un documento de 128 hojas en el que documentan con fotos, datos precisos y ligas de video la presunta participación de los funcionarios de la secretaría federal y la utilización de recursos de la administración capitalina para impulsar la campaña de la ex Jefa de Gobierno.
Veremos qué tanto le resulta a Marcelo Ebrard su estrategia de acusar, señalar y denunciar a la que él considera su única rival en esta competencia. Puede ser que con su estrategia logre inhibir fenómenos como la “cargada” o la intervención subrepticia de los gobernadores que, aún contra las reglas, siguieron apoyando a la corcholata favorita y movilizando recursos para promoverla en sus estados; quizá eso logre emparejar un poco el último tramo y evite manipulaciones burdas de las encuestas que comenzarán a levantarse la próxima semana en el partido gobernante.
Donde no está claro si le funcionará al excanciller su última carta, es con el presidente López Obrador que, para nadie es secreto, sigue y seguirá siendo el “gran elector” de este proceso. Fuentes de Palacio Nacional nos dicen que al mandatario no le gustó nada el tono ni las acusaciones y amagos de Ebrard, porque siente que le sigue cobrando aquella declinación con la que le dio paso a la candidatura presidencial de 2012. Pero además, en la lógica de Palacio Nacional, “el Presidente le dio todo lo que quiso Marcelo en la definición de las reglas, que prácticamente son las que él propuso, y si las aceptó, ahora no puede quejarse y acusar que no hay piso parejo”, nos dijo un colaborador cercano de Palacio.
Y si López Obrador está molesto con la actitud del canciller, es muy probable que eso tenga consecuencias que se verán en su momento. Por lo pronto, aunque eso no lo dicen los allegados de Marcelo, su estrategia, si no busca la ruptura y postularse por otro partido a las elecciones presidenciales de 2024, lo que sí podría lograr si es que no rompe con la 4T, es que la negociación política que necesariamente vendrá tras conocerse el nombre del ganador o ganadora de las encuestas sea mucho más favorable y jugosa para el equipo ebrardista, que bien podría terminar dirigiendo el Senado de la República.
Pareciera al final que Marcelo está reviviendo la experiencia de su mentor político, Manuel Camacho Solís, quien al no haber sido nominado candidato por Carlos Salinas de Gortari en 1993, empezó un movimiento de inconformidad que se basaba en el reclamo de que Salinas no valoraba lo que él había hecho por él durante su sexenio ni cumplía compromisos de lealtad que había entre ambos. Hoy Ebrard le reclama lo mismo a López Obrador: que él se hizo a un lado en 2012 (aunque también en su lógica le habría correspondido ser candidato en 2018), y que el trato que está recibiendo a cambio, con los favoritismos y apoyos federales a su contrincante, es injusto e inmerecido.
Mientras tanto, en lo que las aguas del proceso morenista se enturbian cada vez más, el que aparece como el principal beneficiario de la polarización y enfrentamiento entre Claudia y Marcelo, es Adán Augusto López. El exsecretario de Gobernación siempre fue en este proceso “la carta de reserva” del Presidente y un tercero en discordia natural que puede ser la opción con la que López Obrador resuelva el riesgo de fractura y termine por sacrificar a su hija política y corcholata favorita, para dar paso a su “hermano” tabasqueño que transitaría mucho mejor con Marcelo Ebrard en caso de una negociación y le evitaría a su antiguo Jefe un rompimiento que pondría en riesgo la continuidad de su movimiento en el poder. ¿Y entonces?, más que rupturas habrá sorpresas en el resultado de las encuestas.
Ayer en Guatemala, el expresidente Felipe Calderón festejó su cumpleaños número 61 y lo hizo rodeado de familia y amigos que viajaron desde México para celebrarlo. Calderón viajó desde Madrid, donde radica y trabaja para la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, y eligió el país guatemalteco para festejarse por su cercanía con México y para reunir a sus familiares y amigos en su fiesta de cumpleaños. No nos dan más detalles del festejo, pero sí nos dicen que, en medio de tantos señalamientos y ataques en su contra, el nuevo “villano favorito” de este sexenio se dio tiempo de brindar y festejar un año más de vida, aunque sea desde el autoexilio…Y hablado de brindis y de bebidas, parece que a Xóchitl Gálvez se le empiezan a acabar las ideas o al menos se le cruzan las propuestas. Porque eso que dijo en el foro de Seguridad del Frente Amplio por México en Durango, de “eliminar las micheladas” como una forma de disminuir la violencia y los problemas de inseguridad no sólo parece una tontería, sino que además raya en un absurdo prohibicionismo que ya ha demostrado ser nulo a la hora de bajar los índices delictivos o incluso el consumo de bebidas alcohólicas. La propuesta de Xóchitl, que ayer se volvió tendencia en Twitter con mayoría de comentarios negativos, habla de que a sus estrategas y a ella misma les están faltando las propuestas serias y de impacto para los mexicanos. Porque quizás tenga razón la senadora Gálvez en la relación que existe entre el consumo de bebidas alcohólicas y los hechos de violencia en una colonia en particular como la que ella mencionó de Santa Julia, en la alcaldía Miguel Hidalgo, pero el problema no son las “micheladas”, sino su venta ilegal, clandestina y en lugares no autorizados ni regulados por la autoridad. Si a eso se quiso referir Xóchitl, el planteamiento no es malo, pero su formulación fue claramente equivocada. Prohibir las micheladas a nivel nacional, como propuesta de campaña, haría que el llamado “fenómeno” político y mediático que lanzó a la senadora hidalguense a los primeros lugares de las encuestas de la oposición, se desinflara en un par de días y se le devolviera a su dimensión original. El asunto puede parecer anecdótico o un lapsus de la aspirante panista, pero debiera encender los focos rojos para los que manejan la campaña de Xóchitl y para ella misma. Porque con esos errores, difícilmente podrá enfrentar al morenismo con toda su estructura política y clientelar a nivel nacional…Se baten los dados. Escalera Doble. Semana de altibajos.