Conforme avance el calendario se verá que el único candidato de Morena con posibilidades de vencer a Xóchitl Gálvez era el excanciller Marcelo Ebrard.
Entre el obradorismo duro la favorita es Claudia Sheinbaum, de lejos, y sin rival enfrente es posible que en población abierta también ella lo sea.
Pero ya en competencia, Sheinbaum está perdida ante la senadora del Valle del Mezquital. En marzo o abril veremos cómo se cruzan las agujas de las encuestas.
Ebrard, para ese entonces, estará fuera de la contienda por causa de un fraude que ya está consumado.
Lo importante no es que Marcelo Ebrard se haya calmado con la designación de una casa encuestadora para la designación de la candidatura de Morena o que mantenga su enojo.
El punto es que el fraude electoral que ya le hicieron se repetirá el próximo año para vencer a la candidata del Frente Amplio.
Si no hay una alerta general y convocatoria internacional previa a los comicios de junio, estaremos ante un fraude anunciado y una crisis política de magnitudes no vistas.
El robo de la elección federal ya está en marcha.
Al inicio del sexenio, el Presidente propuso la cárcel directa, sin derecho a fianza, para quien utilice recursos públicos con fines electorales. Se aprobó en el Congreso.
Con el aplomo que le caracteriza para violar la ley, permitió que la Secretaría del Bienestar operara con recursos públicos en favor de su precandidata.
Brigadas de servidores públicos recorrieron el país para decir a los beneficiarios de programas sociales que no se vayan a equivocar, que la candidata del Presidente es Sheinbaum.
Los cientos de millones de pesos en la precampaña de Claudia Sheinbaum salieron del erario. ¿De dónde más?
Sin ese apoyo ilegal, que el Presidente tipificó al inicio de su mandato como delito grave, Sheinbaum no le gana a Ebrard.
A estas alturas el fraude ya está hecho. Aunque la encuesta la hagan los once apóstoles, la ganadora será Sheinbaum.
Los delitos electorales de la candidata oficial fueron denunciados por Ebrard, no por algún crítico.
Dijo que “nunca habíamos visto tanto acarreo, tanta paga de encuestas falsas, no había visto una campaña negra incluso contra mi familia…”.
Y que “nunca se vio, siendo yo jefe de Gobierno de la Ciudad de México, nunca vieron todo el país pintado con financiamiento de la Ciudad de México, ni espectaculares de Marcelo en toda la República mexicana, y nunca vieron que mandara brigadas del gobierno para apoyar mi postulación, jamás hice eso”.
El señalamiento fue a Sheinbaum para que lo oyera AMLO, su contendiente en la encuesta para la selección del candidato presidencial del PRD en la elección de 2012.
Casi un centenar de diputados de la coalición gobernante denunció los delitos electorales de Sheinbaum.
El propio Ebrard vio cuando brigadas de trabajadores borraban sus bardas para pintar encima la leyenda #EsClaudia.
Lo aplastaron. Mejor dicho, lo aplastó el Presidente, con recursos públicos.
Y lo enterraron los gobernadores, con recursos públicos y el acarreo de miles de personas a los mítines de la candidata oficial.
Sus razones tendrá Ebrard para contentarse con la ubicación de una casa encuestadora y guardarse las evidencias de la conducta ilegal de su contrincante y del gobierno, pero ese es asunto suyo.
Lo que es asunto de todos es la elección de Estado que ya comenzó a gestarse de parte de Morena y del Presidente de la República.
Si para una elección interna echan mano a las bolsas de secretarías federales y de gobiernos de los estados, qué no harán cuando enfrenten a la candidata de la oposición que les puede ganar.
La clave del fraude no estará el día de la elección, sino antes de los comicios.
Ya empezó, con las bardas pintadas hasta en cascarones de viviendas en el desierto. Más miles de espectaculares y el uso de recursos de la Secretaría del Bienestar, que fue denunciado por legisladores de su partido.
No hubo ley capaz de frenar al Presidente ni a gobernadores ni a Sheinbaum para aplastar a Ebrard, menos la habrá para avasallar a Xóchitl.
De poco servirá que vengan observadores electorales el día de la elección, porque el fraude ocurrirá antes.
Como el caso ecuatoriano, que tuvo elecciones el domingo “en absoluta calma”, según señalaron las agencias internacionales de noticias.
Obvio. El candidato peligroso fue anulado dos semanas antes.