Ceci Flores y Delia Quiroa eran dos mujeres que tenían una vida normal hasta que hace unos años el crimen organizado desapareció a varios de sus familiares. Ante la inacción de las autoridades y con sus propios medios, Flores empezó a buscar a sus dos hijos; Quiroa, a su hermano. Sin querer y a medida que pasaron los años, se convirtieron en activistas por los derechos humanos en un país con una crisis de desaparecidos que rebasa las 110.000 personas y que afecta a miles de familias. Ante la desesperación y la ausencia del Estado, las madres optaron por pedirle p…
ermiso al narco para desenterrar a sus muertos. “Lo que queremos es que nos respeten la vida y nos dejen buscar a nuestros familiares, que no sigan desapareciendo personas y, por último, que los cárteles pacten entre ellos una paz”, señala Quiroa.
La primera solicitud que firmó el colectivo de Madres Buscadoras de Tamaulipas, al que pertenece Quiroa, fue en 2021. El narco les permitió que excavaran en La Bartolina un campo de exterminio junto al mar del que extrajeron 500 kilos de restos óseos calcinados. “Las familias de Tamaulipas estamos desesperadas porque las autoridades no buscan, identifican y entregan a nuestros familiares, por lo que enviamos este mensaje al líder de Los Ciclones del Cartel del Golfo en Matamoros”, decía el primer mensaje dirigido al narco.
Ceci Flores y el colectivo de madres buscadoras al que pertenece hicieron lo mismo en Sonora y Sinaloa y la petición la replicaron varios colectivos del país. “Le pido a los jefes de los carteles que nos den permiso para encontrar a nuestros desaparecidos. No queremos justicia, lo único que queremos es encontrarlos y darles sepultura”, se escucha decir a Flores en el video que difundieron en redes sociales. Hasta la fecha, las madres han pedido a nueve carteles que las dejen trabajar y un cese de la violencia contra ellas. Entre los grupos criminales están Cartel Jalisco Nueva Generación, Cartel de Sinaloa, Cartel de Sonora, Cartel de Los Salazar, La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios y Los Zetas Vieja Escuela, entre otros.
Un año después, la propuesta de las madres llegó hasta la conferencia matutina del presidente López Obrador. “¿Qué le parece la tregua de paz que alcanzaron las madres buscadoras?”, le preguntaron al presidente. El mandatario aseguró que ve con buenos ojos que las madres buscadoras hayan logrado una tregua con carteles del narcotráfico para sosegar el clima de violencia que atraviesa el país, pero advirtió que su Gobierno no puede garantizar que no se va a actuar en contra de los que violan la ley. “Todo lo que signifique llamar a la paz y a que no haya violencia, tenemos que apoyarlo”, señaló López Obrador.
La reacción del mandatario sucedió después de que el Cártel de Noreste (CDN) publicara un video en redes sociales en el que varios integrantes con la cara tapada y armados con rifles, ametralladoras ligeras y fusiles Barret aceptan la tregua, según su versión, no como un síntoma de debilidad sino como un camino para “lograr el bienestar en el país”. Con ese mensaje el CDN lanzó el guante al Gobierno federal sobre cuáles serán los “mecanismo jurídicos para tener la certeza y seguridad que los acuerdos se van a respetar”, se escucha decir al sujeto que lee el comunicado. Días después, las palabras de López Obrador dejaban el interrogante en el aire. “Qué bueno que hay esa actitud de las madres de los desaparecidos y también que escuchen los que se dedican a la delincuencia, aunque nosotros no podemos garantizar que no se va a actuar en contra de los que violan la ley. No puede haber impunidad”, respondió el presidente.
Mientras tanto, las madres creen que se han dado algunos pasos a favor. “Me da gusto que nos escuchen”, dice Quiroa. “Lo que pedimos es que cuando los maten, los dejen en un lugar visible donde los podamos encontrar”, dice Flores. “En Ciudad Obregón el día de antier, dejaron a unas personas muertas ahí tiradas, así que creemos que es una respuesta a la petición que hacemos”, agrega de la manera más natural. En 2021, en Tamaulipas, las madres pidieron al cartel que en caso de aceptar la tregua colocaran en la frontera una manta con su respuesta. El mensaje llegó días después.
Pero, ¿cómo se negocia con un cartel? Las mujeres dicen que la comunicación suele ser indirecta a través de redes sociales. Como quien lanza una botella al mar. “Nosotras publicamos los comunicados y los videos y los medios difunden el mensaje”, dice la portavoz de las madres de Tamaulipas. “Después esperamos”. Flores dice que sí ha llegado a hablar con “ellos”. “He tenido dos llamadas en las que me dicen que son de los carteles y que pues es verdad lo que pedimos y que ellos van a tratar de negociar”, asegura. Y así, con cada llamada, con cada mensaje anónimo, la esperanza para ellas se renueva.
Si algo comparten estas dos mujeres, además del dolor, es el peligro de hacer lo que hacen. Ambas viven desplazadas de Sonora y Tamaulipas, la tierra que las vio crecer y que las expulsó con amenazas de muerte por querer encontrar a sus familiares. Como ellas, cientos de familias integran los colectivos de búsqueda. La violencia, la inseguridad y la falta de Estado en muchas zonas de México ha convertido el país en una inmensa fosa común. Ambas señalan que su decisión de pasar a la acción llegó después de chocar contra el muro de la corrupción y la burocracia. “Si las autoridades hicieran su trabajo, no tendríamos que ser las madres las que arriesgamos nuestra vida constantemente”, denuncia Flores.
En Tamaulipas la situación no es mejor. “El recurso no llega y las camionetas no sirven, se apagan, los policías no traen gasolina, es un show. Es una batalla”, explica Quiroa, abogada de profesión, quien agrega un dato más: ”Las estadísticas nos dicen que del 100% de los asuntos que llevan los ministerios públicos [fiscalías] solamente llegan a un juzgado el 3% y sólo tienen sentencia el 1%. Imagínese cuándo los responsables de nuestros casos van a pagar… no van a pagar nunca”.
Ella considera que sería mucho más efectivo que se apliquen mecanismos de justicia transicional a la crisis de violencia, desaparición y terror que atraviesa México. “Es la única manera de poder salir de este hoyo”, dice. Este tipo de justicia se refiere a una serie de mecanismos para acceder a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición posterior a largos periodos de represión o niveles a gran escala que llevaron a cometer una violación masiva de derechos humanos, como ha sucedido en Colombia o Guatemala. “Aquí se necesitan mecanismos de justicia extraordinarios porque los problemas de inseguridad y los delitos de alto impacto rebasaron al Gobierno hace mucho tiempo”, asegura. Con cada día que pasa, la familia Quiroa se hunde más en la tristeza. Aunque sigue adelante, el peso que carga en la espalda, igual que el de Ceci Flores y como el de tantas madres, se vuelve insoportable. “Encontrar a mi hermano es algo emocional, necesitamos saber qué le pasó, dónde está”.
La pregunta se repite hasta el infinito: ¿Dónde están?, ¿dónde están?, ¿dónde están? A Ceci le quitaron a sus dos hijos, Marco Antonio y Alejandro; a Delia se llevaron a su hermano Roberto por negarse a pagar derecho de piso en su restaurante, tenía 29 años. “Si desaparecemos las madres, desaparece la posibilidad de que nuestros hijos un día vuelvan a casa. Porque cuando ellos ya no están, la única que les busca es su mamá”, dice Flores antes de volver a salir a buscar. “Si tengo que ir al mismísimo infierno lo haré, si tengo que acudir al narco lo haré”.