En Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro (Fase 6), la Secretaría de Educación Pública instruye a los docentes a realizar apología del crimen, del secuestro, del cobro de rescates, de la vía armada en México y del terrorismo.
Aquí algunos párrafos textuales de lo que enseñarán a los niños mexicanos en el próximo ciclo escolar.
“La euforia crecía en la conciencia de los jóvenes estudiantes mexicanos de la Universidad Patricio Lumumba, en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Se convencían de ser el motor de la historia y la opción para construir una nueva realidad mexicana. Al considerar indispensable que recibieran entrenamiento en algún país del bloque socialista, iniciaron una larga jornada de encuentros con representantes de Cuba, la propia URSS y China. Nadie parecía estar dispuesto a ser partícipe de la inquietud liberadora con sello azteca, hasta que la República Democrática de Corea (Corea del Norte) asumió el compromiso. Y es entonces que 53 jóvenes mexicanos viajaron a esa nación asiática, entre 1969 y 1970, para recibir adiestramiento militar y fundar el grupo armado Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR)”. (pag. 15)
La SEP llama “modificación de bitácoras de vuelo” al acto terrorista de secuestrar aviones de pasajeros en pleno vuelo, y “ligeras expropiaciones” a los asaltos a mano armada:
“Así, como un acto de condena por lo sucedido en su país, el 10 de enero de 1969 Jesús Anaya Rosique abordó el avión que viajaría de Guayaquil, Ecuador, a Miami, pero decidió modificar la bitácora de vuelo para desviarlo a la Habana, Cuba. Anaya Rosique buscaba que el mundo dejara de aplaudir la hospitalidad mexicana durante los XIX Juegos Olímpicos y contemplara la terrible realidad que se vivía. En la misma circunstancia, los jóvenes Carlos Salcedo y Miguel Domínguez tenían el impulso de organizar un grupo que fuera un dolor de cabeza al poder, el cual será bautizado, tiempo después, como Los Lacandones. Al mismo tiempo, y en el mismo tenor, Francisco Uranga se reunió con diversas amistades con quienes compartía la lógica de no abrazar la actitud impávida; ellos se autodenominan como Frente Urbano Zapatista (FUZ), practicaron pequeñas expropiaciones a comercios, y despojaron de sus armas a algunos guardias de seguridad. Todo como un ejercicio de preparación para las batallas por venir”. (pag. 16)
Tres páginas adelante, la Secretaría de Educación Pública adoctrina a los maestros a difundir la apología de los secuestros:
“Dos semanas después del escándalo de Avándaro y su escenificación, se cortó el listón inaugural del secuestro por motivos políticos en nuestro país. A iniciativa del FUZ, se retuvo al empresario y político Julio Hirschfeld, ante el desconcierto oficial frente a este tipo de prácticas”.
“A pesar de contar ya con las estrategias de contrainsurgencia y de guerra de baja intensidad, el gobierno de Echeverría cedió ante las demandas del grupo guerrillero y les entregó 3 millones de pesos. En la inercia de la misma zaga, Genaro Vázquez raptó en Acapulco, al entonces rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Jaime Castrejón, 38 días luego del evento del FUZ. En este caso, Vázquez planteó como requisitos para la liberación del cautivo, además de una retribución económica, la liberación de nueve presos vinculados a su ACNR y enviados a Cuba; así como, la difusión de sus comunicados revolucionarios para que el pueblo de México estuviera enterado de su lucha. Esta última condición no fue concedida. Ceder ante las peticiones de supuestos delincuentes no era una de las recetas para la paciencia del poder”.
Más adelante: “Con la histeria colocada en las mandíbulas, los cuerpos policiacos descubrieron, el 24 de enero de 1972, a los autores del secuestro de Julio Hirschfeld. La mayoría de integrantes del FUZ fue encarcelada…”.
“Lucio Cabañas y sus hombres sabían que era tiempo para la acción, y el sábado 24 de junio de 1972 realizaron una primera emboscada al Ejército nacional, provocando diversas bajas a la institución”.
Luego la SEP indica que “marzo de 1973 fue la fecha elegida para el gran encuentro (de organizaciones armadas); Guadalajara, la ciudad que ofrecía mayor seguridad. Gracias a los diversos lazos de confianza entre la organización del FER, sumado a los fondos económicos aportados por el grupo de Los Lacandones, quienes le arrebataron 80 mil pesos al osito Bimbo, fueron posibles dos semanas de encuentro. Al término de la reunión, Los Procesos, Los Guajiros, Los Lacandones, el FER, el Movimiento de Acción Revolucionaria 23 de Septiembre (MAR-23s), Los Enfermos, Los Macías, la Liga Comunista Espartaco (LCE) y el MEP, acordaron sumar esfuerzos y fundirse en una sola organización a la que denominaron Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), como un reconocimiento a la frustrada toma del cuartel militar en la ciudad de Madera, Chihuahua”.
Apología de lo sangriento: “La operación Asalto al Cielo fue una acción que articuló la Liga Comunista 23S en enero de 1974, específicamente en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, donde logró movilizar a trabajadores agrícolas y de la construcción, obreros, maestros y estudiantes, paralizando sus actividades cotidianas y poniendo en jaque a las autoridades municipales, estatales y federales. Acción que provocó un enfrentamiento sangriento, pero mostró también la capacidad de inconformidad de diversos sectores de la sociedad; así como el músculo que había alcanzado la organización clandestina”.
Finaliza la Introducción. “Como se consigna en los volúmenes de Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro de las fases anteriores, no se puede generar el pensamiento crítico en los alumnos si la maestra o el maestro no desarrolla su propio pensamiento crítico. A esa afirmación debemos sumar que, como docentes, no podemos desarrollar nuestro pensamiento crítico sin una conciencia de clase y sin una memoria histórica completa, sin censuras, sin quiebres, sin mezquindades.
“Como apuntaba Lucio Cabañas: ‘Desgraciados los pueblos donde la juventud no haga temblar al mundo y los estudiantes se mantengan sumisos ante el tirano’”.