El pasado fin de semana una tesis dominó los intercambios entre los laderos de Marcelo Ebrard: el presidente elige polarizar al extremo contra Xóchitl Gálvez para consolidar el voto puro, alejarse de la clase media y, de ese modo, dar por tierra con la teoría de que la irrupción de la senadora favorecía los bonos del ex canciller en la disputa por el electorado de centro y clases medias.
Pero para López Obrador el centro es un mercado electoral limitado y con poco peso específico si se considera la hegemonía que Morena tiene en los sectores más vulnerables. En la ecuación del presidente, la polarización al extremo es lo más redituable.
Por eso Ebrard se presentó hoy en el programa radial de Ciro Gómez Leyva, de quien es amigo personal, para tomar distancia de los ataques de Andrés Manuel López Obrador contra Gálvez.
El ex canciller necesita con urgencia destacar porque no hay ninguna encuesta seria en la que figure cerca de Claudia Sheinbaum. La brecha de los diez u ocho puntos luce infranqueable a pesar del sondeo que su amigó le enseñó hoy lunes en los estudios de Radio Fórmula en el que aparece casi empatado. Y el reloj ya le corre en contra.
Cerca de Sheinbaum creen que Ebrard coquetea con la idea de comenzar a sembrar que si él no es candidato, pudiera romper con la 4T y pactar con su ahora defendida Gálvez.
Más allá de estas mesas de arena hay una pregunta ineludible: ¿Qué va a alegar Ebrard cuando pierda las encuestas de Morena? Se le ha concedido todo lo que pidió en cuanto a metodología y renunciamientos a cargos. En el entorno presidencial agregan: “hasta le dejamos poner a la corcholata opositora”.
Esa frase encierra tiene su origen en la creencia de Palacio Nacional de que Gálvez es un proyecto impulsado desde el empresariado para forzar a López Obrador a disputar el centro y así finalmente inclinarse por Ebrard en lugar de Sheinbaum.
Por eso en las últimas semanas algunos empresarios que acceden al tabasqueño le dijeron que Ebrard, en una contienda contra Gálvez, es quien mejor asegura el futuro control legislativo.
La confrontación directa del presidente con la senadora obedece a esa noción: no hay disputa por el centro, el centro no importa y lo que está en juego son dos modelos de país contrapuestos.
Cerca de Ebrard creen que López Obrador está trazando desde ahora la retórica de la que espera sea luego la candidata de Morena, o sea, Sheinbaum.
Así, ante una contienda interna que no despega ni tiene vibración, el presidente vuelve a protagonizar la competencia electoral.